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jueves, 18 abril, 2024
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El costo cultural del fanatismo: cuando las antorchas arden

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Por: La Jornada Zacatecas •

La historia es la maestra de la vida. Y bien dijo el clásico: el que no la conoce está condenado a repetirla. Males anteriores que aparentemente fueron superados vuelven a ocurrir. Hordas de fanáticos entraron en tropel a las bibliotecas del norte de África, las declararon heréticas y peligrosas: las destruyeron. Conocimientos geográficos y geométricos que describían la esfericidad de la tierra, donde incluso había cálculos bastante aproximados del diámetro del planeta elaborados por Eratóstenes desde el siglo III aC ya se difundían en las bibliotecas de Alejandría. Pues fueron enterrados 15 siglos conocimientos re-descubiertos hasta la ilustración moderna. Los saberes en medicina que se tenían desde el antiguo Egipto, donde se describen complejas intervenciones quirúrgicas gracias al sutil conocimiento de la anatomía humana producto de siglos de momificación, también se perdieron. La humanidad tuvo que esperar otros siglos más que pasara la prohibición de explorar y abrir el cuerpo humano. Leonardo Da Vinci (recientemente) elaboró dibujos y estudios de anatomía violando dichas prohibiciones. Junto a estos conocimientos están los de la circulación sanguínea y las enfermedades contagiosas. La destrucción de conocimiento fue de grandes proporciones.

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Los efectos del fanatismo deben tomarse en serio y verse en su dimensión: han representado toda una catástrofe cultural en la historia de la humanidad. Cuando se descubrió el uso de analgésico para disminuir el dolor de los partos, las hordas de fanáticos exaltados por la ignorancia levantaron las antorchas contra los médicos que violaron el castigo bíblico que decía “y parirás tus hijos con dolor”, y por ello varios de esos insignes galenos fueron colgados de un árbol. Habían violado un dictado bíblico. La cacería de brujas en lo países protestantes guiados por el Maleus Maleficarum mataron más mujeres que individuos durante toda la inquisición española. Fue en evento catastrófico también. La bruja, en realidad, era una-mujer-que-sabía. La persecución contra la bruja, en realidad era una ofensiva contra la sapiencia en manos de mujeres. Eso sólo dicho en algunos ejemplos cercanos a nuestro contexto cultural y político. Aún más podemos registrar en países musulmanes o hasta hinduistas. En todos lados la enfermedad del fanatismo ha generado daño al patrimonio cultural, dolor a las victimas directas y retrasos históricos esenciales, de siglos.

El fanatismo no es exclusivo de grupos religiosos, en la rusia estalinista o la Alemania nazi, eran ideologías no religiosas las que provocaron lágrimas y derrumbes culturales. O la ideología de la blanquitud norteamericana que hizo lo propio contra los derechos civiles de los negros en su país. En todos los rincones el fanatismo como ideología particular que violenta, siempre, el derecho a otros de existir: impone, violenta, asfixia el derecho de los otros. Para un fanático es imposible pensar la diferencia o la pluralidad. Y ahora, justamente, vivimos más que nunca en una sociedad plural. Y las posturas de grupos conservadores que niegan el derecho de terceros y quieren imponer su ideología a la totalidad de la pluralidad social, son la amenaza al reconocimiento del derecho de aquellos que tienen valores distintos pero igualmente válidos. El aprendizaje de la catástrofe cultural de los fanatismos creó una forma de Estado pensado para hacer viable la sociedad plural: el Estado Laico sobre la base de una ética cívica. ¿Tendrá la 63 Legislatura visión de Estado?

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