12.8 C
Zacatecas
martes, 19 marzo, 2024
spot_img

Personas del poema [‘La generación de la angustia’, de Armando Salgado]

Más Leídas

- Publicidad -

Por: JAVIER ACOSTA •

La Gualdra 394 / Libros / Poesía

- Publicidad -

 

Creo que Armando Salgado es un poeta mercurial y demónico. Mercurial es lo que está sometido al cambio constante; demónico en tanto es capaz de hospedar el vocerío del poema. Lo conocí leyendo su Corvus suvroc (Mantis, 2012), un poemario que me inquietó en una fuerte y grata medida; pero cuando lo conocí, Armando ya estaba escribiendo distinto, y en sus propias palabras, era una poética de la que se alejaba, quizás para ya no volver. Es cierto, sus siguientes libros no se parecen, o pareciéndose, se remontan en direcciones múltiples. Así, al reconocer esta determinación mercurial, cada vez que leo uno de sus nuevos libros, comienzo por formularme una pregunta: “A dónde me llevas ahora, Armando Salgado”. Tengo sin embargo cierta idea de su algoritmo mercurial, es decir, de las tendencias que hay en su poética, que aún es joven cronológicamente, pero que ya es nutrida en el número de libros, y madura en sus alcances y logros.

El poemario La generación de la angustia fue merecedor del Premio Internacional de Poesía Ramón Iván Suárez Caamal en 2017. El título invita, socarronamente, al equívoco; parece el de una antología o un libro de ensayos. Es ambivalente, pues también podría indicar un tratado de cómo es y en dónde yace esa fuente de la angustia. El tema de la angustia creativa lo hemos comentado el autor y yo cuantas veces nos hemos encontrado, creo que sin excepción. Como el autor señala en una nota al final del libro, el asunto es antiguo. A mediados del XIX, Sören Kierkegaard escribió El concepto de angustia que se concentra en la condición humana, sujeta al padecimiento derivado de nuestra caída en el tiempo y las angosturas del existir. El más reciente es de Harold Bloom, para quien la ansiedad (anxiety) acompaña el ansia de originalidad del poeta moderno —y contemporáneo. La ansiedad es angustia: ambas derivan del verbo latino angere (estrechar, oprimir). La angustia desata, en términos literarios, la lucha endemoniada con y contra los genios de la tradición; es decir, contra los grandes poetas que nos han precedido.

El movimiento que encontramos en La generación de la angustia es una arriesgada y afortunada vuelta de tuerca al asunto de la búsqueda de la originalidad, es decir de la grandeza literaria; una vez que parece inalcanzable si quiera compararse con los grandes poetas de la tradición. El giro que da en este libro Armando Salgado es el mostrar a poetas creados por el mismo, a la manera de los heterónimos de Fernando Pessoa. Presencias, cada una con su voz, con sus preocupaciones y sus estilos en la búsqueda, cada uno, del poema. Es decir, el libro consiste en la creación poética, pero también, y como rasgo distintivo, en la creación de distintas voces poéticas, quince en su número, que comparecen como habitantes de la intimidad múltiple del autor.

La generación de la angustia se ramifica en presencias y en temáticas. Podría identificarse con una indagación en el yo, no sólo en el poético. Exploración en lo femenino y en la infancia. Impugnación de la cultura pop, del campo literario y del escritor burocratizado. Indagación en las relaciones entre imagen, poema, y realismo social; es decir de la poesía como documento. Situación tropical de la poesía, crítica de la ideología y de las redes sociales. También ha lugar para la poética del nostos, es decir, del regreso y las nostalgias que afectan nuestra infancia. Interpelación religiosa, con un poeta como el Padre José Tayde Morales, que despliega un diálogo entre el primer hombre y su Dios, desde una religiosidad descreída. En todos los poemas, un tema y una imagen que podemos encontrar en varios libros de Salgado, la aparición del padre muerto, cuya presencia pesa, demoledora y amada, como en Cofre de pájaro muerto.

El poemario ejercita un vuelco novedoso, pero con resonancias, creo, en el resto de la obra, concretamente en otro libro excelente, Estancia de ánimas (2013, ganador del premio nacional de poesía joven, Francisco Cervantes Vidal). La generación de la angustia expone, para quien quiera leerlo, la cuestión de la multiplicidad de presencias que nos habitan e influyen, como en una especie de zodiaco vital, desdoblado en otro, literario. Así, lo mercurial (lo diacrónico) se convierte en demónico, al mostrarse sincrónicamente. Dice Armando en la nota final a su libro: “en cierta medida son el reflejo de las múltiples personalidades que somos a diario […]. Sea esta antología de máscaras el espacio para que cada lector se quite el antifaz y redescubra en su interior los viejo mitos que aún nos habitan”. Esta aseveración, y este libro, emparentan a Salgado con Whitman, con Pessoa, con Borges, con Huidobro, y entre los poetas mexicanos, con Francisco Hernández, poetas del desdoblamiento, incluso del desdoblamiento infinito.

El asunto de lo que aquí he denominado como demónico es tan viejo como occidente y tan novedoso como el psicoanálisis. Se le llamó entre los griegos melancolía, y estaba señalado por la necesidad angustiosa de escapar de la identidad. El antiguo milagro de las transformaciones rituales fue recogido por la literatura, que nos permite ser otro, muchos otros; que facilita la comparecencia de ese otro y esos otros que somos, y a los que podríamos oír, es decir, dar voz.

Cuando leemos, dejamos que otro ocupe nuestra mente, de una manera que ensancha nuestra conciencia y nos enfrenta con esa mismidad, plural y profunda que somos; no es otra la vocación de la literatura, no es otro el pozo del poema. Fuera de las convenciones religiosas orientales y occidentales en desuso y de moda, la relación interior, tal y como podríamos aspirar a ella, nos ha sido dada por la lectura, y por el recogimiento al que nos remite, es decir a la soledad que nos provee el libro, para que ahí nos encontremos con nosotros mismos. Entre ellos otros, con ese sí mismo enmascarado en un padre que redime y abraza y que cierra el libro de Armando:

 

Su corazón es una casa / oscura, el eco de sus muertos/ yace empolvado entre sus tejas./ Cuando la luz entra por / algún orificio, la sacude,/ y solo queda / un temblor en los latidos. / Entonces voy a él, / y lo abrazo. Sus bardas / interiores se desmoronan./ Su fortaleza lóbrega// se redime

 

Si antes me preguntaba en cada libro: “A dónde me llevas ahora, Armando Salgado”, ahora debo preguntarme, “Cuántos, amigo, son los poetas que te habitan”.

 

 

Armando Salgado, La generación de la angustia, Puerta Abierta/ Secretaría de Cultura de Campeche, 2018. 82 pp.

 

 

 

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -spot_img
- Publicidad -spot_img