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sábado, 20 abril, 2024
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‘Una gargantilla tierna es lo que amor digo que crece. Las llanuras del sol: arroyos de leche’, de Óscar Édgar López

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Por: JONATAN FRÍAS •

La Gualdra 408 / Libros

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Dicta el lugar común que todo libro es un viaje. Sí, ¿pero un viaje a dónde? No todos los lugares nos resultan placenteros, incluso dentro de una sana subjetividad. Para una persona que añora el asfalto y el ruido, ir, por ejemplo, a Cancún, podría resultar un infierno, mientras que la histérica Ciudad de México le resultaría incluso renovadora. Esto, claro, cuando hablamos de destino, pero ¿y cuando hablamos de medio? No todos prefieren los lujos acomodaticios de una primera clase, y acaso les resulte más seductora la intriga del fondo del camión, donde no hay secreto que el baño no revele.

Una gargantilla tierna es lo que amor digo que crece. Las llanuras del sol: arroyos de leche es un libro de doce cuentos en los que la realidad se ve expuesta por la fantasía. Personajes sacados de la realidad que no buscan pero encuentran, que transitan en silencio pero hacen ruido. Su anonimato les da rostro y voz a sus lectores. Insertos en un contexto que nos es común a todos, aunque la mayoría de las ocasiones prefiramos mirar a otro lado, se ven obligados, los personajes, a mirarse de frente: no hay salida posible y acaso tampoco haya redención. Tampoco hay artificio, Óscar Édgar sabe de lo que habla. Dicho de otro modo: escribe de lo que conoce. Más que escritura, es retrato descarnado. Se deja seducir por los bajos fondos porque los encuentra apasionantes, dispuestos. Son escenarios que son posibilidades, sí, pero no cede ante la tentación de las ciudades desbordadas. Ciudades cuya propia condición favorece el callejón oscuro y el rincón perdido. No, Óscar Édgar acude a las pequeñas urbes en crecimiento, esas donde todo el mundo se conoce y es más difícil ser otro. Si muchos de los personajes surgen de personas reales, los escenarios no pueden ser artificiales. Mirar al abismo de frente requiere entereza y valor. Hay que saber sostenerle la mirada cuando este la devuelve emponzoñada y transfigurada.

“De la prosa se pude afirmar todo lo que se afirma del cuerpo. Así, hay prosas estreñidas, prosas sueltas, prosas hipertensas, prosas alérgicas, prosas jóvenes, viejas, cojas, mancas, prosas calvas, prosas con sida, con sífilis, con ladillas, incluso prosas inguinales”, dice Juan José Millás en su última novela, La vida a ratos. Si tuviera que elegir un tipo de prosa para definir a Óscar Édgar López, tendría que decir que es una prosa joven y, por tanto, potente; es irreverente y provoca: revela. Pero, a diferencia de la juventud, que suele ser precoz por ansiedad, la prosa de Óscar también es paciente: no se anticipa; tiene ritmo y temperatura: sabe cuándo tensar la cuerda.

Son cuentos cortos como un golpe a la cara. Si en el primer párrafo no quedas atrapado, pásalo a alguien más, dice Óscar con firmeza. Son cortos porque “la época actual es vertiginosa, el lector tiene menos tiempo, así que el escritor tiene que provocar, seducir y erotizar al lector en menos tiempo que en otras épocas, el relato breve y la mini ficción son géneros posmodernos venidos de la prisa y el ritmo convulso de nuestros días en el siglo XXI”.

Una gargantilla tierna… es un viaje, sí, pero un viaje a zonas más oscuras que las que uno acostumbra todos los días, envueltos en la rutina del trabajo y ciertamente no es un viaje cómodo. Cuentos en los que la fantasía irrumpe no para doblar la realidad, sino para potenciarla, para llevarla paradójicamente a una orilla más cercana, más reconocible. En ese sentido, este libro de editado por Texere Editores, más que ruta, es faro, es puerto, es punto de llegada para sus lectores.

 

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_408

 

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