La impunidad es la falta de castigo a las acciones que son reconocidas como delito. Pero todos sabemos que justamente el castigo existe como forma de inhibir las conductas delictivas; esto es, nos abstenemos de realizar actos prohibidos por la ley por el temor a ser castigados. Pero si el nivel de castigo es diminuto el poder inhibidor de conductas delictivas de la ley queda eliminado. La propia ley pasa al bote de basura.
Hay muchas causas por las cuales hay impunidad. Lo observamos cuando hay casos especiales donde vemos con sorpresa que las autoridades resuelven los asuntos en poco tiempo y bien. Así, podemos ver que ciertamente hay incapacidad de las instituciones para resolver un número grande de problemas. Pero también las formas de vulnerabilidad, como los eventos donde los implicados tienen un tipo de poder que hacen valer ante las agencias del Estado. Por ejemplo, los empresarios con poder económico, los políticos con incidencia sobre el poder judicial o el crimen organizado que tiene el poder de la intimidación o de la compra de jueces. La pregunta es, ¿cómo aumentar las capacidades de acción de las fiscalías y el poder judicial? y ¿cómo evitar que sean objeto de compra o intimidación? Se pensó que una manera de blindar a los jueces y policía investigadora de su compra, fue elevando sus salarios; pero al poco tiempo quedó claro que esa hipótesis era ilusoria. El poder corruptor e intimidatorio del crimen organizado ha llegado a ser casi imparable, así, los incidentes de aquellos que resultan procesados son los que no cuentan con protecciones de dichas organizaciones. Es famosa la sentencia de ‘plata o plomo’ para hacer mención de la compra o la intimidación a los gobiernos.
Lograr la autonomía del Estado tanto del poder económico como del criminal es una tarea que se ve extremadamente difícil. Por eso preocupa que los candidatos en sus campañas prometan resolver estos problemas con propuestas de papel de china. Conseguir detener la infiltración o la incidencia, crear una verdadera policía ministerial de investigación y jueces capaces y sin collar de dueño, es algo que sigue siendo un objetivo utópico. Cierto que hay algunos casos que se resuelven y las policías muestran su relativa eficacia, pero esos eventos no hacen sino confirmar lo que aquí decimos. En el tema de la policía investigadora y con alta capacitación no vemos que avance como lo prometieron. Los controles y la infraestructura urbana que sirve de apoyo a las investigaciones (como las cámaras) tienen déficit importante.
Como podemos observar, hace falta recorrer un camino enorme para tener la esperanza de que la impunidad pueda disminuir. Es bueno que la fiscalía tenga algunos éxitos, eso nos congratula en el caso particular que ocurre; sin embargo, la cantidad de asuntos es de tal magnitud que en términos globales esos éxitos son islotes. Ese es justo la situación de hoy: éxitos que son islotes.
