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martes, 16 abril, 2024
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■ Miscelánea Pandemia: Antología número 4

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Por: AQUILES GONZÁLEZ NAVARRO •

La pandemia es un portal.
Por Arundhati Roy.
Publicado en Financial Times. 3 de abril, 2020

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¿Quién puede usar el término “se volvió viral” hoy en día sin estremecerse un poco?¿quién puede observar algo una manija de la puerta, un embace de cartón, una bolsa de verduras, sin imaginar que está repleta de esas burbujas invisibles, no muertas pero sin vida, salpicadas de ventosas que esperan adherirse a nuestros pulmones?.

¿A quién se le ocurre besar a un extraño, subirse a un autobús o enviar a su hijo a la escuela sin sentir miedo real? ¿Quién puede pensar en cualquier placer ordinario sin evaluar su riesgo? ¿Quién de nosotros no es epidemiólogo, virólogo, estadístico o profeta? ¿Qué científico o médico no está orando en secreto por un milagro? ¿Qué sacerdote no está, al menos en secreto, sometiéndose a la ciencia?

A los mandarines que manejan esta pandemia les gusta hablar de guerra. Ni siquiera utilizan la guerra como metáfora, la usan literalmente. Pero si realmente fuera una guerra, ¿Quién estaría mejor preparado que los Estados Unidos? Si los soldados de la primera línea no necesitaran máscaras y guantes sino armas, bombas inteligentes, bunkers, submarinos, aviones de combate y bombas nucleares, ¿habría escases?

Seguimos las estadísticas y escuchamos las historias de hospitales abrumados en los Estados Unidos. Relatos de enfermeras mal pagadas y con exceso de trabajo que tienen que hacer mascaras con bolsas de basura y gabardinas viejas, arriesgando todo para ayudar a los enfermos. Historias sobre los estados que se ven obligados a competir entre sí por respiradores, sobre los dilemas de los médicos acerca de que paciente debe recibir uno y quienes deben morir. Y pensamos para nosotros mismos: ¡Dios mío! ¡Esto es América!

La tragedia es inmediata, épica y de desarrolla ante nuestros ojos. Pero no es algo nuevo. Son los restos de un tren que ha estado yendo por la misma vía durante años. ¿Quién no recuerda los videos de “abandono de pacientes”: Personas enfermas todavía con sus batas de hospital, desnudas, arrojadas subrepticiamente en las esquinas? Las puertas de los hospitales se han cerrado con demasiada frecuencia a los ciudadanos menos afortunados, no ha importado cuan enfermos han estado o cuanto han sufrido. Al menos no hasta ahora, porque ahora en la era del virus, la enfermedad de una persona pobre puede afectar la salud de toda la sociedad rica. En diciembre, mientras China luchaba contra el brote de virus en Wuhan, el gobierno de la India estaba lidiando con un levantamiento masivo de cientos de miles de sus ciudadanos que protestaban contra la descaradamente discriminatoria ley de ciudadanía anti musulmana. El primer caso de COVID-19 fue reportado en la India el 30 de enero… El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud declaro que el COVID-19 era una pandemia.

¿Qué es esto que nos ha pasado? Es un virus, sí. En y por sí mismo no tiene ningún resumen moral. Pero definitivamente es más que un virus. Algunos creen que es la forma en que dios nos llega a nuestros sentidos. Otros dicen que es una conspiración China para dominar el mundo. Sea lo que sea, el coronavirus ha arrodillado al poderoso y ha detenido el mundo como nadie más pudo hacerlo.
Nuestras mentes están todavía corriendo de un lado a otro, anhelando un retorno a la “normalidad”, tratando de unir nuestro futuro a nuestro pasado y negándose a reconocer la ruptura. Pero la ruptura existe. Y él en medio de esta terrible desesperación nos ofrece la oportunidad de repensar la máquina de fin del mundo que hemos construido para nosotros mismos. Nada podría ser peor que volver a la normalidad.

Históricamente, las pandemias han obligado a los humanos a romper con el pasado e imaginarse su mundo de nuevo. Esta no es diferente. Es un portal, una puerta de enlace entre un mundo y el siguiente. Podemos elegir atravesarla, arrastrando los cadáveres de nuestro prejuicio y odio, nuestra avaricia, nuestros bancos de datos e ideas muertas, nuestros ríos muertos y cielos humeantes detrás de nosotros. O podemos caminar a la ligera con poco equipaje, listos para imaginar otro mundo y listos para luchar por él.

RACISMO EN TIEMPOS DE PANDEMIA: El lunes 25 de mayo, disponiéndome por la tarde a ver las noticias, sobre todo las que tienen que ver con las aventuras del coronavirus en el mundo, las cámaras de Milenio televisión realizaban una toma que nos dejó perplejos a la familia: En algún lugar de los Estados Unidos, que luego nos entramos se trata de Minneapolis Minnesota, un oficial de policía de nombre Derek Chauvin, obligaba a un hombre de raza negra a permanecer tendido en el suelo, presionándole el cuello contra el pavimento por medio de la rodilla . El sujeto, atado de manos y colocadas estas bajo la espalda, pedía al oficial, luego suplicaba llorando, que dejara de presionarle el cuello porque “no puedo respirar” imploraba.

La gente filmaba la escena, mientras el policía, de raza blanca, sin inmutarse continuaba con su “tarea” de tortura simulada, al tiempo que con mirada retadora hacía recuento de quienes le filmaban.

El video muestra como George Floyd (así se llamaba el torturado), va pasando del llanto a la muerte, al sangrarle las fosas nasales.

Transcurren aproximadamente diez minutos hasta que el policía Derek Chauvin libera la presión del cuello. Al pretender levantarlo para consumar el arresto, Floyd no responde. Es llamada una ambulancia y los paramédicos dan cuenta de la muerte por asfixia del detenido.

Hoy, según se informa, los cuatro oficiales de la policía que participaron en el arresto de Floyd han sido dados de baja de la corporación, en tanto que Chauvin está detenido para ser procesado por el delito de Homicidio “sin intención”, lo que califica un delito de culpa con todas las posibilidades de que a la conclusión del juicio la sentencia que pudiera imponerse permita la libertad con reservas del homicida.

Así las cosas, “eso que llaman justicia” en los Estados Unidos, vuelve a imponerse. El homicidio en primer grado por tortura fue remplazado por un simple homicidio por culpa leve con todos los beneficios para el policía racista.

Hoy Donald Trump tiene dos grandes tareas que resolver: La pandemia del Coronavirus que coloca a su país en el primer lugar de infectados con más de cien mil muertos y la protesta con violencia que ejercen amplios sectores de la población norteamericana en demanda de justicia para George Floyd.

Se ha impuesto el toque de queda y Donald Trump amenaza con enviar al Ejército. ¿Más muertos? ■

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