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miércoles, 24 abril, 2024
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Miro un espacio y le veo libros: Antonio Guerra

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Por: MALIYEL BEVERIDO •

La Gualdra 390 / Entrevistas / Artes Visuales

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A fines del año pasado Antonio Guerra curó la exposición Máxima expresión, que reunía 44 libros de artista en el Vestíbulo del Foro Polivalente Antonieta Rivas Mercado de la Biblioteca de México (la Ciudadela, en la CDMX), en el marco de la  Cuarta Expoferia Nacional Artes y Oficios del Libro, que organiza la Asociación del Libro y sus oficios,  promueve la cultura del libro artesanal y convoca a artesanos, diseñadores, académicos, encuadernadores y bibliófilos.

Los libros de Antonio son de esmerada factura, con sentido del humor y patente mexicanidad, sin caer en el folklorismo comercial. En su trabajo curatorial ha aplicado la misma pasión y paciencia que en su obra personal. Nos encontramos en su taller en la colonia Escandón en la Ciudad de México para platicar de su trayectoria y sus proyectos.

 

Maliyel Beverido: ¿Cómo llegaste al libro de artista?

Antonio Guerra: Me dedico al arte pero no tengo formación de artista, terminé arquitectura y trabajé en ello por lo menos cuatro años. Pero siempre tuve interés y pasé por pintura, por arte objeto y luego encontré la gráfica y los libros. Al libro de artista llegué sin pensarlo. Fueron varias cosas que se juntaron. Cuando trabajaba en un despacho de arquitectos estaba más en proyectos que en construcción, dibujaba y construía maquetas. Siempre tuve que lidiar con el papel, con trazar, con cortar. Hace hace como quince años fue que empecé a aprender grabado en un taller, luego encuadernación, por la inquietud de saber de los libros, su estructura, cómo funcionaban. Eso fue juntándose, la cuestión de la maqueta, la construcción, el grabado que ya no quería que estuviera aparte, sino que fuera un poco más volumétrico…

 

MB: ¿Qué te atrae del libro de artista, que no te permitía el grabado?

AG: Me gusta porque tiene esta cuestión del volumen, es más escultórico; veo los libros como pequeños objetos arquitectónicos, aparte de lo que te dan a través de la lectura.

 

MB ¿Hacia dónde te han llevado estos libros?

AG: Mis inquietudes han ido creciendo. El libro, de ser un objeto y de tenerlo en la mano y hojearlo, me ha regresado a la arquitectura, a los espacios arquitectónicos a través de las instalaciones. Ahorita yo miro un espacio y le veo libros. Me ha llevado a crecer los libros, a hacerlos más grandes para intervenir espacios.

 

MB: Como la instalación de libro volantes en Máxima expresión

AG: Sí, hice otra también en el Consulado de México en San Francisco, de otro tipo, unos libros que arman una estructura gigante.

 

MB: ¿De qué se nutren tus proyectos?  

AG: He llegado por diferentes caminos a cada libro. Por ejemplo, la instalación del Consulado Mexicano: encontré unos libros en una librería de viejo, cientos de ejemplares de un título que nadie compraba, ¡costaban diez pesos!, estaban ahí apilados y no pasaba nada con ellos. Entonces me dije ¿cómo puedo hacer que estos libros tengan una función? Se me ocurrió armar con ellos una estructura. Algunas veces parto de una historia, porque también me da por escribir, y otras me digo de esa escritura voy a hacer un libro. A veces es la imagen la que me lleva. Voy a exposiciones de pintura, de escultura, todo lo visual me nutre, me va alimentando para llegar al libro.

 

MB: Además de Máxima expresión ¿tienes otros proyectos curatoriales?

AG: Fue un poco coincidencia que fuera el curador de esa exposición. Yo soy parte de la organización de la Feria, y cada año se hace una exposición que tiene que ver más con la encuadernación, con las artes y oficios del libro y eso, y yo me dije ¿por qué no hacernos una de libro de artista?, entonces invité a amigos a participar. Luego dije, hay que seleccionar la obra y montarla, y pues algo hay que escribir, y entonces me vi inmerso en ese trabajo. Realmente no lo pensé, es la primera vez que lo hago.

 

MB: ¡No te diste cuenta en lo que te estabas metiendo!

AG: No me di cuenta hasta que ya estaba, pero sí recibí consejos de otros amigos. No había pensado en organizar exposiciones. Ahora sí, a partir de Máxima expresión, pues a la Biblioteca le encantó la exposición, se suponía que iba a estar un mes y se quedó 3, y quieren que se repita este año. No necesariamente sería en el marco de la Feria, pero sí en la Biblioteca.

 

MB: Aparte de elaborar tus libros de artista produces materiales…

AG: Tengo mi otra parte de diseño. Hago papeles decorados. Estoy también en un círculo de encuadernadores, ahí fue que me formé para hacer libros y este oficio también se está retomando, se está enseñando mucho, hay varias ferias de encuadernación, con materiales herramientas y encuadernaciones terminadas.

MB: ¿En qué proyecto andas ahorita?

AG: Acabo de terminar el libro Cabaret. Fue el primero que hice en tipo móvil y en colaboración con Eber Rodríguez, bibliotecario en Stanford que tiene su taller en Redwood City, California. Allá se imprimieron los textos y acá se hicieron los grabados y la encuadernación. Tengo este otro libro, que tiene pop-ups, del que hice una edición bien cortita, de sólo cuatro, hace unos años, pero ha tenido éxito y ahora voy a hacer otro tiraje, una segunda edición.

Algunas veces hago participaciones con otros artistas, pero generalmente en el taller se produce el libro totalmente: selección de papel, de telas, impresión en grabado y serigrafía, encuadernación, caja, etc. Salvo el tipo móvil. Tengo muchos tipos y una prensa chiquita que no he echado a andar porque me restringe un poco el tamaño. Y estoy trabajando en dos o tres ideas. Siempre tengo varias en mente y trabajo en ellas a veces escribiendo, en el diseño, a veces en el grabado. Estoy pensando en un manual de llaves de lucha libre, un tema que últimamente también está resurgiendo. Otro es sobre un poema de Nezahualcóyotl.

 

MB: ¿Crees que es una disciplina que se ha puesto de moda o de qué manera es que se da mayor oportunidad ahora al libro de artista? Tengo mi propia teoría: quizá es que el libro tradicional (impreso) al pasar al libro virtual, se liberó de la  responsabilidad como contenedor de texto, dándose un espacio para desarrollarse como objeto escultórico, con un discurso visual independiente o paralelo al discurso de la lengua.

AG: No sé si es una moda, pero se ha retomado. Tuvo un auge y ahorita creo que tiene uno nuevo y sí, hay un interés por hacer libros y exposiciones, creo que está creciendo. Llámese libro de artista, libro objeto o libro intervenido, no sólo es independiente al texto, sino incluso sin texto. Los que yo hago, a veces ni siquiera llevan texto. Dejo que sean solamente los gráficos los que hablen, los que digan, los que cuenten.

 

MB: Luego de Máxima expresión ¿has encontrado otros espacios?

AG: Se abrieron algunos, ¡pero es un trabajo! Es un trabajo gestionar los espacios, conseguir algún recurso, porque eso resta tiempo a mi producción. Me encantaría que hubiera una exposición por lo menos al año, pero hay que invertir mucho para que se den las condiciones. A partir de la exposición vemos la necesidad de que los libros de artista tengan más exposiciones, más lugares dónde exhibirlos. Porque si bien hay un resurgimiento, no hay muchos espacios dónde. La gente no está tan familiarizada como con la pintura, el grabado y otras cosas, lo ven más del lado de la publicación que de la obra de arte. Por eso fue importante presentarlos en una biblioteca pública, para que la gente se diera cuenta que hay otro tipo de libros.

También las exposiciones se han extendido mucho fuera de los recintos oficiales a cafecitos, a locales de ciertas colonias [en México la Roma y la Condesa]. El acceso es más fácil, porque una galería oficial o de nombre está reservada a ciertos artistas, a gente que se relaciona bien. Estos pequeños lugares independientes dan acceso a más artistas emergentes, pero no tienen las condiciones para los libros. Es más fácil colgar gráfica o fotografía en las paredes que tener bases o estantes o vitrinas para colocar libros de artista, y si tienes mucho público -eso es lo que se quiere- no puedes dejarlo que manipule el libro porque se va a dañar. En la Ciudad de los Museos habría que buscar un espacio para el libro de artista.

 

 

 

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