El daño ambiental que generan las minas es naturalmente irreversible, aun cuando pagaran los llamados costos ambientales, porque estos últimos se calculan sobre el costo de la reparación del daño, sobre todo a productores agrícolas, forestales o ganaderos. El caso del derrame que la mina del Grupo México hizo en el Río Sonora de 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre acidulado; además de arsénico, aluminio, cadmio, cromo, fierro, manganeso y plomo; es una muestra de lo que aquí afirmamos. Se calculó el daño a los ganaderos y las pérdidas a los agricultores, con lo cual sumó mil 800 millones de pesos en total, de lo que han pagado sólo una parte. Pero los daños a la ecología del lugar, es irreversible. Es un valor que no tiene precio y queda fuera de las cuentas.
Al igual como llegaban los europeos al Congo, y deforestaban, extraían la madera, diamantes, trabajo esclavo, aniquilaban animales, cambiaban ríos y con ello llevaban el ‘progreso’ a eso pueblos ‘atrasados’; aquí llegan las mineras a dar empleo a pobres trabajadores del tercer mundo, y a cambio de sus espejitos, se llevan las entrañas de la tierra y dejan los jales y los restos de mercurio en las arterias del subsuelo. Dejan la muerte latiendo mientras disfrutan de enormes fortunas en sus países de origen. En el caso de las empresas nacionales, también se llevan sus ganancias a otro lado. El mayor mal no se calcula: el efecto devastador de la biodiversidad. La minería amenaza el 38% de las últimas extensiones de bosques primarios el mundo. La minería deforesta millones de hectáreas y pulveriza montañas, millones de toneladas de roca y la desaparición total de bosques, selvas y toda cubierta vegetal. Pone en riesgo especies de animales y vegetales. Los vertederos de desechos tóxicos son verdaderos actos de contra-creación.
El efecto de estas minas está más que documentado. Las autoridades lo saben, y siguen incentivando esta inversión porque creen (o pretenden hacernos creer) que traen progreso. Es como los lideres de las tribus del Congo que llaman a los Belgas para que los civilicen. Ahora nos parece un despropósito. Pero es lo mismo que hacen los gobernantes actuales. Hay toneladas de evidencia que han producido cientos de estudios sobre la pérdida que sufren los territorios con ese tipo de empresas extractivas. Aun haciendo cuentas sólo monetarias es una relación deficitaria. Las empresas extractivas siguen siendo empresas coloniales. ¿Acaso Zacatecas es incapaz de crear 11 mil nuevos empleos en proyectos sustentables para que no tengamos que sufrir la destrucción de nuestra casa común? ¿Es realmente necesario sostener industrias de vertederos tóxicos sobre nuestro territorio por necesidad económica? ¿No hay alternativas? Los gobiernos han sido no sólo irresponsables, sino cómplices de la devastación. En el caso del nuevo gobierno nos preguntamos, ¿impulsaran dichas alternativas económicas? ¿Seguirán tolerando la devastación? ¿Pondrán un límite a Germán Larrea?
