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viernes, 19 abril, 2024
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Se puede cambiar el pasado

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

■ Inercia

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Las redes sociales se llenaron de resúmenes anuales desde perspectivas personales, en los que gente de todas partes realizó pequeñas y grandes reflexiones sobre aquello bueno y malo de 2014. Es un ejercicio de gran valor, pues permite el análisis, aunque sea superficial, sobre lo que se quiere para este nuevo año, el cual para muchos es la pauta de un nuevo comienzo; y en cierta medida lo es. Dice Mircea Eliade, que para religiones antiguas el concepto y de año y de vida tenían el mismo significado, por lo tanto, cada fin de año era el fin de una vida y por supuesto el comienzo de otra.

Sin embargo, tener un nuevo comienzo no significa borrar lo pasado. Por el contrario, es ese recuento de los hechos lo que fortalece a lo que vislumbramos como futuro y mejor aún, según postulados de la psicología gestalt, es posible cambiar el pasado mediante la transformación del presente.

 

Un nuevo comienzo

Más allá de los reproches o agradecimientos personales que le tenemos al año que terminó, socialmente cerramos 2014 como un país herido. Por ejemplo, frente a Los Pinos, los padres de 43 normalistas desaparecidos amanecieron clamando justicia; otras tantas familias a la intemperie y sin comida en sus bocas; el peso mexicano sigue costando cada vez menos que el dólar; y para amanecer con la sensación de que estamos en el futuro abrimos 2015 con un gran gasolinazo.

Sí, nuestro futuro parece desolador.

Analistas auguran que México se dirige a una nueva crisis, pero… ¿Es que alguna vez hemos dejado de estar en crisis? ¿Ha existido acaso un momento de estabilidad en nuestra sociedad? ¿Hemos experimentado la calma en algún punto del tiempo? Es difícil referir a nuestro pueblo sin el enorme peso de un pasado de injusticias, mismas que han ido marcando pauta a más impunidad y corrupción.

Entonces es muy impreciso hablar de un nuevo comienzo ante el enorme círculo vicioso que nos ha marcado durante siglos. Quizá sea más correcto decir que llevamos ya mucho tiempo sin comenzar nada, que seguimos inmersos en un ciclo que nunca se cierra, que por más que pasan las décadas nos anquilosamos más en un régimen autoritario del que parece no haber escapatoria más que la muerte.

Para México no hay nuevos inicios; vamos jalados por la inercia cada vez más hacia el fondo de un pasado que nunca termina y que por el contrario se repite día a día.

 

¿Si no es hoy cuándo?

Me parece que la única salida que nos queda ante esta insoportable situación está precisamente en el pasado. Como muchos preguntaron en días pasados en las redes sociales ¿quién se acuerda ya de Ayotzinapa con tanta fiesta de fin de año? Y no es que se trate de frenar la vida para recordar que en este país estamos siempre a nada de morir, sino que la evasión de estos hechos es lo que permite que vuelvan a suceder.

Tenemos que tener en el presente, por más incómodo y doloroso que sea, el dolor en la llaga. Que esa punción nos recuerde siempre que hay una herida sin sanar. Que esa desagradable sensación nos acompañe cada día para que de ella aprendamos a ser responsables de su cuidado y de su sanación. De otra forma no podremos evitar que se pierda en lo más oscuro del pasado sin otro significado superior al de cualquier experiencia, como pasó con otras catástrofes sociales que si bien se recuerdan ya no tienen peso.

Para cambiar el pasado se tiene que hacer un diario ejercicio de conciencia en el presente. Con la comprensión se logrará justicia y con ésta cambia el significado negativo de lo ya vivido. ¿Pero cómo lograr la comprensión de un suceso histórico del que aún no sale a la luz su verdadero ser?

La revista Proceso en su edición 1989 da nuevas pistas que apuntan a irregularidades en el caso de los normalistas desaparecidos, que apuntan directamente al sistema judicial y militar del país, y es por esto que resulta de mayor complejidad para el Ejecutivo trabajar en ello sin embarrarse las manos de porquería. De ahí que ya se está dejando de lado el caso. Aunque periodistas como Carmen Aristegui exigen explicaciones a la investigación de Proceso, ha sido nula la respuesta de la PGR; pero esto no sólo debido a lo que representa para las cúpulas del poder, sino también porque la sociedad comienza a desentenderse.

2015 inicia con los primeros indicios de olvido del pasado; con la firme intención de dejar atrás toda la porquería de 2014. Todos quieren que lo acontecido haya formado parte de una pesadilla que en algún punto del tiempo acabó sin dejar secuelas.

Lo cierto es que, no importa cuánto se necesite una resolución a las corruptelas que todos los días vivimos en México, es más fuerte el afán de evasión que como sociedad tenemos; es por esto que lejos de cambiar nuestro pasado lo volveremos a vivir en el presente, con otros rostros, con otra sangre, con la misma impunidad. ■

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