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martes, 16 abril, 2024
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El molde que debemos romper

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Por: Jorge Adán Hernández •

La estela de luz construida en el sexenio panista de Calderón tuvo un costo de más de mil 300 millones de pesos; los consejeros del INE actualmente ganan 170 mil pesos al mes, haya o no haya elecciones; este 2020 los partidos políticos en conjunto, recibirán la cantidad de 5239 millones de pesos para sus gastos de solo un año; y así, si le seguimos, encontraremos más datos de cómo por culpa de un modelo político caduco, los políticos se reparten y gastan grandes tajadas de dinero que debe ser destinado al pueblo. Ahora, ante los retos que significa enfrentar la pandemia del coronavirus, nos estamos dando cuenta que la forma en que se ha repartido el dinero público no ha sido la mejor para fomentar el progreso de nuestro país, hay muchas necesidades que debieron haber sido cubiertas desde tiempo atrás; actualmente nos está pesando la clase política insensible que ha gobernado durante décadas a México; aunque La Cuarta Transformación promete un antes y un después en la forma de hacer política; las consecuencias de la política tradicional, se están haciendo notar ahora más que nunca.

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Se ha dicho una y otra vez que los súper sueldos de los altos funcionarios, los privilegios, los bonos, las bondades fiscales para los grandes consorcios empresariales, el aeropuerto de primer mundo, entre otras ocurrencias de los grupos faraónicos que han gobernado, no son lujos que un país como México puede darse, y ahora, lo confirmamos todas y todos al darnos cuenta que hacen falta recursos para proteger a los que viven día a día y no pueden quedarse en casa en la actual cuarentena, o para proteger al personal médico que han actuado como verdaderos héroes ante la pandemia del Covid-19, hacen falta todos esos recursos mal gastados para ayudar a amortiguar la crisis económica a los pequeños y medianos empresarios que serán de los más afectados.

Quizá no nos habíamos dado cuenta, pero México tenía o tiene un molde muy peculiar para sus políticos. Para empezar, la actividad política ha sido vista por muchos de los que se dedican a ella (salvo honrosas excepciones) como un empleo muy bien remunerado, donde el esfuerzo y la concentración de los políticos se enfoca en escalar hasta los peldaños más altos de la carrera política, haciendo a un lado las ideas y los proyectos colectivos, en este mismo espacio ya lo hemos dicho –quien obtenía un cargo alto en gobierno era como sacarse la lotería –se enriquecían y aseguraban el futuro de varias generaciones. Esa forma de ver a la actividad política hacia que quienes vivían de ella se sintieran merecedores de tener un sueldo muy por encima de cualquier mexicano y para variar con privilegios como servicio médico, telefonía, transporte y otros lujos que el trabajador mexicano cualquiera solo puede tener en sueños. Mientras la clase política derrochaba de manera descontrolada la mayoría de la sociedad se mantenía ajena a la política, desconocía los procesos, las instituciones, no había una vigilancia o un contra peso social, por eso los políticos se despachaban con la cuchara grande. Esa forma de hacer política se repetía siempre, en las elecciones no ganaba quien tenía el mejor proyecto o las mejores ideas, sino quien invertía más; quien daba la mejor despensa era el mejor candidato; en los equipos políticos se reemplazaron los oradores, los idealistas y los visionarios, por diseñadores y expertos en marketing, al ciudadano ya no se le daba una propuesta, se le vendía un producto. Todo esto generó los gobiernos y la política que hemos estado describiendo en este texto, y aunque de cierta forma sabíamos que algo no cuadraba, parecía que todo estaba bien, hasta que un virus vino a exhibir lo desfondado que dejaron a México esos políticos.

Las consecuencias económicas y de salud de la pandemia hasta ahora no han pegado tan duro en México como en otros países, pero, aun así, a estas alturas, los mexicanos nos damos cuenta que si el país hubiera sido gobernado en otros sexenios con mayor honestidad y austeridad estaríamos fácilmente más relajados. Aunque convenientemente muchos analistas y políticos dicen que no es momento para hacer diferencias, es necesario analizar el pasado y estudiar los momentos y procesos que ha vivido nuestro país para comprender el presente. Debemos romper ese molde que fabrica a políticos insensibles que ven solo por los beneficios del momento, ya estamos viendo que del dinero del pueblo cada peso mal gastado o dado por perdido por la corrupción puede ser más aprovechable y necesario en algún rubro importante. Está pandemia sin duda dejará muchas experiencias y aprendizajes.

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