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jueves, 18 abril, 2024
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Un registro electoral histórico en las peores manos

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Es conocido por muchos que el camino para lograr un nuevo partido político en México no es nada fácil. Hoy mismo varios equipos políticos recorren el país intentando cumplir los requisitos fundamentales, en especial el de la cantidad de asambleas y afiliados que deben mostrar ante la autoridad electoral. Por ello seguramente ha causado cierta sorpresa el anuncio de que en enero próximo tendremos en la palestra política un nuevo partido denominado Futuro 21. Fueron los propios dirigentes actuales del PRD quienes anunciaron que pondrán a disposición de los promotores de la naciente organización, el registro electoral que ha venido utilizando el PRD. De acuerdo con lo informado, el nuevo partido cuenta ya con militantes del PRD, sin embargo, se informó sobre la integración de otros cuadros políticos, como los siguientes: José Narro Robles, ex rector de la UNAM y aspirante a la dirigencia nacional del PRI; Jesús Ortega, ex presidente nacional del PRD, diputado federal y senador; Rubén Aguilar, fue vocero del presidente Vicente Fox; Jesús Zambrano, ex presidente nacional del PRD y diputado federal; Miguel Ángel Mancera, ex jefe de Gobierno de la CDMX; Gabriel Quadri, ex aspirante presidencial de Nueva Alianza; Purificación Carpinteyro, ex diputada federaly aspirante a jefa de Gobierno con Nueva Alianza; Guadalupe Acosta, ex presidente nacional del PRD; Beatriz Pagés, ex militante priísta.

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El anuncio evoca otros episodios similares mediante los cuales surgieron nuevos partidos, como el Partido Socialista Unificado de México que utilizó el registro electoral conquistado por el Partido Comunista Mexicano hace 40 años, el mismo procedimiento se utilizó para dar vida al Partido Méxicano Socialista y al propio Partido de la Revolución Democrática, todo ello en un lapso de 10 años con el impulso de una política de alianzas muy consistente y amplia conducida por dirigentes como Arnoldo Mártinez Verdugo, Pablo Gómez y Gilberto Rincón Gallardo, con la muy relevante participación de Heberto Castillo Martínez y su Partido Méxicano de los Trabajadores y, al frente de la Corriente Democrática del PRI, Cuauhtémoc Cárdenas Sólorzano, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez. Como es fácil de ver, ese proceso agrupó a las principales expresiones de la izquierda realmente existente en la época, con el cardenismo que no aceptó el desplazamiento del PRI-gobierno hacia posiciones neoliberales iniciado en 1982 bajo la dirección del presidente Miguel de la Madrid. La magnitud de la presencia política de sus principales dirigentes y la claridad de su programa hicieron del PRD el partido más competitivo de la izquierda en la historia, y el instrumento más eficáz para lograr el proceso gradual de apertura democrática que hemos vivido.

Lamentablemente a partir del año 2000 inició una étapa de disensiones y ruptura graves en el seno del partido, a lo que se sumó la traición del PAN y sus gobernantes a la transición democrática, con el diseño de una política conjunta con el PRI basada en su coincidencia en que la llegada de AMLO a la Presidencia de la República era inaceptable para la élite del poder. Esa tesis caló hondo en la facción conocida como los chuchos, quienes fueron practicando una serie de acercamientos con los gobiernos hasta llegar al Pacto por México acordado y firmado por la coalición cogobernante PRI, PAN, PRD. El escenario para la ruptura definitiva de AMLO con el PRD estaba completo y el partido perdió al candidato más atractivo para los electores de su historia, creando las condiciones para que millones acompañaran a AMLO en la construcción de Morena y en la victoria electoral de 2018. El veto de la élite del poder quedó hecho pedazos.

Es fácil suponer que los dirigentes del nuevo partido esperan aprovechar el desmoronamiento de los partidos neoliberales y atraer a sus filas y a su corriente electoral al electorado opositor al gobierno morenista, sin embargo, los resultados electorales obtenidos por la mayoría de los personajes que hicieron presencia en el evento han dado diversas pruebas de su escaso arrastre electoral. Por lo que se ve no han tenido éxito en encontrar a dirigentes sectoriales carismaticos, ni a dirigentes ciudadanos del calibre de Enrique Alfaro, gobernador actual de Jalisco. Los más recientes procesos electorales han demostrado que las candidaturas independientes no logran votos solo por serlo; así pues el mensaje del nuevo partido no calará muy hondo si, tal como lo anuncian, la mayoría de sus candidatos serán reclutados entre personas independientes, poco conocidas y sin haber dado prueba de su voluntad de servicio a los demás.

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