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viernes, 19 abril, 2024
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La tenacidad de la escritura del poeta David Huerta*

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Por: RAFAEL CALDERÓN •

La Gualdra 409 / Poesía

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La lectura de poesía en estos tiempos es como en la antigüedad: es determinada por una inmensa minoría, al celebrarla se mantiene presente, registra el nombre de estos y aquellos autores. No creo que Virgilio, por más célebre, ni Horacio, por reconocido; gozaran de grandes masas de lectores, pero hay que alegrarnos, entre esa inmensa minoría de lectores tuvieron un mecenas como Augusto, y la promueve decididamente; se comprende que había que leerla con placer y conservarla para generaciones ulteriores. Lo que sigue aquí es una aproximación a la poesía de David Huerta, pensando que la inmensa minoría de lectores prevalece para estos tiempos y, en su caso, hay que afirmarla por el verso final de Cuaderno de noviembre: “Es la tenacidad de la escritura”.

Es autor de más de dieciocho títulos de poesía y sus poemas reunidos abarcan alrededor de mil setenta y tantas páginas y lleva medio siglo revelando sus enigmas. Esto lo confirma entre los de su generación porque aspiran en parte a superar clásicos de la poesía castellana y sus modelos han sido Pablo Neruda, Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez, Tomás Segovia, Juan Gelman, y el día de mañana, tal vez los iguale o incluso pueda que los supere por el acometido del quehacer de la poesía; es visible la influencia de la Obra poética de Octavio Paz, ejemplo del orden y de la unidad imponente. David Huerta es autor de una obra que construye con el ejemplo de éste y con el rigor de aquéllos y sigue escribiendo para alcanzar paralelo con títulos como La realidad y el deseo de Luis Cernuda y Tarde o temprano de José Emilio Pacheco.

La construcción poética la convierte en un recorrido, confirma la unidad de sus aciertos, y puede que suceder como resumen apresurado. Su aparición literaria es inaugurada con poemas que, por su estructura e intención en el título Jardín de luz es, hay que decir un volumen normal y cuatro años después sale a relucir una característica personal suya en Cuaderno de noviembre: la tenacidad de la escritura es la que confirma al escritor torrencial. Con éste registra la primera madurez de su travesía lírica; el otro momento es visible con Incurable que, de inmediato, lo reconocen como y el que evidencia que toda su vida está totalmente dedicada a la literatura.

Pero antes hay que reconocer diferentes ciclos de su recorrido y situar la primera salida de los títulos que configuran su escritura que, más tarde, consagra su lugar con su poesía reunida bajo el título La mancha en el espejo, misma que salió hace poco más de un lustro y sigue vigente y sostiene un itinerario que le permite llegar erguido a los 70 años de vida. Este título marca una presencia: desplaza o rompe imágenes. Es el título donde sucede el encuentro de la luz, el silencio relativo, con el que se sintetiza que toda su vida sucede bajo el fuego de la escritura. Ya que literariamente nació con el movimiento del 68 y esa circunstancia determinó su condición de poeta. Es el punto de partida para destacar su estilo con el versículo largo que, por lo mismo, no deja de observar las formas clásicas en su poesía, ya sea porque la estudia o despeja dudas y sale a relucir su enorme erudición al analizarla o en sus poemas es, igualmente, una práctica.

Existen autores que uno reconoce por alguna antología y a David Huerta lo ubicó por La rosa de los vientos. El puñado de poemas ahí incluidos llevan a buscar su obra; lo poemas representan un acierto y Francisco Serrano reflexiona de su acción poética: desde entonces su madurez –por lo mismo– marca esa directriz para continuar leyéndolo. La segunda imagen que determina ahí su presencia es su juicio crítico, en particular, el prólogo a la poesía de Efraín Huerta –su padre–, donde no condicionar la lectura, más bien, invita a buscar la obra y de un plumazo olvidamos al hijo para reconocer la generación de Huerta, junto con Octavio Paz y José Revueltas. Impone claridad crítica, juicios propios: pregunta, interroga, lanza posibles respuestas; invita a la leer la poesía de Efraín Huerta.

Por esto, David Huerta es parte de ese registro y de esa amplia búsqueda: como reconocer su condición de poeta, llevar a cabo el encuentro con su poesía, y sucede esa visibilidad por los títulos publicados. La escritura está presente en sus expresiones que lo llaman y se convierte en referencia obligada, cuando salen a relucir ciertos títulos: sucede con Cuaderno de noviembre por ser un poema torrencial; Incurable es determinante para reconocer su madurez. Sin éstos no se puede llegar a un resumen, pero se puede leer y avanzar y reconocer su individualidad, éstos y aquéllos marcan coordenadas; surgen los otros títulos igualmente novedosos. Éstos salen al paso y se convierten en el centro de su presencia, y están llamados a permanecer como ejemplo de su huella literaria. Incurable es el poema de largo aliento que determina tanto el versículo como la unidad de los nueve capítulos. Ante todo colinda con un género anfibio como es la novela y a la vez es un poema de un lirismo penetrante.

Para matizar parte de éstos hay ir al grueso de su poesía, revisarla, reconocer que despierta interés por un título abrazador como es La mancha en el espejo. Ya que entraña la realidad que late y vibra; tiene equilibrio entre lo que dice y resalta su amplia búsqueda. Es afortunado el título: la experiencia, el goce, la musicalidad que encierra y el caudal del verso larguísimo está llamado a convertirse en un río o extenderse como un lago. La mancha en el espejo permite explorar y seguir su huella. La senda del nómada no termina de decir todo lo que está expresando. La expresión verbal es notable. Su estructura es conmovedora pero admirable su realidad lírica que colinda con la narrativa. Es un hecho probado su huella y reconocer el quehacer constante del lenguaje de su propia inspiración.

Por esto, hay que regresar a los poemas seleccionados por Francisco Serrano de David Huerta en La rosa de los vientos y recordar que registra un punto de arranque que no se detiene sino que invita a conocerlo, revela esa coordenada, busca reflejar espejismos en plural para su diálogo. Serrano escribe a partir del diagrama que representa los puntos cardinales de la poesía mexicana de su generación –ya que nacieron el mismo año–, mira hacia el sur: entre los autores de esta generación hay una sólida tradición al escribir poesía y son los que vivieron de manera activa los sucesos estudiantiles del 68. Esto marcó a David Huerta, así como “la música de los Beatles, y su revolución, tuvieron que asumir que ese sueño había terminado”; advierte que “existen afinidades y convergencias”. “Su poesía es tan variada como sus personalidades”, propiamente David Huerta es “poseedor de una excepcional imaginación lingüística y de una conciencia escritural muy diestra”.

Para reiterar que “un paso es un poema”, tomando en serio la extensísima unidad de su obra y “un destino en la literatura no desea sólo un repertorio, sino un movimiento”, porque “ha creado una obra hecha de brillos y opacidades, una suntuosa corriente léxica que en sus mejores momentos es un apasionado e inteligente diálogo entre los espejismos de la realidad y el yo del escritor”. El verso inicial de Incurable es imponente: “El mundo es una mancha en el espejo”. Merece una lectura aparte o desentrañar coordenadas y recordar que ya es parte de los grandes poemas de la poesía mexicana, destacando su resonancia, su copiosa escritura, así como el fluir del yo para anotar que está sostenida la densidad que caracteriza sus versículos, viendo ese salir o entrar del yo de la vida y llegar al resumen de lo que está visible por la letra escrita. El poeta enfrenta las palabras como en ninguna otra etapa de su poesía. Deja sentir su máxima elasticidad verbal y acaricia sus diferentes significados. El discurso se extiende por diferentes momentos. Es, por lo mismo, una etapa de su búsqueda y registra lo que desea escribir: habla del mundo que lo rodea. Es, posiblemente, este poema el ejemplo de su soledad, pero sucede a semejanza de lo que aspiran a dejar visible por lecturas de poetas del siglo de Oro: en su individualidad, Incurable, aspira ser una literatura.

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¿Cuál será la definición exacta del poema publicado por David Huerta cuando tiene 38 años y previamente dio a conocer cinco títulos de poesía? Incurable es un poema central en la poesía de estos tiempos. Los nueve capítulos encierran una parte fundamental de esa posible respuesta y responden a las interrogantes que despierta ante el posible lector para enfrentar su lectura. Hoy día no sabe de un tipo de lector como aquél que encarnó fabulosamente la poesía novohispana, como la del erudito zamorano Alfonso Méndez Plancarte, en particular, su prosificación del poema El sueño de Sor Juana; la lectura magistral de Piedra de Sol de Octavio Paz, como la que realizó José Emilio Pacheco, y ya en este siglo, al mismo poema, la brillante lectura de Víctor Manuel Mendiola. Incurable aún no encuentra el lector supremo ni se ha dicho todo lo que encierra como obra portentosa, abigarrada de un barroquismo muy personal como reconocer esa identidad que le llega de Góngora y la influencia inmediata de un poeta de versículos que son únicos como los de José Lezama Lima. Incurable es fundamental cuando se habla de su autor y reconocer ese momento clave de su lenguaje. Éste permite ubicar el lugar que ocupa, decir y situar una parte de su biografía literaria por la densidad de sus versículos, así como reconocer su maestría conmovedora.

Por su anatomía registra una estructura y por densidad de páginas es una amalgama de fuentes y expresiones, alcanza por la extensión de sus páginas a ser considerado como el ejemplo de una novela. Pero tiene registros minuciosos del lenguaje, más bien, como si fueran una fuerte identidad con el versículo y la gravedad de las palabras que señala y anota la presencia de un río abundante de imágenes. Este poema-novela cambió el panorama de las letras mexicanas hacia los últimos años del siglo XX. Desde su apuesta conecta esa postura que nos llega de Mallarmé: la prosa no existe y este poema un tanto épico es un trazo de aquella fuerza narrativa y sin ser expresamente resultado de la prosa.

Los capítulos son una realidad nutrida de semejanza con la escritura de constante movimiento y al enumerar la fuerza de su movilidad es imponente. Está presente al realizar una lectura para deslumbrar, aunque tal vez cansa, eso sí. Pero su impacto verbal teje sonidos, desentraña significados, determina periodos interiores. En ese orden sus metáforas resultan ser dignas de su propia revelación poética.

Es Incurable una obra unitaria y brilla en el espejo del idioma. Ese reflejo es parte del estilo del autor: impone estilo y señala múltiples rupturas. Recuerda la tradición del poema largo, como Primero sueño que es el poema de la poesía novohispana; Muerte sin fin, de Gorostiza, el que unifica la presencia de los Contemporáneos; Piedra de Sol, de Octavio Paz, determina la generación de Taller y, en realidad, el siglo XX; la generación del medio siglo es representada por El reposo del fuego, de José Emilio Pacheco; en el caso de los autores nacidos en la década de los cuarenta Incurable gana presencia, se encuentra al frente de esta realidad; su definición es una constante que aún no termina. Por esto hay que revisar lo que se publica después y reiterar que es determinante, su autor no se repite ni escribe de los mismos temas.

El verso inicial dice: “El mundo es una mancha en el espejo”. Pero encierra “palabras del alma humana”. Es un poema urbano y de la ciudad y sus múltiples escenarios: la mira una y otra vez por el espejo y sus variantes: “El mundo es una mancha sobre el mar del espejo”. Es directo y afirmar: “Hay árboles bajo la terraza”. Todo ese follaje de la naturaleza es visto por la perspectiva, por sus variantes, se queda presente el juego del lenguaje, la cartografía que explora alrededor del idioma. Sucede entre pasos de tierra firme, perfectamente se puede hacer notar su unidad. Tienen semejanza los recuerdos de aquellos juegos infantiles que nombra; es la fábula de los días transcurridos. Explora el lenguaje y la clave de sus metáforas. Con cierta letanía de imágenes impone lirismo: “hay, previsiblemente, una puerta de vidrio”; busca encuentro con los sueños, la fisura de un ataúd, o mira ese contraste de vidrios y espejos, se puede observar cómo transparenta las preguntas.

El poema tiene cercanía con el génesis y éste aparece y se impone de pronto por ser parte del verso como si fuera un impacto memorable ese orden histórico de la lejanía religiosa: “Ahora camina Lázaro. Ceniza muerta o porte de vidrio, gozne anegado, brisa de húmedo chisporroteo”, se prolonga, lo determina por la fuerza del lenguaje. Sucede por la calma, la puerta, el vidrio. O decir que surca la vida un paréntesis entre cenizas o caminos. La coordenada del río, la fuerza de la vida, los nombres sellados por el agua; se le pone nombre a los ríos y los lagos; el fuego del lenguaje hace meditar, transforma la ciudad como si fuera una permanencia de los dioses que sostienen toda una eternidad. Es un recorrido que va configurando a la manera de los poemas clásicos en un círculo y he ahí su sonoridad de nueve apartados: no oculta sino que refleja la soledad si se quiere; el entrecruzamiento de la letra escrita muestra un mapa de múltiples lenguajes: lo popular, corriente o de pronto imágenes precisas y llenas de erudición: surge la metáfora y se manifiesta.

Es Incurable el poema que tiene varias formas y la copiosa fractura de la vida: espejismos de muerte o muecas y son parte de su cartografía y del idioma; transforma y avanza, refleja un yo firme del autor. Esto reflejos son el punto de la exploración: arde con fulgor y audacia esa realidad del “mar de pasiones”. Por lo que resulta aleccionador reconocer la presencia de aquellos autores que lo influyeron, como Lezama Lima, Góngora y Neruda, quienes están visibles en su discurso y en la mirada de su poesía.

 

 

* David Huerta recibirá el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2019 durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

 

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_409

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