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jueves, 28 marzo, 2024
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Reivindicar al sistema educativo mexicano; una necesidad urgente Primera parte

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

El primer elemento indispensable es recuperar
las voces y conocimientos de estos maestros
comprometidos y capaces, para sustentar la
confianza en que el magisterio
puede recuperar su papel histórico-social
de abrir caminos de transformación.
Tatiana Coll (La Jornada, México. 16/julio/19 p.18

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Los Maestros del México Posrevolucionario, los Maestros del gran Maestro José Vasconcelos (1921), sentaron las bases en la promoción de la educación en México, fortaleciéndose en una política educativa que sirvió de instrumento para que el País se desarrollara tanto cultural como democráticamente. Desde el inicio de la gestión del Mtro. Vasconcelos, y hasta casi finales de los años setenta, se manifestó un notorio crecimiento y consolidación del sistema educativo mexicano; hasta ese momento, los maestros fueron pieza clave en la conformación de un estado de bienestar, impulsaron el desarrollo integral de las comunidades con verdadera convicción, construyeron proyectos solidarios considerando las características y necesidades de los diferentes contextos y, con un actuar ético, se comprometieron con la sociedad.

Parafrasearé a Paulo Freire, quien aseveró que la educación tiene como tarea fundamental el transformar a la sociedad y que ésta no cambiaría sin la educación. Hoy estamos viendo que este principio perdió rumbo toda vez que, la política neoliberal representada por empresarios, organizaciones no gubernamentales y deseosas de poder, además de integrantes del sistema de gobierno quienes también hicieron evidentes sus acciones en contra de los intereses de la población; todos ellos vivieron una relación de maridaje con un romanticismo perverso, no solo se apoderaron del sistema educativo mexicano, sino también del país mismo.

A partir de finales de los setenta, el sistema educativo e incluso social, paulatinamente se fueron deteriorando, la educación se fue demeritando dado que el cambio de modelos curriculares apuntaba a convertir a los alumnos no en educandos sino en sujetos a los que se les aplicaban acciones meramente instruccionales, lo que deseaban era solo adestrarles la memoria para convertirlos en sujetos sumisos a los intereses de los empresarios y convertir así a los maestros en obreros de la educación; en esa época, los procesos instruccionales, además de que eran una imposición, se encontraban descontextualizados dado que dibujaban escenarios ficticios a los alumnos. Con este tipo de procedimientos pedagógicos, los alumnos –sujetos cognitivos- sólo reflejaban lo que sabían y que no era otra cosa más qué, consecuencia del adiestramiento de la memoria; no se le daba la oportunidad de aprender a través de esfuerzos cognitivos.

Cierto es que derivado de la desigualdad social que imperó también a finales de los 70, la brecha entre pobreza y riqueza en algunos sectores de la sociedad fue marcada, en el sector educativo se hizo evidente esta brecha, se deterioró el nivel socioeconómico de una gran parte de la población, situación que se vio reflejada en un alto rezago educativo. Se hablaba mucho de la calidad educativa pero se hacía muy poco para fortalecerla, el único referente que consideraban eran los resultados que se obtenían a partir de la aplicación de exámenes que muy poco ponían en contexto a los alumnos y, a partir de la calificación obtenida, emitían juicios sobre calidad educativa; podría decirse que, quien oficializó el término de calidad educativa fue la Organización para la Cooperación y el Desarrollos Económicos, organismo de cooperación internacional en el que se encuentran 35 países, entre ellos, México.

A partir de mediados de los años 80, el nivel educativo medio superior tuvo un crecimiento significativo, se incrementó el número de planteles y con ello, la diversificación de los modelos curriculares; sin embargo, la política evaluativa no hizo aportes significativos a la calidad educativa puesto que solo se utilizó como un mecanismo de control de los alumnos, muy por encima de que discursivamente se le apostaba mucho a la evaluación para elevar la calidad educativa. Históricamente, siempre ha habido problemas en el ámbito educativo, estos se presentan principalmente por la implementación de una política inadecuada a grado tal que, lejos de atacar a los problemas, se ataca a quienes los padecen –maestros, alumnos y docentes, principalmente-; mucha razón tuvo el sociólogo francés Alain Touraine, quien aseveró que los culpables de lo que pasa en educación no son los maestros, es el sistema.

Lo que hoy día se requiere es que se construya colectivamente una nueva política educativa, donde se reconozca y legitime la labor profesional de los docentes, con una política renovada, se considerarían dos aspectos que en lo personal me parecen fundamentales; 1) una revisión a fondo de la legislación que dicta la función de los docentes, ello con la finalidad de que no sean sometidos y, por qué no, que sean ellos mismos los que se perfilen de acuerdo a su propio estilo de ejercer la docencia y, 2) una nueva propuesta para la formación y actualización de los profesores en servicio dado que los programas actuales muestran principalmente dos debilidades; no se contextualizan y, lejos de que oferten cursos que verdaderamente les ayuden a profesionalizarse, solamente se les capacita.

En la segunda parte de este tema se seguirán abordando elementos que, por supuesto son problemáticos dado que esta es una de las mejores vías para generar alternativas que lleven al diseño de proyectos que impacten de manera significativa en el sistema educativo. ■

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