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viernes, 29 marzo, 2024
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Y dale con las herramientas legislativas

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Por: Jorge Adán Hernández •

En Zacatecas a cada diputado local se le asignaba una cantidad mensual de más de 200 mil pesos muy por aparte de su sueldo como concepto de herramientas legislativas, este recurso se podía gastar prácticamente en lo que se le antojara al legislador, pues no había mecanismos eficientes de comprobación y de transparencia. La legislatura pasada logró desaparecer ese concepto para que no se siguiera despilfarrando el dinero de los zacatecanos, pero, una diputada local de la actual legislatura pretende revivir esas “herramientas legislativas”, a pesar de los llamados a la austeridad, a pesar de que la crisis actual amerita optimizar el gasto público y ahorrar lo más posible.

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La política clientelar es aquella que carece de ideas, de proyecto y de propuestas. Los políticos que practican la “política clientelar” no tienen seguidores, colaboradores o convencidos, tienen clientes a los que manipulan según sus intereses a cambio de una “ayuda” momentánea.
Hay quienes no conocen otra forma de hacer política más que la forma tradicional, esa política vieja y clientelar que ha mantenido a la sociedad mexicana dormida ante los graves problemas públicos.

El concepto de las “herramientas legislativas” es o era una partida presupuestal asignada a cada diputado o diputada local que facilitaba la práctica de la política clientelar y de la corrupción, además que abonaba a la improductividad legislativa.

Mediante el concepto anteriormente mencionado, se daban “ayudas sociales” que según la creatividad de las y los diputados era repartido en forma de despensas, tabletas electrónicas, calzado, ropa, etc. usted podrá pensar que esas acciones estaban completamente bien, pero, no es así, el trabajo de un diputado local no es andar repartiendo ayudas, sino de vigilar que las instituciones encargadas de apoyar a los sectores más desprotegidos y los programas sociales funcionen de la manera correcta y se garantice una verdadera ayuda a la población, una ayuda duradera, no momentánea y clientelar. Además, el recurso de las ayudas sociales no era entregado a la población completamente, sino que muchos diputados compraban facturas para justificar el recurso mencionado.

Mal acostumbraron a la gente y se mal acostumbraron ellos (los políticos clientelares). La miseria, el hambre, el desinterés y el conformismo que se padece en México desde hace décadas ha hecho que la sociedad crea que un buen político es el que “reparte cosas”, aquel que anda regalando esto y aquello; esa creencia ha hecho que tengamos representantes incapaces de resolver los problemas de inseguridad, de desempleo, de violencia, de corrupción, en fin, se ganaron la confianza de los electores en base a “ayuditas” o “regalitos” que para los políticos representan una inversión que deben recuperar del dinero público.

Es por eso que el retorno de las herramientas legislativas es tan atractivo para los políticos clientelares y más ahora que el año electoral 2021 está a la vuelta de la esquina. Ante la falta de propuestas, de iniciativas, de confianza entre la gente, no queda de otra más que jugar la vieja práctica que convierte a los diputados locales en una especie de Santa Clos y andan por ahí repartiendo “ayuditas”.

México está pasando por una transformación en su vida política, los mexicanos confiamos en que más pronto que tarde se terminen las viejas prácticas que impedían el progreso del país y de la sociedad. La necesidad de abandonar esas viejas prácticas se acentúa con la crisis producida por el Covid-19. Es obligatorio que la visión de quienes se dedican a la política cambie, que no se esté pensando en gastar el dinero público solo por gastarse, ya nos hemos dado cuenta que cada peso mal gastado puede ser indispensable ante una problemática nacional.

Quienes le apuestan al regreso de las herramientas legislativas lo hacen escudándose en el discurso de que la población necesitará toda la ayuda posible ante la crisis económica caudada por el coronavirus, y sí, es cierto, pero eso no significa que se le tenga que dar más dinero a los diputados y diputadas, al contrario, que el dinero del pueblo sea para el pueblo. Así que esos legisladores preocupados por los más vulnerables, tienen la oportunidad de reducirse el sueldo, de disminuirse la partida de viáticos, de optimizar el gasto del congreso y de aprobar un próximo presupuesto estatal con un enfoque social.

Regresar el concepto de las herramientas legislativas es atentar en contra de los zacatecanos, es hacer caso omiso a la necesidad de austeridad, es aferrarse a la política tradicional y clientelar; es ir en contra de la transformación que tanto anhelan los mexicanos. Es inaceptable que sea una diputada de morena la que haga esta propuesta tan fuera de lugar. De avanzar la propuesta, la legisladora seguramente enfrentaría un proceso ante la Comisión de Honestidad y Justicia de su partido, pues los estatutos dicen claramente que no se debe repetir las prácticas clientelares del viejo régimen. ■

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