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viernes, 29 marzo, 2024
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El director Bertrand Bonello habla sobre Zombi Child

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Por: SERGI RAMOS •

■ “Mi formación cinematográfica proviene del cine de género, y siento un verdadero amor por él”

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Bertrand Bonello (Niza, 1968) ha dirigido ocho largometrajes. Ha pasado por distintas secciones del Festival de Cannes desde su segundo largometraje, Le pornographe (2001); alcanza un notable éxito crítico con l’Apollonide (2011), descripción íntima de un burdel; y público, con el biopic del modista Saint-Laurent (2014).

Sergi Ramos: ¿Cuál ha sido la influencia del cine de género en Zombi Child?
Bertrand Bonello: En realidad llevo 15 años interesado por Haití y el tema del zombi. Mi formación cinematográfica proviene del cine de género, y siento un verdadero amor por él, pero lo que me interesó aquí fue esta historia en concreto. Además, supone un retorno al origen del zombi, a la tradición del vudú. En realidad, se trata de una historia verdadera, sobre la que se ha escrito entre otras cosas un libro de antropología. También el director Wes Craven se basó en ella para realizar La serpiente y el arcoíris, pero a él le interesó más centrarse en el “polvo de zombis”. Es la historia de un hombre que se despierta de su estado de zombi y se oculta durante trece años, sin ver a su familia. Esto le otorga una dimensión política. Pasar por el personaje del zombi permite hablar de la esclavitud y de la relación entre Francia y Haití.

SR: Cuéntanos el proceso de elaboración de la película.
BB: Es una película que he hecho muy rápido. Empecé hace un año apenas, por la planificación, y luego escribí el guion en muy poco tiempo. Después rodamos en apenas cuatro semanas. Para el casting, en Francia utilizamos actores no profesionales, en un casting callejero con centenares de chicas. En Haití, sin embargo, recurrimos a gente que tenía ya de alguna manera u otra una relación con el espectáculo. Gente con experiencia del teatro, danza, pero que allí no pueden vivir de eso.

SR: ¿Cómo trabajas la música?
BB: Yo me encargué de la composición de la banda sonora, con dos temas distintos, uno para cada país. Para Haití, una música electrónica; para Francia, un tema inspirado en las películas de género, con suspiros evanescentes. También tiene mucha importancia la música que escuchan las chicas, me inspiré en el playlist de mi propia hija que tiene 15 años.

SR: En la película hay una ida y vuelta entre Francia y Haití. ¿Habías previsto esto desde el principio?
BB: La filmación está muy pegada al guion, y la relación entre los dos países estaba presente, pero de manera teórica. Esa alternancia se crea en el montaje, cuando en paralelo veo la tristeza de una adolescente y un hombre que camina, y surgen las relaciones. En realidad, mi mayor orgullo en la película es haber acabado rodando en Haití. Se trata de uno de los países más peligrosos del mundo, y mucha gente me recomendaba que rodara en otro sitio, como República Dominicana. Es cierto que fue difícil, pero me siento muy orgulloso de haber acabado rodando allí.

SR: Háblanos de la escena con Patrick Boucheron.
BB: Esa escena es la única con improvisación de la película, todo lo otro estaba en el guion. Sólo le propuse el tema: el liberalismo en el siglo XIX. Y me ofreció un magnífico regalo, que conectaba con muchas cosas que estaban en la película, sin saberlo él. Dar una lectura sobre la experiencia, explicar cómo se cuenta una historia, que las cosas desaparecen y resurgen, lo discontinuo…

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