Paraguay es un país con la manota extendida para quien quiera estrecharla.
Se parece en algo el ciudadano Paraguayo del zacatecano de todos los días: son francos, estilan una educación y buen trato con la gente, claro no falta el tosco y el amargado, pero eso, ambos pueblos entre si, deberán aprender para aquietarse.
Siempre nos ha llamado la atención este enigmático país con apenas 7 millones de habitantes pero con un potencial que lo hace singular en el mundo, ya por haber sido pionero en la red de trenes en toda sudamérica, por ser uno de los estados del mundo en ponderar el habla bilingüe,-guaraní y español- y funcionar como un país con una alta cultura y de historia que lo baña entre lo grandioso y lo fantástico.
La minería produce el 25 por ciento del producto interno bruto y emplea a 31 por ciento de su población en ese rubro, Paraguay es el primer exportador mundial de energía eléctrica, primer exportador mundial de azúcar, y después de china y Estados Unidos, tiene la tercera flora mundial de barcazas con casi 300 remolcadores gigantescos.
Siempre me llamaron la atención en la Argentina por su forma de conducirse con cualquier persona o grupo, serenos y en extremo trabajadores, ocupan una gran gama de diversos oficios, sobre todo en la construcción, mano de obra , limpieza y gastronomía en este país que alberga fácil a casi 3 millones de sus habitantes.
Data de ayer la historia de las inmigraciones y la mezcla poderosa de culturas ha hecho que ambos países mantengan una fuerte presencia en el panorama de la cultura, el comercio y el intercambio de genes. La comunidad paraguaya me trasladó a los traspatios de sus villas proletarias de José C paz y a ellos me debo con profunda devoción, respeto y admiración por su cultura, mas cuando supe de su portentoso y heroico presidente Francisco Solano quien afrontó la guerra de la triple alianza contra su país en la debacle de 1860-1867, pues Argentina, Brasil y Chile de plano vieron con malos ojos que dicho presidente instaurara un modelo que rayaba en el comunismo mas radical: un elevadisimo nivel de vida para sus habitantes, educación y salud gratuita, tribunales populares en defensa de su movimiento, y ante los ojos de las oligarquías feudales e industriales nacientes de la alianza ABC, optaron por masacrar a todo un pueblo, disminuyendo considerablemente la población masculina por haber caído en lucha en esa guerra infame y desproporcionada.
Le digo a numerosas amigas y amigos argentinos qué opinan que la Capital del Paraguay, la calurosa Asunción fuese durante muchos años la capital de la Argentina en las épocas mas aciagas por sus invasiones, piratería y ausencia de infraestructura, al escuchar que esa ciudad o Potosí Bolivia llegaron a ser las grandes proveedoras de todo tipo de ganancia y comercio para las grandes ciudades argentinas, levantan la ceja pues ahora mencionar Boliguayo, es una forma despectiva de referirse a los inmigrantes de esos países.
Mi caída en la admiración de los historiadores Bartolomé Mitre y del educador Domingo Faustino Sarmiento fue saber que ambos insignes participaron y alentaron la guerra de la triple alianza en contra de un país que se alzaba como ejemplo de virtudes en la economía, la fraternidad, el crecimiento, pero también el mal ejemplo de poner las otroras misiones jesuíticas que protegieron a los indígenas, en casos exitosos como las que el presidente Solano puso en marcha y fue novedoso, mucho antes que existiera la Cuba Martiana y fidelista.
Paraguay es singular pues por doquiera se habla el guarani y lo hablan con orgullo y los noticieros y estaciones radio y otros medios en donde se valida un sello delirante de su cultura con una mezcla criolla de españoles, italianos, alemanes, polacos y japoneses. Recordé mucho a Mérida, Yucatán, en donde las similitudes físicas son sorprendentes.
Mis respetos cabales, sus ciudades son terapéuticas para la vista, músculo para nuevas andanzas, ejemplos vivaces de recuperación, resiliencia y orgullo por el trabajo, la cultura y el distintivo minero, agrícola e industrial con nuevas propuestas. ■
