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jueves, 18 abril, 2024
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Lo que nos espera (primera parte)

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

México y el mundo enfrentan y enfrentarán una de las situaciones más complejas en la historia de la humanidad. La pandemia y sus efectos sociales, económicos, políticos y culturales, han venido a presentarse como fenómenos no vistos, por el propio contexto que los rodea: un sistema económico que privilegió la riqueza de unos cuantos en desproporción a las necesidades de otros muchos; que propició una cultura que hoy nos confronta con la necesidad de hacer frente común a la crisis; una conducta social que, por un lado nos individualizó al tal forma que el espacio común cada vez se vio más reducido y por otro, nos arrancó la confianza y la credibilidad en toda institución a saber, sea religiosa, política o social; y finalmente, un entorno político que desahució a la democracia liberal, permitiendo el surgimiento de su propio virus: el populismo, sea del orden ideológico que sea (sí es que el populismo tiene ideología alguna). El reto que enfrentamos no solo se terminará de definir en las vidas que podamos salvar, sino en el futuro inmediato que tendremos que construir a partir de las experiencias y las oportunidades que surjan.

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Haciendo eco de lo escrito por el analista político Enrique Toussaint, creo que las élites le están fallando a México, pero también al mundo. Por un lado, la clase política no ha sido capaz de abandonar sus moldes anteriores a la emergencia y mantiene, por el lado del oficialismo, una limitación de miras y pequeñez, que le impide convocar a la unidad. Por el lado de la oposición, su enanismo y falta de brújula, les lleva a no ser capaces de identificar los asuntos de Estado de los asuntos de la política y la contienda electoral, al punto de ser incapaces una vez más de presentar una alternativa más allá de su propio beneficio.

Lo que está por venir, que es una reconfiguración del mundo como hace cuando menos cuarenta años no lo vemos, que se une a la ola del populismo, a la denuncia cada vez más presente y ahora dibujada como nunca, de las desigualdades en el mundo, podría configurarse como una oportunidad o como una desgracia, dependiendo de qué rumbo le demos, primero a nuestra respuesta ante la pandemia y segundo, a la reconstrucción a la que indudablemente nos llevarán los efectos en todos los frentes, especialmente el económico.

Lo que nos espera, de no dar un golpe de timón, es una crisis agravada por las confrontaciones estériles, por la mezquindad y la soledad de una sociedad a la que le urgirán liderazgos con un molde distinto al que han demostrado nuestros dirigentes, tanto en lo político como en lo económico. Aunque vamos tarde, estamos a tiempo. ■

@CarlosETorres_

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