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miércoles, 24 abril, 2024
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Los brotes de mayo (3)

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Recién pasó entre los acontecimientos sociales del mes, el Día del Maestro, un festejo que debiendo ser el espíritu de encuentro entre la sociedad y su sistema educativo, pasó más desapercibido que un campeonato de los Lobos BUAP, si es que este se diera. Fue notorio el poco entusiasmo que se vio, al menos en el entorno cercano, en la celebración de este día. Antes, siquiera los estudiantes se organizaban para tener este día como tregua en el acontecer cotidiano entre los que aprenden y los que enseñan y se tendían puentes entre ellos; los abrazos sustituían los momentos álgidos surgidos de los esfuerzos de unos por adquirir nuevos conocimientos y el de los mentores que con vocación, entrega, dedicación y otros atributos que, habrá que decirlo con claridad, ya no aparecen siempre entre los mentores.

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El hecho de que esto no ocurra es una señal preocupante. Hasta hace algunos años había tres figuras prominentes en la sociedad, los sacerdotes, los médicos y los profesores. Hoy ninguna de ellos trasciende incluso en las comunidades más apartadas lo que indica que estos valores tradicionales en nuestra cultura han sido avasallados por otros que nada tienen que ver con la fe, o con la salud pública, o con el fenómeno de enseñanza aprendizaje. En el pasado reciente estas figuras han sido sustituidas paulatinamente por los medios masivos de comunicación primero y ahora por la tecnología digital. Lo que es lamentable se deriva del uso tendencioso que se les ha dado a ambos sistemas, orientados a la desculturización colectiva y al establecimiento de una especie de tara social en las que la tendencia sigue siendo la individualización, por una parte, y el desapego hacia muchos de los valores que solían ser los baluartes que daban sustento a la sociedad, sustituidos por los contenidos de las líneas de información que aportan las llamadas redes sociales y por un apego desmedido a los bienes de capital, independientemente de cómo sean alcanzados.

Sin tratar de que desde aquí se ejerza la clarividencia, si se quiere rescatar al país del estado de muerte anunciada en que lo ha dejado el ejercicio político del último siglo, es imperativo rescatar los valores del ejercicio magisterial como actividad prioritaria en el diseño de cultura que se haga en este empeño. La docencia debe ser la principal profesión en cualquier lugar donde se pretendan rescatar los conceptos de paz y permanencia. Si se sigue apostando por profesiones que sólo tienen que ver con la tecnología, los negocios y la industria de la transformación, necesarias pero no prioritarias, cuando se pretenda diseñar cualquier modelo de sistema las debilidades aflorarán por todas partes.

En el otro lado de la moneda, complemento del fenómeno educativo y cultural están los estudiantes, quienes han visto disminuir su protagonismo en el desarrollo nacional. Hoy día es raro encontrar estudiantes o colectivos estudiantiles que no solo se muestren, sino que se jacten de serlo con acciones concretas o movimientos. Parece que la mayoría de los jóvenes estudiantes de enseñanza media y superior, solo ven en este período de preparación una forma de extender los beneficios de la guardería y el kínder para explorar los terrenos de la diversión dionisiaca y la poca o nula responsabilidad ante eventos que antes eran “serios” y hoy han dejado de serlo, al menos para ellos. Lo más grave es que en su mayoría parecen cautivos para siempre por la tecnología digital y los chismes sociales, a pesar de contar con un gran acervo de información para alimentar su conocimiento. Pero los menos culpables son ellos, por razones difíciles de entender, el sistema está diseñado para que esto ocurra. Feliz Día del Estudiante (aunque le aseguro, estimado lector, que esta columna no la leerá ningún estudiante de cualquier nivel, desde kínder a postdoctorado).

Los mediadores entre la enseñanza y el aprendizaje efectivo mejor equipados desde cualquier perspectiva para el fomento y fortalecimiento de los modelos educativos, paradójicamente, son los últimos en ser invitados, los psicólogos. Si se rescata la poco consultada profesión cuyo objeto de estudio principal es, paradójicamente otra vez, la teoría del aprendizaje y la ciencia de la conducta que la fortalece, entonces se podrá definir con mayor precisión la clase de gente instruida, enseñada y educada a la que se aspire para presumir como conciudadano, en una sociedad que llegue a tener con claridad la clase de futuro que se va a buscar. No en balde, muchos de los avances trascendentales que se lograron el siglo pasado en el terreno de la masificación de la enseñanza siguen tan vigentes e intocados como entonces. Otra paradoja más en este día es que se celebra el Día del Psicólogo, así que va un abrazo sincero a esta profesión que la gente desconoce más que nada porque quienes se dedican a ella se limitan dentro de sus prisiones teóricas y la adaptación a un sistema que no está interesado en los aportes que la psicología puede dar como lo dijera el maestro Skinner, al desarrollo de la ciencia de aprender y el arte de enseñar.
Feliz día en mayo, Maestros, Estudiantes y Psicólogos.

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