Que Norberto de la Torre sea uno de esos poetas ya memorables en la mira de varios cientos de miles es cosa de fragancias inolvidables y de sonidos bien elaborados a partir del enorme corazón que siempre tiene para todos y todas.
Es un poeta gigante que se sienta arriba de sus libros y mira sin mirar a nadie todas las suertes que van corriendo y de prisa y hace gala de saber contar como lo mejor de las crónicas del viejo Chejov que se ensañaba en los atributos del buen describir, explayar, dibujar la circunstancia.
Norberto de la Torre es un escritor mexicano con una tremenda vocación por el mundo de los libros, las escrituras de generaciones y los impulsos de todos los tiempos para subrayar lo rico que es el panorama de la literatura mundial y especialmente latinoamericana que ante las urgencias y vacíos, poco a poco han llenado de múltiples asombros sus renglones más sabrosos, idóneos, solidarios.
Autor de numerosos libros de poesía, ensayo y filosofía, conferencista y maestro, alumno destacado a la vez de la comunidad cultural del país, el poeta Norberto es un tierno alcance de esa poesía intimista que logró despertar muchas veces el agradable vació de sentirse siempre solos a pesar de estar acompañados, vinculado a la burocracia desde muy joven, tuvo como siempre la salvedad y la buena suerte de estar a gusto en la UASLP y luego hasta jubilarse a sus anchas correteando novedades culturales y relevancias de la literatura mundial y especialmente mexicana.
Siempre en la escritura nos ha invitado a leerlo, comentarlo, subrayarlo o condenarlo, alguna vez opinamos debía mejor ser directo y sin andar por las ramas comunicarse mediante el dolor, o la alegría, el asombro y la neta que trae muy por dentro, pero opta continuamente por describirnos mil colores y cosas y escenarios peliculescos, y a fin de cuentas siempre gana, porque de eso se trata, ir ganando lectores, dejarles algo, inquietarlos, distraerlos o sublevarlos.
Gracias camarada Norberto de la Torre González, tu tenacidad ha sido sorprendente y buena para todos, que aunque ese excluyente hallazgo de las comodidades institucionales haya aletargado el compromiso colectivo de publicar a todos los poetas sin diluir a nadie ni censurar nada, todos completos, derruidos algunos, distraídos otros, protestantes muchos e independientes que en la rabia se les quedaron sus mejores versos, encasillados en libros inéditos delirantes, accionadores de materias espectaculares que generarán un día la reacción editorial sin precedentes. Ese es tu aporte, tu hallazgo, tu discreto egoísmo.
Tá dicho: Norberto, poeta y popular y con los dones abundantes, estrepitosos, delirantes. Es un obligado a leerse. Rehagámoslo. ■
