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viernes, 29 marzo, 2024
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■ El Mirador de Heródoto A cien años, José Árbol y Bonilla vive en el espíritu universitario

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Por: UZIEL GUTIÉRREZ DE LA ISLA* •

Educación es formar al ser humano para el cambio permanente
y aún para la eventual crisis producto de la transición.
Miguel Ángel Escotet.

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El Día del Maestro, instituido el 15 de mayo de 1918, representa el homenaje a los mentores de la juventud al interior de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas, cuyo objetivo no es solo la de formar profesionales, sino la de formar seres humanos, ya que lo primero tendrá que ser consecuencia de lo segundo, el apoyo y el trabajo cotidiano de los docentes e investigadores es indispensable para este logro.

Dado que este 13 de mayo se conmemoró el centenario del fallecimiento de un insigne maestro en nuestra institución, José Árbol y Bonilla, hoy resulta propicio recordar brevemente su vida y las repercusiones en el universo de nuestra “alma mater”.

Según sus historiadores, entre los que se encuentran Cuauhtémoc Esparza Sánchez y Ciro Robles Berumen, Árbol y Bonilla nació en Zacatecas el 5 de febrero de 1853. En el Instituto Literario, actualmente la BUAZ, obtuvo el título de ingeniero topógrafo en 1873 y continuó sus estudios de ingeniero civil en la Escuela de Minas de la Ciudad de México.

En 1876 regresó a Zacatecas y se incorporó como profesor en la institución que lo formó, donde por más de 35 años enseñó Física, Botánica, Astronomía y Cosmografía; este profesional destacado, que realizó el trazo y construcción del sistema ferroviario Zacatecas-Guadalupe, fortaleció con instrumental los laboratorios de Física y Química del Instituto de Ciencias de Zacatecas (ICZ) que hoy forman parte fundamental de nuestro Museo de Ciencias.

Además fue el impulsor, fundador y primer director del Observatorio meteorológico del Cerro de la Bufa, inaugurado el 25 de marzo de 1906. Por su amplia trayectoria, principalmente como docente, en el 2007 la UAZ estableció la presea anual Reconocimiento al Mérito Académico Universitario “José Árbol y Bonilla”.

El origen de este premio se remonta a la asamblea del Honorable Consejo Universitario del 10 de octubre de 2007, en el marco de la celebración del 175 aniversario de la fundación de nuestra institución. A iniciativa de Carlos Ulises Girón Sifuentes, Coordinador de Comunicación Social y Alfredo Femat Bañuelos, rector en el periodo 2004-2008, se determinó hacer la entrega anual de dicho reconocimiento mediante una presea denominada “José Árbol y Bonilla”, a través de la cual se honra la memoria y desempeño de uno de los científicos más emblemáticos de nuestra institución en el siglo XIX y simultáneamente se distingue a un académico activo o jubilado que posea una trayectoria mínima de 30 años en la UAZ, que haya “realizado contribuciones relevantes a la vida institucional de la UAZ”, destacando las “aportaciones y/o impacto en las funciones sustantivas” (docencia, investigación y extensión), con lo que se incentiva la cultura del reconocimiento al mérito y la excelencia.

Una vez aceptada la propuesta, también se determinó el día 5 de noviembre de cada año para su entrega, una fecha con significación histórica, ya que en un día como ese, pero de 1832, se abrió el Colegio de Estudios, mejor conocido como la “Casa de Estudios” en la Villa de Jerez, Zacatecas, promovida por el ilustre Francisco García Salinas, instancia que representa el pasado remoto de nuestra institución.

En lo material, la presea “José Árbol y Bonilla” está conformada por una medalla, una fotografía de dicho personaje y un diploma. Tal premiación se empezó a entregar desde 2007; las Comisiones Académica y de Honor y Mérito del Honorable Consejo Universitario son las responsables de emitir la convocatoria y recibir la documentación, siguiendo estrictos criterios para la selección del galardonado.

A la fecha son cuatro los universitarios laureados con esa presea. El primero fue el historiador Cuauhtémoc Esparza Sánchez (8 de marzo 1926 – 30 de junio 2013), quien por su destacada vida profesional recibió el reconocimiento en 2007. Le siguió, en 2008, el MCD José D. Huerta Peña, autor de una obra universitaria creativa y maciza forjada a lo largo de más de 45 años como docente.

José de Jesús Sampedro Martínez fue el Reconocimiento al Mérito Universitario 2009 (entregado en marzo de 2010), maestro en el más estricto sentido de la palabra, forjador de múltiples generaciones, y quien condensa el espíritu universitario: libre, crítico, creativo, decidido y tenaz.

En el 2010 no hubo convocatoria y en febrero de 2012 se denominó a Rafael Herrera Esparza para el reconocimiento 2011, prestigioso científico (hoy jubilado) que desde siempre, durante toda su trayectoria universitaria, puso en alto a nivel el nombre de la Universidad Autónoma de Zacatecas, tanto a nivel nacional como internacional. El reconocimiento no ha sido entregado físicamente. A partir de entonces no ha salido otra convocatoria.

Desde la Crónica universitaria se pretende dar un reconocimiento público a nuestros maestros, en quienes se cristalizan las funciones sustantivas de la BUAZ; ante la pandemia del Covid 19, valoramos aún más el esfuerzo por continuar con su labor de forma virtual. Ellos generan, estudian, preservan, transmiten y difunden día a día el conocimiento universal; son detonadores de mejoramiento colectivo y crean en la medida de sus posibilidades, instrumentos de transformación para el servicio de la sociedad. De ahí deriva su grandeza, orgullos universitarios, forjadores de nuestra identidad.

Así se observa el mundo desde el Mirador de Heródoto. ■

*Cronista de la UAZ
[email protected]
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