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jueves, 18 abril, 2024
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Día Internacional de la Madre Tierra Buen vivir, vivir bien

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

El pasado 22 de abril se celebró a nivel mundial el Día de la Madre Tierra o Pachamama, esta última, considerada por la mitología Inca como la madre de todos los seres vivos que habitan esta casa común llamada Planeta Tierra. De acuerdo con los Incas, la Pachamama era la Diosa que protegía a los seres vivos, además de ser la precursora del desarrollo de la vida, gracias a todo lo que nos brinda como el alimento y el agua. En este contexto, a partir de la ONU, se pretende hacer conciencia sobre el valor de los ecosistemas y la necesidad de lograr el equilibrio entre las aspiraciones sociales, económicas y ambientales tanto de generaciones presentes y como de las futuras, haciéndose énfasis en la necesidad de lograr la armonía entre la naturaleza y el planeta. Así, las celebraciones del pasado 22 de abril se orientan a motivar una responsabilidad colectiva en torno a la fundamental tarea humana de cuidar el único hogar que tenemos y al que desafortunadamente, le hemos generado un cúmulo de problemas que ya pasan factura, tal es el caso del cambio climático, los residuos sólidos, la contaminación del aire, suelo y agua, la pérdida de especies y muchas más afectaciones que no tienen freno, por el contrario, los seres humanos estúpidamente le están apostando al exterminio, a la violencia y al caos, así se demuestra en eventos lamentables que acontecen todos los días en cualquier punto del mundo. Volviendo al tema central de esta entrega, la ONU sentencia que es precisamente el cambio climático, una de las mayores amenazas para el desarrollo sostenible de todo el Planeta y que es consecuencia de las acciones insostenibles de la humanidad al preferir el uso de combustibles fósiles a las energías ambientalmente sostenibles como la solar o la eólica. Ante el escenario devastador que tiene la Madre Tierra, hemos considerado la necesidad de recuperar y adherirnos al conocimiento tradicional de nuestros hermanos indígenas, mismos que conservan un vínculo muy especial con la naturaleza, la veneran, la respetan y la protegen, pues ellos saben que su vida depende totalmente de los recursos que les brinda la Pachamama o Tlali Nantli como le llaman algunos indígenas de Guerrero. Para nuestros hermanos indígenas la Madre Tierra no es un objeto inerte, es fuente de vida y es sagrada, por lo que se debe vivir en armonía con ella y encontrar el equilibrio, sin embargo, enfrentan muchas adversidades inherentes a sus comunidades ante la ineptitud e indiferencia de las autoridades ambientales, quienes contrario a aprovechar su conocimiento ancestral, se esmeran en agotar los recursos naturales que les pertenecen desde generaciones pasadas, al respecto, los indígenas de América Latina han exigido a los gobiernos el respeto a la naturaleza y, tal como lo dijo hace tiempo la hermana indígena del Ecuador, Ana María Guacho, los gobiernos creen que son dueños de todo y entonces ellos negocian, venden y explotan nomás sin respeto a los pueblos indígenas, por otra parte, la hermana Chishlua Palomino, indígena Quechua del Perú, pidió el respeto a los conocimientos ancestrales de los pueblos originarios y habló de las explotaciones que hacen las transnacionales en las zonas donde viven, nuestras hermanas denunciaron el saqueo salvaje de los recursos naturales en sus asentamientos. Para el que escribe, es fundamental partir del conocimiento tradicional para sanar a la Madre Tierra y, aprovechar adecuadamente ese conocimiento desde la educación ambiental para generar de fondo, nuevas actitudes en los mestizos en relación con el entorno, de lo contrario, la devastación continuará hasta poner en entredicho la permanencia misma de la humanidad. Recordemos que en la cosmovisión indígena, toda forma de existencia tiene la categoría de igual, vive y es importante. Ya en la Cumbre Río+20, nuestros hermanos indígenas presentaron una propuesta ética denominada BUEN VIVIR/VIVR BIEN, a partir de la cual, se aspira a tener una sociedad con equidad y sin exclusión, para lo cual, se deben conciliar visiones y saberes que estén vivos, que funcionen, sean comprendidos y practicados cotidianamente, tal es el caso de la solidaridad, reciprocidad, colectividad, resiliencia y autosostenibilidad como prácticas sociales cotidianas, para lo cual, es necesario reaprender a respetarnos y relacionarnos en todas las esferas, como sujetos y no como objetos. Sin duda, mucho nos falta por superar para realmente festejar con hechos positivos a nuestra Madre Tierra, del lado de nuestros hermanos indígenas, con autoridades ambientales eficientes y con mucha conciencia ciudadana para poder lograr el buen vivir y vivir bien. ■

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*Integrante del Consejo Mundial para la
Defensa de los Derechos Humanos
[email protected]

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