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jueves, 28 marzo, 2024
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Los 43 de Ayotzinapa y la tragedia persistente ante un Estado desvencijado

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Por: La Jornada Zacatecas •

México es un país lleno de fosas y todas las personas que están dentro de una fosa cuentan como desaparecidos. Alguien que tiene identidad y reconocimiento es enterrada en los cementerios municipales y es inhumada por sus familiares, y si no parece quien lo reclame es enterrado en las fosas comunes, pero debidamente registrada. Las fosas clandestinas son usadas por parte de grupos criminales para inhumar a individuos que se pretende queden sin localizar. El número de desaparecidos es apocalíptico, así que las fosas son infinitas. Con este escenario, el Estado está horadado o casi deshecho: una piltrafa sin la capacidad de poner orden.

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Técnicamente el Estado tiene la posibilidad de regresar el orden a la sociedad, y también tiene la posibilidad técnica de llevar el país a la paz. El problema no es de incapacidad técnica, es de infiltración, corrupción y captura. La corrupción, al final del día, es un problema de poder. Internamente, mientras haya colusiones con el crimen, la violencia seguirá impune, y si es impune, entonces seguirá. Persistirá.

El gobierno de López Obrador levantó altas expectativas porque da la impresión de que se trata de una persona que no pactará con formas de hiper-corrupción que hacen impune la criminalidad. En un régimen presidencial, la posición moral de la cabeza del Ejecutivo es determinante y quizás así se entiende la brutal disminución en la percepción de corrupción que dio a conocer esta semana Transparencia Mexicana donde actualmente el 61% de los encuestados señalaron que el gobierno en turno está actuando bien en la lucha contra la corrupción, mientras que en el año 2017, el dato para el gobierno en turno fue de 24%. Por desgracia, lo que dice la experiencia de este año, es que si el presidente es corrupto la maldad crece; y si es honesto, no necesariamente disminuye. Vaya tragedia. La maquinaria estatal se mueve lento y con muchas resistencias. El ejemplo mismo es el caso de Ayotzinapa: ya llevan un año y nada en claro han podido sacar. Y con el apoyo decidido del presidente, creemos. Es un hecho: estamos en un régimen presidencialista, pero no basta con la buena voluntad del presidente. Que sabemos, para estos casos, la tiene. Con todo eso, ya pasó un año y seguimos sin saber nada de la verdad sobre el caso de los 43; al contrario, algunos de los acusados con pruebas están ahora libres. Es decir, estamos peor.

Y no sólo es Ayotzinapa, éste representa a miles de casos de personas que desaparecen por acción de las organizaciones criminales y/o con participación de agentes del Estado, ya sea por pasiva o por activa. Y si no se cambian las lógicas de la acción con la cual se reproducen los problemas, simplemente no hay solución. Se requiere modificar algunas reglas esenciales que cambien la lógica de la acción: como el caso de la prohibición penal de las drogas, la eliminación de policías de contención en los municipios, o el peso a proyectos de reconstrucción de tejido y empoderamiento social. Decisiones estelares para problemas crónicos. El problema es que no se ve que las decisiones vayan para allá. No se ve que las decisiones cambien la lógica de la acción, se observa la prolongación de lo mismo. El tema de los desaparecidos requiere medidas extraordinarias. Realmente extraordinarias.

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