(QUINTO LUGAR DEL 7 CONCURSO DE CUENTO CORTO DE LJZ)
Érase una vez un perro pequeño y de color canela que tenía una familia y lo quería mucho, pero una tarde se mudaron, olvidando al pequeño perro llamado Shagui. Les contaré cómo sucedió esta historia. Shagui vivía en una tienda y un día unos señores se acercaron al perrito y lo compraron porque tenía un inusual remolino en la espalda. Y dijeron “Este perro será el mejor regalo para nuestra hija”. Así le compraron una correa y antes de que su hija Licsi abriera los demás regalos, le dieron el perro que tenían oculto en la recámara. Shagui creció muy apegado a Licsi y ella le regaló un hueso de goma, el cual el perro nunca dejaba ni para dormir.
Un día el papá de Licsi recibió una inusual llamada diciendo que lo habían ascendido y tenía que ir a trabajar a San Luis Potosí. Todos saltaron de alegría porque allá vivía su familia, así que empacaron sus cosas, metieron a Shagui en una jaula y se dispusieron a partir. Durante el viaje, el padre de Licsi no vio un tope y la camioneta saltó, lanzando por el aire a Shagui, quien cayó tras un arbusto, por eso no lo vieron. La camioneta siguió su camino y unas horas después una señora lo liberó. En cuanto Shagui quedó libre echó a correr tras la camioneta, pero no la alcanzó. Durante su camino, Shagui se detenía en las calles donde había pequeños que sufrían tristeza, los cuales al tocar el remolino que tenía en su espalda olvidaban la tristeza y se volvían felices. Los niños, en cambio, le daban de comer y beber.
Algunos pensarán que esta historia es falsa, pero es real, porque yo un día me lo encontré y sanó mi corazón que estaba roto porque mi mejor amiga se había ido a otra ciudad y ya no tenía con quien jugar. Sólo deseo que Shagui haya encontrado a su familia y sea tan feliz como yo lo fui al ser curada por el extraño remolino que tenía en su espalda.
Autora: Andrea Marely García Díaz
Edad: 10 años
Escuela Primaria Licenciado Genaro Borrego Estrada
Jerez, Zacatecas
