■ “No es la discapacidad lo que determina hasta dónde llega una persona”
Cuando lo escucho hablar y lo veo ahí, montado en su motocicleta negra, ataviado con una chamarra con vivos fluorescentes y un pañuelo rojo atado al cuello, no puedo dejar de pensar en Phaedrus, ese “yo” del pasado que discute temas de filosofía con los personajes de la novela “Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta” con la que Robert M. Pirsing exploró su llamada “metafísica de la calidad”.
Pero a quien tengo frente a mí no es el Phaedrus de la ficción filosófica del narrador estadounidense, sino es Andrés García Ibarra quien me habla, no de ficciones sino de realidades alternas, esas en las que es posible que un hombre con una pierna amputada conduzca una motocicleta a través de 3 mil kilómetros y atraviese 12 estados del país mientras el viento de la carretera ondea junto con él la bandera de la inclusión.
Andrés forma parte de la “Rodada Sin límites”, un reto que la Fundación “México Incluye”, que se desprende de la Red Nacional para la Prevención de la Discapacidad (Renapred), creó para demostrar que no hay nada imposible y que no es la condición de una persona lo que determina lo que puede o no hacer, sino el esfuerzo y la voluntad.
A Andrés le fue diagnosticada la diabetes desde los 18 años, la principal enfermedad degenerativa a nivel mundial que le atacó su sistema circulatorio y que, debido a una herida en un dedo del pie, la infección se le propagó hasta que fue necesaria la amputación de su pierna derecha hasta arriba de su rodilla.
“Después de perder la pierna lo primero que tenía en mente es que iba a empezar a dejar de hacer muchas cosas”, dice, pero ahora al volverse a subir a una moto y manejarla con muy pocas adaptaciones, le ha hecho saber a Andrés que si él puede hacerlo, toda la gente con alguna discapacidad también puede.
Una de las cosas principales, dice, es saber que “no es la discapacidad lo que determina hasta dónde puede llegar una persona, sino las ganas y la voluntad de hacerlo. Los límites tú te los pones, si tú no quieres hacerlo no lo vas a hacer, pero si tienes fuerza de voluntad, ganas y te encuentras con quien canalizarlo, puede llegar. El límite es cielo”.
Cuando una persona pierde una de sus extremidades no hay más que temor a la readaptación a la vida. Andrés eso lo sabe y reconoce en el miedo el principal reto que tiene para vencer día con día, sin embargo, lo ha ido sorteando, primeramente porque su trabajo principal es como conductor de Uber en la Ciudad de México, un oficio que decidió emprender apenas a los tres meses de habérsele amputado la pierna, y ahora, tras la rodada sin límite, está dispuesto afrontar los retos que la vaya poniendo la vida.
La Fundación “México Incluye” nació hace tres años con el primer reto que consistió subir el monte Kilimanjaro, el más alto de África, hasta donde ascendieron tanto personas sin ninguna discapacidad como personas de distintas discapacidades; posteriormente, el año pasado el reto consistió en bucear en el archipiélago de Revillagigedo, donde se sumergieron a 40 metros de profundidad en la isla Socorro, el segundo mejor lugar del mundo para practicar el buceo. Y ahora con la rodada sin límites se pretenden recorrer 3 mil kilómetros en motocicleta y demostrar que las personas con discapacidad pueden lograr cualquier cosa, detalla Alan Estrada, coordinador de la rodada.
“El lugar para mejorar el mundo está antes que nada en nuestro corazón, cabeza y manos, y es desde allí donde hay que avanzar”, dice el narrador de “Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta”, ahora sé que Andrés García Ibarra no es Phaedrus, sino un personaje real que comparte y lleva esta filosofía como copiloto mental. Pierna para qué la quiere si tiene moto para rodar, así, sin límites.
