■ Necesaria, una nueva Constitución en aquel país: Figueroa
La movilización social en Chile evidencia que siguen vigentes los preceptos de izquierda y las demandas de libertad, democracia e igualdad, afirmó Víctor Figueroa Sepúlveda, investigador de la Unidad Académica de Ciencia Política de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ).
Durante una conferencia impartida este viernes, el académico expuso que, después de la dictadura de Augusto Pinochet sólo hubo una ilusión de democracia porque hubo la posibilidad de votar, pero se mantuvo un sistema político y económico que derivó en uno de los países más desiguales del mundo.
Incluso recordó que, luego de la dictadura, Pinochet permaneció en el Estado como comandante general de las fuerzas de seguridad, además de que no se modificó mínimamente el rumbo de las políticas.
“La organización política postpinochetista en realidad nunca ha sido postpinochetista. Lo que hubo fue una prolongación en términos de democracia procedimental, pero sin un marco que ofreciera derechos a la población. Este fue el marco adoptado por los políticos y estos los hicieron suyos. Se convirtieron totalmente al esquema neoliberal pinochetista predominante”, explicó.
Figueroa Sepúlveda comentó que en ese momento la gente estaba contenta por la salida de Pinochet del poder, es decir, “la alegría era que Pinochet saliera, pero en el fondo él no salió y se mantuvo en el corazón del poder estatal”.
Además, refirió que se instauró un sistema electoral que iba a hacer imposible cualquier cambio fundamental en el modelo político, en el que dos fuerzas compitieran por el poder pero sin cambiar nada. A esto se le llamó “democracia protegida”.
Manifestó entonces que las movilizaciones actuales están motivadas por todas las injusticias que vienen desde la dictadura y buscan reducir la desigualdad, pero aún no avanzan en una demanda más amplia como la generalización de las oportunidades sociales o contra el capitalismo.
Sin embargo, dijo que esto se ha reorientado hacia la demanda de una nueva Constitución, que tuvo que ser asumida por los políticos, lo cual sería histórico no solamente en Chile, sino en todo el mundo, en el caso de que la sociedad participe efectivamente en ese proceso.
Figueroa Sepúlveda consideró entonces que una nueva Constitución es necesaria y que en ella se ordene de manera distinta la realidad del país, o cuando menos se adapte a la condición de un pueblo que ya no permite más desprecio, humillación y desigualdad.
