El sábado pasado, 30 de mayo del 2020, en varias ciudades del país se llevaron a cabo caravanas vehiculares organizadas por personas interesadas en publicitar su demanda de que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), deje el cargo lo más pronto posible. El rasgo más llamativo de la mayoría de los participantes es que no han sido militantes destacados de los partidos de oposición, no expresaron algun listado de inconformidades específicas y mucho menos expusieron alguna clase de programa alternativo al que se está aplicando. Simplemente insultaron al presidente y demandaron su renuncia al mandato que 30 millones de mexicanos hicimos posible en julio de 2018. Ni siquiera se refirieron a la posibilidad legal de promover la consulta para revocar el mandato antes del año 2024. Todo indica que no están interesados en algun camino legal para impulsar sus demandas. Simplemente esperan contagiar a mucha gente con su odio y que ocurra lo que tantas veces hemos visto en América Latina: un golpe de estado apoyado por poderes fácticos nacionales o internacionales.
Llama la atención la manera de trabajar del conjunto de conductores y comentaristas de los medios electrónicos de comunicación abiertos, que utilizan su trabajo cotidiano en ellos, y su presencia en las redes sociales, para abrir paso a la percepción de que el presidente no está calificado para ejercer el puesto, no ha realizado ninguna acción de gobierno en beneficio de la población, conduce al país a una situación catastrófica por abandonar los principios neoliberales y no deja de lado su proclividad a “dividir a los mexicanos” por lo que, en conclusión, el único remedio es que AMLO deje de la presidencia. Obsesionados en esa tarea no dudan en tergiversar los discursos de AMLO ni en difundir las mentiras más burdas sobre los temas que el presidente coloca en la agenda mediatica. De esa manera, a estas alturas del sexenio ya es evidente que ese conjunto de personas se ha convertido en la dirección ideológica de la oposición, desplazando a las cúpulas partidistas, y no sería nada raro que varios de ellos se presentaran como candidatos el próximo año.
Así, todos los días tenemos un ejército disciplinado de comunicadores ocupando todos los espacios mediaticos tradicionales repitiendo una y otra vez ataques de todo tipo a AMLO y su gobierno, ante lo cual, las conferencias de prensa mañaneras se han convertido en el contrapeso indispensable para que AMLO ejerza su derecho de réplica, y que las redes sociales sigan jugando el papel de instrumento para la lucha ideológica, con la participación de miles de simpatizantes de la cuarta transformación. En ese escenario mediático anti AMLO suenan rídiculas las quejas de que el presidente está construyendo un régimen autoritario y que desea destruír a los medios de comunicación. Y más cuando la Suprema Corte de Justicia ha dado muestras, muy festejadas, por cierto, de que cumple a plenitud sus funciones constitucionales, y la mayoría de los gobernadores adoptan actitudes, a veces infantiles, que elaboran sin considerar que AMLO ganó la mayoría de votos en casi todas las entidades federativas y está obligado a gobernar aplicando su programa en beneficio de todos los mexicanos.
Si consideramos el perfil de los participantes en las caravanas motorizadas es fácil llegar a la conclusión de que no tienen ni idea de que los programas sociales del gobierno, sumados a los orientados a paliar los efectos economicos de la pandemia, permitirá que poco más de 20 de los 30 millones de hogares existentes en México recibirán cuando menos un apoyo económico directo, y que millones de trabajadores se han visto beneficiados por el 35% de incremento al salario mínimo autorizado en el inicio del gobierno. Tampoco parecen asimilar que la población está informada de las mejorías producidas a marchas forzadas en el sistema de salud, de los 40 mil nuevos trabajadores contratados, las decenas de hospitales recuperados y reconfigurados para atender a los afectados de la Covid-19 y el puente aereo organizado para llenar los tremendos huecos en equipamiento propiciados por décadas de abandono.
En mi concepto, una de las cosas que debemos considerar como fundamental en la lucha ideológica es la voluntad presidencial de avanzar en la construcción de un estado de bienestar, garante de más y más derechos, y de recuperar la capacidad de ejercer la rectoría del desarrollo económico, social y político, para lo cual no ha dudado ni un sólo momento en luchar para recuperar la soberanía energética. La misma voluntad ferrea es la que hemos visto en juego para construir los instrumentos necesarios para superar el reto de la corrupción y la impunidad, así como la inseguridad y la violencia. Núnca se había enfrentado la corrupción como lo ha hecho este gobierno y ya empezaron a caer cabezas importantes. El presidente de la SCJN ha admitido la necesidad de limpiar todo el Poder Judicial, y la Guardia Nacional ya empieza a adquirir los razgos de una verdadera policía capacitada para garantizar la seguridad de todos respetando los derechos humanos.
Todos estos hechos, no palabras, son el piso firme sobre el cual seguirá su mrcha la Cuarta Transformación. ■
