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jueves, 18 abril, 2024
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Desarrollo local: piedra angular del florecimiento humano

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Por: La Jornada Zacatecas •

Una vez que se definió el ‘desarrollo’ como algo distinto al mero crecimiento económico, y se asoció a la noción de bienestar de la población, lo cual implicaba que las personas tuvieran oportunidad de encontrar su florecimiento, las personas entraron en escena. Es como si los países fueran grandes jardines y hubiera flores y plantas de muy diversa especie con faunas de tipos múltiples; y ese jardín pudiera ser multicolor lleno de vida, o bien, estuviera convertido en un basurero o muladar tóxico; o en un paisaje lunar desértico y deprimido. Por ello, algunos pensadores hablan del desarrollo en términos del ‘florecimiento’ de las personas en sus ecologías urbanas. De esta manera se salvan de esa idea que asociaba el desarrollo a sociedades industriales, modernas y urbanizadas. Estas últimas bien pueden tener altos índices de crecimiento económico y tener a su población sin bienestar y su medio ambiente devastado. Una persona no florece en medio de la inmundicia industrial o el basurero que coexiste con zonas comerciales enormes y anónimas. No hay bienestar sin contexto bucólico.

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Así las cosas, ante la pregunta de cómo conseguir el florecimiento de las personas se pensó en la escala: una geografía grande, global y anónima como la nacional poco podría hacer para gestionar el desarrollo de las personas. Para hacer posible el florecimiento humano hay una escala preferente: lo local. Desde el desarrollo local se ven todas las condiciones juntas del bienestar de la gente, porque en la escala nacional la gestión del bienestar está partida en sectores. Y estos últimos son abstracciones irreales. Lo único real es lo concreto que aparece en lo local. En ocasiones lo local se traduce a municipal: se puede financiar de forma sectorial (nacional), pero se pueden aplicar las estrategias de desarrollo de manera local (municipal), porque la vida cotidiana de la gente se reúne toda ahí. Además, hay un componente que reúne al entorno natural, la población y sus formas de gobierno: el territorio. Si los criterios para elegir los procesos de desarrollo parten de lo local, parten de la realidad, y si parten del Gobierno Federal, siempre serán abstracciones cruzadas por intereses particulares.

Sin embargo, en nuestro país con tradición centralista que designa virreyes novohispanos en el siglo 21 (los súper-delegados), las estrategias de emprender el desarrollo desde el territorio local está más lejos que Marte. Un instrumento para gestionar el desarrollo desde lo local es el llamado ‘ordenamiento territorial’ (que no debe confundirse con el ordenamiento urbano): encimar todas las capas (sectores) del desarrollo sobre un mismo territorio para que terminen en el lugar último donde éste tiene sentido: cada una de las personas. Pues bien, en ese ordenamiento del territorio se observa el agua disponible, el suelo fértil, la flora sustentable y las actividades económicas que provoquen bienestar humano. Y claro está: una minería que explota el subsuelo y no beneficia a las personas del lugar o un proyecto económico que exporta el agua a través de cerveza y hace ricos a desconocidos viviendo en el extranjero, nunca-jamás-nunca serán aprobados por el desarrollo local. En conclusión: un gobierno progresista impulsa formas de gestión local del desarrollo y los gobiernos injustos se aferran a la abstracción centralista.

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