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viernes, 29 marzo, 2024
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¿Cómo festejar a la Patria?

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Por: La Jornada Zacatecas •

Los actos cívicos cada vez se han convertido en actos litúrgicos con poco significado. Un santoral de ‘héroes que nos dieron patria’ recorre el calendario cívico escolar que, una vez que la doctrina nacionalista cayó en desuso, las fechas se convirtieron en suspensión de labores sin ninguna referencia al evento que (en teoría) las provocaba. El 21 de marzo se suspenden las actividades porque ese día nació el Benemérito de las Américas. Alguien pregunta, “¿por qué no hay clase?”, y se le responde, “porque ese día nació don Benito”. Suena irracional. En la ausencia de atmósfera nacionalista, festejar las fechas clave de la historia de México con suspensiones es tan inútil como los puentes que generan. ¿Qué es eso de ‘los puentes’? Una manera de cultivar el ocio, sin vinculación alguna al supuesto motivo que las justifica. Un absurdo. Pasamos de liturgias cívicas del cultivo de la historia oficial que convertían a los gestores sociales de nuestra identidad en santos cívicos, a una mera serie de fechas para suspensión de actividades francamente vacías. Donde también se organizan desfiles deportivos que tampoco se vinculan con los eventos ocurridos. En ambos, la meditación de la historia que conformó la identidad de la nación esta ausente.

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Claro que es importante el cultivo de la memoria patria, pero a partir del conocimiento y la reflexión sobre la historia real. Para eso, debe de cambiar la manera de festejar los eventos clave de la historia. ¿Se puede pensar en que el día del festejo se programen jornadas de conocimiento de la historia del motivo de la rememoración? Sería interesante que en septiembre se hagan lecturas sobre el movimiento de independencia, conferencias, debates a partir de alguna película proyectada y se acerquen los jóvenes a la apasionante vida de Hidalgo, Allende y la Corregidora. Entender la historia no como un juego de las voluntades de los personajes que conocemos como ‘héroes’, sino todas las condiciones económicas y políticas de los eventos. De igual manera la Revolución Mexicana, donde la versión oficial pone a Carranza junto a Villa y a Madero junto a Zapata. Pero no se menciona que Madero incumplió sus promesas de justicia social y recibió el calificativo de ‘traidor’ por parte de los revolucionarios de Morelos. La memoria histórica hacerla acompañar de conciencia crítica. Si eso se lograra, sería un hitazo.

Uno de los frutos del cultivo de la memoria histórica no sólo es que los estudiantes entiendan su origen y decurso, sino un objetivo aún más importante: que amen a su país, a su patria. Que una pasión positiva los cubra para que su futura acción política esté orientada por ese amor patrio, y eso evite que hagan uso indebido de los recursos públicos. Cuando se conoce el esfuerzo de este pueblo en forjarse una identidad y un futuro, no queda más que amarlo. Y con ello, querer emular a Hidalgo, Morelos o Zapata, y despreciar los ejemplos de Huerta o Diaz Ordaz. Y cuando escuchen a Negrete cantar “México lindo y querido si muero lejos de ti…” se llene el alma de eso que Paz descubrió como una particularidad de los mexicanos: el grito de orgullo nacional. ¡Viva México!

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