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jueves, 28 marzo, 2024
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Justicia feminista vs Justicia Patriarcal

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Por: Margarita Justicia •

Al estar en derecho, podemos hablar sobre el mejoramiento de las instalaciones, sobre el estancamiento del plan de estudios para ponerse a tono con el avance en materia de derechos humanos, muchas personas hablan de profesores con alto grado de profesionalismo, reputaciones importantes e intachables a simple vista. Pero hay una historia que muchas y muchos quienes han pasado por la Facultad de Derecho de la UAZ saben y no cuentan, un secreto a voces: las agresiones sexuales de muchos profesores contra las alumnas.

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El pasado jueves 5 de marzo, nuestras compañeras, las alumnas de la unidad académica de derecho decidieron hacer un tendedero. Se colgaron distintas denuncias hacía los maestros, que iban desde acoso acoso sexual, algunos con miradas lascivas, comentarios machistas y sobre todo una denuncia de una compañera que denunció haber sido violada y obligada a abortar por un profesor. Al leer todas y cada una de las denuncias, nos sorprendimos, y cuestionamos, ¿a la unidad académica de derecho, le interesa nuestra integridad y la de las demás alumnas?

Como estudiantes de derecho y abogadas tenemos la obligación de preguntarnos si ha existido justicia para esa alumna y todas quienes históricamente ha soportado este tipo de vejaciones en la Universidad, todo lo expuesto no sólo en el tendedero de la Facultad de Derecho sino en muchas otras escuelas y unidades académicas en donde las mujeres hemos decidido no callar más. Ante ello nos respondimos con un sí; claro que existe la justicia, pero la justicia patriarcal.

Nos indigna el saber que no nos encontramos seguras dentro de la universidad, que el respeto que nos exigen mantener hacía los docentes, ellos no lo tienen hacía nosotras, que su abuso sigue y ante las denuncias solo se limitan a burlarse y tacharnos de mentirosas cuando las que estamos perdiendo somos nosotras, nuestra dignidad, nuestra confianza, nuestra integridad, nuestra salud física y emocional. Y más aún, al denunciar quienes nos vemos expuestas en una cultura de la violación somos nosotras, son las víctimas, porque en primera instancia la comunidad pone en duda el dicho de cada mujer que ha sido vejada, porque los agresores haciéndose valer de sus conocimientos incluso han recurrido a las denuncias penales para intimidar a las denunciantes y lavarse la cara.

Hoy en día no sentimos orgullo de la universidad que debería ser un espacio de construcción de comunidad en donde todas y todos independientemente de nuestro sexo, género o condición etaria tengamos la misma voz y respeto a nuestros derechos.

Su justicia patriarcal ha ido muy lejos, los profesores son los indignados ante las acusaciones y nos exigen que hagamos lo que es correcto, que esas no son las formas; ¿entonces cuáles son las formas? Al presentar nuestras quejas sobre acoso en la oficina pagada por Rectoría para ello, solo nos dan “recomendaciones”, nos ofrecen hablar con nuestro acosador para llegar a un “arreglo”, todo esto contrario a disposiciones de la convencionalidad que determinan que en violencia de género no cabe la conciliación debido a las relaciones de poder entre víctima y victimario.

La situación es simple: ellos no tienen por qué acosarnos, ni vernos, ni decirnos ningún “halago”, su función es transmitirnos sus conocimientos, ¿en dónde queda su ética, sus doctorados y reputación?, ¿esto es lo que enseñan en derecho, a violentar y después salirse con la “suya?”. Hoy cuestionamos el derecho en Zacatecas desde la Facultad de Derechos de la UAZ, lugar en donde se forma a ministerios públicos, jueces y juezas y abogadas y abogados litigantes que después vulneran y revictimizan a las mujeres y niñas.

Nosotras no estamos seguras en ese lugar y no creemos que lo estén las demás alumnas de la universidad. No es un centro de enseñanza de mejores formas de construir comunidad, es un lugar más de esta sociedad patriarcal, lleno de acosos, de abusos y violaciones a nuestros derechos humanos. ¿Qué tenemos que esperar, qué nos violenten a todas para así creer y tomar acciones? Ya mataron a una joven en la Facultad de Derecho y no pasó nada.

Les creemos a nuestras compañeras que denunciaron e indigna y da miedo estar en un lugar donde se encuentran acosadores y nadie hace nada. ¿Por qué debemos protegernos en un lugar donde se supone que no deberíamos hacerlo, donde nuestro único interés es ir a estudiar, aprender, reír con nuestros compañeros y compañeras? La Universidad es un lugar a dónde nuestras familias nos mandan con un gran esfuerzo. No tenemos por qué cuidarnos de ser la siguiente, la siguiente a la que violan, a la que insultan, a la que acosan y después de todo quedar ante la comunidad como la mentirosa. ¿Qué ganaríamos con mentir si de todos modos a nadie le importa?

No queremos ser la siguiente, no queremos que alguna de nuestras amigas, de nuestras compañeras lo sea. Este derecho patriarcal se burla de nosotras, nos deja a un lado, pisotea nuestros sueños de terminar la carrera y los transforma en violaciones e injusticias, ¿así será siempre? ¿Pasaran y pasaran alumnas por esos pasillos y todas tendrán que cuidarse de no ser violentadas por los docentes? Así es derecho, un lugar donde los acosadores se encuentran en los salones dando clases.

La Facultad de derecho es un lugar patriarcal donde su interés son las posiciones de poder y no las alumnas, donde les importa únicamente su “reputación” y no nuestro bienestar. La incongruencia se encuentra en esos pasillos donde se jactan de justicia y ética pero cuando se habla sobre la práctica de las mismas en sus docentes y su abuso de poder se les olvidan esas dos palabras. Nos entristece que hablen sobre la falta de un debido proceso en el tendedero, cuando ellos desde un principio nos fallaron en nuestro derecho a la educación y a una vida libre de violencia. Nuestros derechos están en juego y a ellos solo les interesa que su posición política se vea comprometida. Ahora resulta que todos son víctimas de obscuros intereses cuando generaciones y generaciones de abogadas saben la manera vil en que se han conducido históricamente.

Estamos cansadas de seguir pasando por situaciones de riesgo y que se nos atribuya una falta de capacidad mental y conocimiento jurídico ¿a quién en verdad le falta esa capacidad? La autoridad y el profesorado se han visto rebasados ante el despertar de las mujeres, primero éticamente y después en su respuesta institucional sobre todo para garantizar nuestro derecho al acceso a la justicia cuando somos víctimas de violencia machista.

El problema realmente es su falta de capacidad y de empatía. No nos ven como seres humanas, sus omisiones contribuyen a nuestra cosificación. No vamos a permitir que prevalezca la idea de que tienen derechos para acabar con nuestra dignidad. Nosotras entramos, nos esforzamos y nos dedicamos a nuestras clases para poder culminar la carrera de licenciadas en derecho. Una carrera que elegimos y tenemos interés, no para que nos vean de manera lasciva, nos acosen, nos insulten e incluso nos violen o abusen sexualmente. Si la sociedad no ve eso como nuestro derecho, entonces la sociedad es el problema.

Nosotras les creemos a las denunciantes, creemos en esas denuncias, porque además de que son muchas cada una nos lastima. Además nos lastima es ver la indiferencia de la sociedad. Estamos preparándonos como abogadas porque vamos a arrancar de origen este derecho patriarcal, porque la justicia será feminista o no será. ■

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