Es un cantor de fino timbre e impostación segura, cantar se le da desde los tres años, siempre seguro de sí mismo, solo piensa en el reino de la música, su democracia infinita, la autoridad idónea y el voto razonado para el imperio de la trova salsera y el romanticismo a raja tabla.
Enrique Ocaña es de esos cantores nacionales con la fórmula precisa para encantar a todo mundo, de entrada, que su tono es parte de la gran familia musical de ese estado, rico en tradiciones africanas y tropicales, la sombra divina de sus músicos es divinidad en el mundo y ejemplo de cuan rica es la diversidad y sabrosura de la música de ese estado heredero continental.
Enrique Ocaña Aguilar, así nomás, volviendo a crecer con su poder magnético y su imán para estar en festivales, conciertos, programas especiales, recitales únicos de altura, estados, municipios, países, discos, otros trovadores, los muchos aplausos, las orquestas guapas y sobre todo, la seguridad de que se es parte vital de la gran comunidad mundial de los músicos cantores que proponen, que hacen veladas y bohemias responsivas, conciertos que son románticos, rockeros, cumbancheros, salseros, de toda índole amorosa y llena de fe pública.
Si con Virulo el excelente músico cubano y su lazo descifrable en el talento, si con Darío Parga como su padrino inigualable de discos primigenios y canciones exactas para su tono y encuentro con la puritita felicidad y el adelanto, (su carnal Toño Martínez Parga fue el preciso para grabar y dirigir el primer disco profesional del Quique Ocañas Tormentas); si con Gabriel Hernández ícono de los buenos pianistas y una fila de otros talentosos que le acompañan en su muy buena trayectoria, Enrique Ocaña Aguilar es ante todo un ente feliz, una voz con entusiasmo de la claridad y la buena dicción, sin gritos, a mares que vienen y van inundando de su gracia, el mensaje y ruptura marcada con las generaciones de escuchas, cantores, propuestas, recitales exitosos.
Eso da gusto. La sede Queretana pal ancho mundo.
Aplauso sincero y alegría por esa vocación tan duradera y exitosa. ■
