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martes, 16 abril, 2024
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Queremos maestros rebeldes

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Por: JOSÉ NARRO CÉSPEDES •

El mundo ha cambiado, eso lo sabemos y lo escuchamos con frecuencia, y en buena parte ha sido causado por la inmediatez que ha dado la ilusión de que el mundo se ha achicado, todo sucede en todos lados.

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La información llega en segundos, los productos cruzan el espacio en tiempos que hace un siglo eran impensables, las personas están en las pantallas, aunque sus cuerpos no están y el conocimiento parece estar a la distancia de un clic.

Ahí es donde hoy está la labor cotidiana del maestro, en una lucha en la cual la tecnología hace pensar en un mundo en permanente cambio, pero donde las viejas problemáticas no desaparecen. La pobreza, el hambre, la violencia, la marginación, la discriminación también se adaptaron a la nueva forma de ver el mundo y hoy son más eficientes.

Y el profesor debe poner al alcance de sus alumnos un mundo en el que es necesario discernir rápidamente lo bueno de lo malo, mientras la tecnología parece confundirla. Hablamos sobre la importancia de que los maestros tengan un papel activo en organizar y concientizar a las comunidades donde laboran para cambiar el sistema en que vivimos a un mundo donde el amor y la justicia prive por encima del dinero.

Los maestros luchan cada día con un compromiso invaluable para enfrentar las dificultades que enfrentan para dar una mejor alternativa educativa a sus estudiantes y sus comunidades. Necesitamos de docentes críticos. La educación debe facilitar la comprensión de la realidad, no darla al estudiante precocida. Solo así se forma la autoconciencia.

Debemos reconocer que la educación mal empleada puede convertirse en una cadena. Hablando de los niñ@s, Eduardo Galeano dice: “Se los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera”.

Hoy necesitamos docentes “rebeldes” en las aulas y en las redes porque, al final, si uno no es rebelde van a dejar un mal futuro para nuestros hij@s y los hij@ de los demás. Algo por lo que merece siempre luchar, pensar y estar en perpetuo estado de rebelión.

Un maestro no es rebelde porque el mundo le ha hecho así. Es rebelde porque lee, es capaz de cuestionarse y cuestionar a diario y avanza por caminos, muchas veces llenos de obstáculos. Lo fácil no es ser rebelde. Lo fácil es hacer seguidismo de las modas actuales. Sí, también en educación.

Un docente rebelde, en definitiva, es un inconformista. Un crítico con la crítica. Un espíritu libre en un lugar de borregos. Alguien con opinión propia, amante del aprendizaje y con unas gafas para ver timos, o intereses muy poco educativos.

La educación debe mostrar la desigualdad social y comprometerse con la equidad. Debe permitir al docente cierta flexibilización de los programas oficiales, según los intereses expresados por los alumnos, y no según lo que se supone que es el educando.

Ser rebelde no es fácil porque le obliga a uno a luchar, en muchas ocasiones, contra la corriente. Y en la corriente, ya sabemos que lo cómodo es dejarse llevar.

La educación crítica y rebelde debe ser inclusiva porque para discutir todos debemos hacerlo en un plano de igualdad. La discriminación por género, condición social o cualquier otra diferencia convierte al diálogo libre en una súplica para ser aceptado o aceptada. El debate debe ser parte esencial de la educación.

Twitter @NarroJose

*Senador. Presidente de la Comisión de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural del Senado de la República

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