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viernes, 19 abril, 2024
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Límites

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

Si reformar la UAZ es imposible ¿qué sí se puede hacer? De la reforma de 1999 podemos aprender varias cosas, la principal de ellas es que la autonomía de la universidad está limitada por el Congreso del Estado, así que ciertas propuestas, aunque resulten avaladas por la comunidad universitaria, no tienen viabilidad política. Tal fue el caso del pase automático en el área de Ciencias de la Salud, el voto no ponderado o la negativa a aceptar las evaluaciones del Ceneval y organismos similares. Conclusión no menor de la anterior percatación es que el viejo dilema autonomía/heteronomía está superado: la universidad es dependiente del Estado, así que las coordenadas de la reflexión deben modificarse: ¿cuáles son las posibilidades reales de organización que tiene la universidad? La crisis de fondos dinerarios es expresión de esas limitaciones: no es posible crecer sin que haya supervisión del gobierno federal, que es el que determina, en última instancia, la dirección de la educación en el país.

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Pero, ¿debemos considerar que estos límites son fatales para la actividad de la institución? De ninguna manera: la universidad no requiere crecer porque no es la única opción de los zacatecanos para educarse, existen universidades privadas, preparatorias estatales y similares que compiten con la UAZ en la producción de profesionales. Quizá ni siquiera la universidad es la institución más barata. Lo más sensato es preguntarse para quién es útil que se expanda y por qué. También es claro que el alza de salarios está más allá de las posibilidades de la administración central debido a que la política de contención sigue vigente: no puede ofrecer incrementos por encima del límite inflacionario definido por el Banco de México. Incluso más, no sólo no existe capacidad para incrementar los salarios sino ni siquiera las prestaciones no financiadas por las autoridades federales.

Esto altera el conjunto de las relaciones bilaterales, y coloca al SPAUAZ en el dilema de renovar sus banderas de lucha o adecuarse, por fatalidad e intereses de grupo, a las políticas federales. Durante al menos 15 años el sindicato se ha transformado, casi imperceptiblemente, en legitimador de las políticas de la administración central hacia los docentes. Tales políticas aparecen bajo el disfraz de “auditorías” que definen actos administrativos que están por encima de lo contratado. No es sorpresa que las auditorías son otra de las fórmulas para abatir prestaciones, implementar reducciones de personal o redistribuir la carga de trabajo sin que exista vigilancia del sindicato. Por eso los sindicalistas deben modificar sus casi inexistentes acciones para lograr retomar la defensa de sus agremiados a la vez que se configuran como otro límite para las acciones de la patronal. Si reflexionamos un poco sobre los grandes problemas de la universidad, que suelen ser reducidos a uno: las finanzas, notamos que el contenido sustancial de la institución está ausente: no parece haber crisis ni en la investigación ni en la docencia, mucho menos en la extensión. Al parecer la ausencia de dinero, de prestaciones, de condiciones laborales, no afectan las labores sustantivas. Cosa que aparte de falsa es funcional a los intereses de la rectoría.

Sin embargo, sí que hay una crisis enorme en esos apartados: la investigación es irrelevante porque se hace para justificar mejores salarios, aunque otros dirían que es porque no muestra su “compromiso social”, la docencia se subordina a obtener mejores niveles en el programa de estímulos y la extensión se debate entre su reducción a las dos anteriores labores (para poder entrar a los programas de apoyo) o su indefinición. Es muy sintomático que en la reforma de 1999 no haya prevalecido una definición clara de extensión. Parece claro que las actividades sustantivas están intervenidas por el gobierno federal a través de sus programas de apoyo, lo que muestra, de nuevo, que la universidad tiene muy poco margen para definir esas actividades, estamos ante otra limitante a la acción de los universitarios.

La investigación en la universidad se define de manera grupal, son los grupos de docentes los que definen que investigar determinados por su propia formación sin integración a un plano más general, por lo que la investigación en la UAZ es un conjunto de fragmentos, muchas veces repetitivos como en el caso de la reciente Unidad de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia que repetirá lo existente en la Unidad de Física, o la Unidad en Estudios del Desarrollo, que reitera a la Unidad de Ciencia Política. No está de más recordar que esos esfuerzos duplicados fueron condenados en la reforma de 1999. Quizá el error sea creer que se puede hacer una reforma a partir de un grupo de iluminados, de una minoría de avanzada, tal vez sea mejor que cada agrupación humana en la UAZ defina si quiere reformarse y cómo ese objetivo se puede integrar a uno más amplio. Es decir, una reforma desde abajo. ¿Existe esa opción? Somos pesimistas: el control de las Unidades académicas está fundado en grupos que no permiten la pluralidad y a los que ofende la idea de igualdad. Pero la reforma sigue estando en el aire porque los universitarios están descontentos con sus condiciones empíricas. Deben empezar por abatir su creencia en el “hombre providencial”. ■

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