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sábado, 20 abril, 2024
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3er informe; el cercano final

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Cuesta creer que lo que escuchamos este pasado domingo sea apenas el tercer informe del gobernador.

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El ambiente de sucesión se sentía en el aire cuando todavía no llegaba ni a su tercer informe, y hoy que la fecha ha llegado,, la atmósfera tenderá a intensificarse “

Habrá ayudado sido por el emparejamiento de las elecciones federales con las locales, pero también abonó a ello el estilo personal del gobernador, quien ha dado siempre la impresión de ser una persona sin mucha ambición política, que no soñaba siquiera con estar donde está, y a quien tampoco le quita el sueño dejar el cargo.

Esto, sumado a su talante bonachón, el aprecio social a sus padres, y una trayectoria política en la que no hay escándalo de corrupción, lo mantienen a salvo en lo individual, de las sospechas de ser el autor de lo que huele a transa.

No obstante, y según le reprocharon varios diputados el pasado domingo, la rectitud personal no basta para gobernar.

Hace falta también carácter para que quien acompaña en el ejercicio de gobierno se conduzca con rectitud y también con eficacia, para que no quede todo en buenas intenciones de esas que llenan el camino al infierno.

Y es en ese terreno de donde vinieron las mayores críticas en los posicionamientos de las diversas fracciones parlamentarias.

El caso emblemático lo constituye el proyecto Milpillas, que se encuentra en terapia intensiva porque la Federación amenaza con retirar la inversión que ya había destinado ante el incumplimiento de la parte que correspondió a Gobierno del Estado.

Siendo un proyecto con dimensiones de por sí difíciles por sus propias características, éste se ha enturbiado con las huellas de corrupción que dejaron los estudios técnicos, el pago de los terrenos, y las manos que se encargaron de tratar el asunto con tan mal ejercicio, que aún no se pone una piedra y el asunto ya tiene medidas resarcitorias por al menos 12 millones de pesos.

Todo ello en este sexenio, en el cual los responsables de tal desaseo -de acuerdo a la Auditoría Superior del Estado- aún reciben recursos públicos gracias al patrocinio gubernamental a su negocio (abiertamente) privado.

Y este es quizá, el caso pudoroso, porque otros perfiles han vuelto a la palestra del servicio público, desplazando a perfiles técnicos y honorables, a pesar de que atinadamente se había prometido que éste gobierno no sería agencia de colocación para los derrotados en las urnas.

De la misma manera, empezamos a ver cómo los perfiles más institucionales, los expertos en el tema, son sacados de sus puestos para ser suplidos por mapaches electorales, particularmente en las áreas de Educación y Desarrollo Social.

Al final, la familia tricolor está imponiéndose al ciudadano que inicialmente dio oportunidad de llegar al primer nivel de gobierno a servidores públicos de amplia experiencia que veían ir y venir a jefes y figuras políticas que realmente no sabían del tema pero habían participado en campaña.

No son los únicos, porque de aquellas palabras que prometían llevar a la familia cerca del corazón pero fuera de gobierno, solo el recuerdo queda.

Acercándose el fin de un gobierno, es habitual empezar a pensar en el futuro lejano más que en el cercano.

Con las percepciones que aún persisten en esos niveles, y el cansancio que debe haber en la extenuante tarea de gobernar, ya muy pocos tienen energía para preparar el salto a un próximo cargo.
Queda entonces el tiempo de prepararse para pasar a la historia en la manera en la que la legítima vanidad de pretender enorgullecer a los hijos exige.

Empieza a llegar ese momento, y el camino brinda tres oportunidades para que el buen nombre quede en la historia: 1) entender que el momento histórico exige democracia real y dar por agotados los tradicionales enguajes mapacheriles de la vieja escuela priista.

2) dejar un precedente anticorrupción tan claro y contundente que aunque sacuda a los viejos amigos garantice un parteaguas en la vida pública del estado.

3) dejar un proyecto de las dimensiones que nuestra situación actual demanda, que permita a las futuras generaciones conocer aunque sea en placas, el nombre de quien alguna vez estuvo en la máxima silla del gobierno local.

Sólo restan un par de años, es tiempo de hacer la elección.

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