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martes, 23 abril, 2024
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Investigación y ciencia

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

En su libro de 2006 “Not even wrong” (Basic Books, p. 206) Peter Woit escribió: “Una explicación que permite la predicción detallada, y exitosa, de lo que ocurre cuando se realiza un experimento que no se ha hecho antes es el tipo de explicación que puede ser denominada “científica””. Más de un experto en “metodología posmoderna”, “hermenéutica” o “lógicas alternativas” podrá refutar, a través de prolijos discursos, la afirmación precedente sin apenas ruborizarse. Para pensadores de ese cariz no es difícil defender que la ciencia es una “ideología de la dominación” cuya “lógica instrumental” extingue el “auténtico pensar”. Por su parte, la proclama de Woit pretende desterrar de los salones de la ciencia seria la “teoría de cuerdas”, surgida de una comunidad de físicos teóricos, porque carece de capacidad predictiva. ¿Cambió en algo la situación en la teoría de cuerdas desde 2006? Sí, mucho, porque quienes la ejercen han decidido que para evaluar una teoría como científica resultan insuficientes criterios relativos a predicciones y experimentos, no así otros tales como la “elegancia” o “belleza” (véase G. Ellis, J. Silk (2014) “Scientific method: Defend the integrity of physics” Nature 516, p. 321). Es notorio que hoy día las teorías se quieren misteriosas (como la filosofía de Heidegger) o bellas (como la literatura de Nietzsche). ¿Por qué acontece este cambio? La explicación más verosímil nos remite a las condiciones de reproducción social de una teoría (Gustavo Esteban Romero “Cuando los científicos adaptan la realidad a sus teorías” El País, 16/02/2020). Se necesita dinero para equipar a una universidad que forme científicos, y más aún para que estospuedan dedicarse a desarrollar investigación, someter a prueba sus resultados y, de ser necesario, descartarlos si no funcionan. Este último paso no se puede hacer con facilidad: mucho dinero está en riesgo. Por eso parece que la mejor solución es adherirse al “posmodernismo”, una sofisticada red de sofismas que nunca producirá nada más que discursos ininteligibles y caros. Sin embargo, el movimiento hacia el “pensamiento débil” no responde a aviesas intenciones, sino es el resultado de un modelo de reproducción de las comunidades científicas basado en la financiación de sus proyectos por agencias de toda índole. Este modelo encuentra su máxima realización en Estados Unidos, donde la vida laboral de un científico está ligada a su capacidad para conseguir dinero para sus proyectos, lo que le permite ganar contratos en universidades a las que se irán parte de los recursos obtenidos. La discusión previa entronca con la problemática de la UAZ en un punto, para notarlo conviene reproducir la concepción de ciencia que aparece en los “Resolutivos del Congreso General de Reforma” de 1999. Se puede leer, en la página 24 del documento citado lo siguiente: “La ciencia no es contemplación sino intervención humana sobre el mundo a fin de hacerlo inteligible y de ese modo, dentro de límites variables, predecir su comportamiento e influir en su transformación”, con el siguiente matiz: “la generación de saberes no está -ni debe estarlo- regida por una exigencia de aplicación técnica –o económica- inmediata. Tampoco puede ser planificada en todos sus detalles, pues su propio desarrollo modifica las condiciones y las orientaciones iniciales de la investigación”. ¿Qué fue de estos loables puntos de vista? Quedaron ocultos por la visión obtusa que privilegió los pseudoproblemas financieros por encima de cualquier otra perspectiva. Y ello a pesar de que existen condiciones que parecen darles viabilidad, porque, al contrario de los investigadores norteamericanos, la vida laboral de los académicos de la UAZ está sujeta por un contrato colectivo, no por la veleidad de los programas gubernamentales. Cosa diferente es que esos investigadores, por convicción, ignorancia o codicia, pretendan lastrarse a un modelo como el del vecino del norte, cuyas virtudes son ajenas al contexto mexicano por la carencia de fondos, equipo, bibliotecas, pero cuyos vicios pueden ser amplificados por las circunstancias locales. Peor aún, en la UAZ existe una fuerte tendencia a desaparecer el financiamiento universitario a la investigación por falta de recursos, así que todo quedará en manos de los “bajadores profesionales” de dineros, sus “estafas maestras” y las líneas de investigación que el gobierno federal quiera fondear. Esto genera “investigadores a la carta”, mientras haya dineros federales habrá investigación en tal o cual línea, relevante o no para Zacatecas, lo que quizá no este mal: mientras se resuelvan problemas no importa que sean los de Zambia.Aducimos una última cita de los Resolutivos: “Cabe decir que la investigación científica no es la única, ni la más importante estrategia de invención humana sobre el mundo; por sí sola no agota las posibilidades intelectuales, afectivas y propositivas del ser humano”. Con esto se pretendió darle cabida a la práctica de actividades no científicas como la música, el deporte o el arte, cuyos productos son “invenciones”, resultado de imaginerías que no se someten a la prueba experimental porque no afirman ni niegan algo sobre el mundo. Se produce entonces una tensión en el discurso reformista: se declara la importancia de la ciencia, pero para evitar problemas se acepta que no es tan importante. En resumen: se cae en el posmodernismo para escapar de un conflicto político.

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