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viernes, 19 abril, 2024
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Grupo Funerario Hernández sigue protocolos de seguridad máximos para fallecidos por Covid-19

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Por: SCARLETT LLAMAS •

■ El manejo de cadáveres empieza en el hospital, donde los médicos están obligados a entregar el cuerpo en bolsas herméticamente selladas

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■ Una opción es la cremación y si se opta por un entierro normal, el féretro es llevado del nosocomio al panteón de manera inmediata

 

Siguiendo las indicaciones de la Secretaría de Salud de Zacatecas (SSZ), e incluso agregando otras más, el Grupo Funerario Hernández realiza labores esenciales para clientes normales y aquellos afectados por el Coronavirus (Covid-19).

En este último caso, el manejo de cadáveres empieza en el hospital, donde los médicos están obligados a entregar, en bolsas herméticamente selladas, el cuerpo.

El personal de la funeraria llega con cubrebocas y googles, y tras verificar el certificado de defunción, donde se señala la causa de la muerte, se procede con las necesidades de cada caso específico.
Covid-19 y neumonía atípica se reciben con equipos de overol completo, careta, los googles y cubrebocas mencionados, así como tres pares de guantes, dos quirúrgicos y uno para lavar los trastes, para asegurar cuidados.

Con todo el equipo y cuidados posibles, el cuerpo es cambiado a una nueva bolsa, agregando cloro en polvo y, una vez más, sellando al vacío. Se mete en el ataúd y está listo para el siguiente paso.

De ahí se dirigen al crematorio, del cual, el grupo funerario es dueño del único en el estado; los cuerpos nunca tocan la funeraria, esto para proteger al personal y para acatar las indicaciones del Sector Salud.

Una vez cremado el cliente, y puesto en una urna, el personal se despoja de su equipo de seguridad y éste es incinerado. Asimismo, la carroza fúnebre es sanitizada y se deja al sol para estar seguros de que el virus muera.

La urna es entonces entregada a los familiares o, en su defecto, llevada al municipio de procedencia del difunto.

Tras realizarse estas acciones se puede solicitar un servicio de velación con las medidas indicadas por la SSZ.

Si se opta por un entierro normal, el féretro es llevado del hospital al panteón de manera inmediata, con un máximo de 4 horas, entre el tiempo de la muerte y el entierro.

En estos casos, el equipo de protección es depositado en una bolsa, donde permanece por 24 horas, que es el tiempo que el virus permanece en la ropa, y posteriormente es incinerado también.

Para las personas que mueren por causas ajenas a la pandemia, las medidas también han sido reforzadas; el cuerpo se recoge con medidas de seguridad un tanto menos duras que en casos Covid-19 y se lleva a la funeraria.

Una vez ahí, el cuerpo es embalsamado y puesto en un ataúd, con la diferencia de que estos tienen que estar cerrados y no se vuelven a abrir.

Se puede velar a los difuntos por máximo 12 horas; a la sala sólo pueden entrar de 10 a 15 personas y todas deben llevar cubreboca. A su vez, está prohibida la entrada a niños y adultos mayores de 60 años.

“Estamos muy mal acostumbraditos a que llevamos a toda la familia y casi acampados en la funeraria”, pero ahora todo tiene que ser más rápido y restringido.

El personal, a su vez, tiene duchas en la funeraria para llegar a su casa desinfectados, aparte de que se proporciona material de prevención a cada trabajador.

La funeraria mencionada ha atendido a 7 de los 18 fallecidos por Covid-19 del estado, y aseguran que su labor es la que sigue en importancia después de los trabajadores de la salud, por lo que aseguran que “lo tenemos que hacer y hacer bien”.

Sobre la posibilidad de que, tras la contingencia los servicios funerarios se vean alteradas, comentaron que la cultura está tan arraigada en las personas, que es muy difícil que las costumbres cambien, aunque, comentaron, deberían mantenerse algunas de las medidas actuales.

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