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viernes, 29 marzo, 2024
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Bolivia: aberrante recordatorio

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

(Antes de comenzar: al momento de redactar este texto, la tinta sustancial respecto a lo sucedido en Bolivia apenas comienza a verterse, por lo que debe entenderse que, en el apresurado análisis, los errores son altamente probables, pero no deliberados.)

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No hace muchos meses, en este mismo espacio, en un artículo que hacía referencia al documental de Netflix, dirigido por Petra Costa, titulado, México ¿Al filo de la democracia? (Disponible en: http://ljz.mx/2019/08/13/mexico-al-filo-de-la-democracia/), escribí sobre el contexto en el que, arrancado su gobierno, el presidente López Obrador, habría abierto las puertas para iniciar una alianza con integrantes del antiguo régimen (al que tanto se refiere críticamente), y a expresiones de la ultraderecha mexicana, principalmente identificados con grupos confesionales. Todo ello, en una analogía que me preocupaba bastante, en referencia a lo sucedido en Brasil con Lula Da Silva y Dilma Rousseff.

Lo lamentable, repudiable e intolerablemente, sucedido en Bolivia, en reacción a las decisiones y reformas realizadas por el presidente Evo Morales, para poder participar, una vez más, en una elección, que a todas luces resultó controversial y cuyos resultados, en el mejor de los casos, podemos calificar de dudables y opacos, es una llamada de atención en ese sentido.

Pues bien, este aberrante hecho ha incrementado mi preocupación respecto al futuro del país, por las acciones políticas del régimen conocido como la Cuarta Transformación. Sí a los anteriores riesgos, agregamos la preponderante relación que ha sostenido el gobierno encabezado por López Obrador con las fuerzas militares, como ha sido reiteradamente señalado, derivado de las tareas, no necesariamente castrenses (desde la construcción de un aeropuerto, hasta el reparto de libros y medicinas, pasando por la Ley de Seguridad), el riesgo aumenta. Las reacciones a lo recientemente sucedido en Culiacán y el presumible descontento e inusual crítica pública del ejército, podrían sumarse a esta lista, que agrava la preocupación por la salud del mando civil en México.

Es imposible leer la nota del diario español, El País, referente a lo sucedido en Bolivia, que hace un recuento de la relación que el hoy caído presidente Evo Morales, sostuvo con las fuerzas militares de su país y no encontrar preocupantes (la preocupación es el hilo conductor de este texto) similitudes con la que sostiene el presidente mexicano con el mismo sector. La nota se titula El giro de una cúpula militar cortejada por el Presidente Evo Morales (Disponible en: https://elpais.com/internacional/2019/11/10/actualidad/1573426533_008486.html)

A lo anterior, también podemos agregar las agresiones, a las conocidas reglas del juego democrático, tanto en Baja California con la extensión del mandato del hoy Gobernador Bonilla, como la anunciada iniciativa para reducir el mandato del Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova.

El Estado, primero y luego la democracia surgieron como ideas que impedían que predominara la ley del más fuerte y que éste se impusiera a los débiles. La democracia constitucional (en un sentido sustancial que abarca equilibrio e independencia de poderes, reconocimiento, respeto y garantía de los derechos humanos, precondiciones sociales mínimas que permitan un piso indispensable para la participación ciudadana, entre otros) nació justamente como una fórmula limitante del poder del Estado y quiénes lo ostentaban y operaban. Por eso, desmantelar a la democracia, suponiendo haber domesticado al Leviatán, es un error histórico que no le podemos permitir a nadie, por su bien y el nuestro.

No está de más, recordar que ésas reglas del juego democrático y del Estado de Derecho mismo, se hicieron para evitar que los más fuertes usen esa fuerza para imponerse. Algunos que, legítimamente, obtienen el poder a través de la democracia, la desinstalan, olvidando que es ella su fuerza: Poco conozco de la crisis boliviana. Entiendo que Evo permitió, con su desapego a las reglas y su apego al poder, que otros con los mismos vicios de origen, pero con más fuerza, aprovecharan esta crisis de consensos, para dar un golpe de Estado ¡Qué preocupante lección! ¿No?
Una posdata necesaria: No sé si queda claro, pero más vale precisar: el golpe de Estado en Bolivia es repudiable, lamentable e intolerable. No se celebra, se advierte que, desmantelar la democracia, despojándola de legitimidad, abriendo crisis políticas y constitucionales es peligroso y debe evitarse, aquí y allá.

@CarlosETorres_

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