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jueves, 28 marzo, 2024
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Los mejores libros no siempre se encuentran nuevos o en librerías tradicionales: Barrera

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

■ En 1998 inició, junto con su esposa, el movimiento llamado “Libros Rodantes”

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■ Buscan propietarios para libros viejos y evitan así que su destino sea un rincón oscuro

 

Un buen amante de los libros entiende que los mejores textos no todos se encuentran nuevos o en una de las librerías tradicionales. A veces para adquirir las obras que se quieren leer implica tener que lanzarse a la búsqueda en lugares que guardan libros viejos, raros, antiguos, descontinuados y usados.

Con esas ideas, nace en 1998 el movimiento llamado “Libros Rodantes”, iniciativa de Carlos Barrera y su esposa, pero no de textos nuevos recién salidos al mercado, sino que rescatan los libros olvidados o en desuso y los vuelven a vender en las calles y en ferias de libro.

Esta pareja, originaria de la Ciudad de México, se dedica al noble arte de volver a ponerlos en circulación y encontrarles otros propietarios. A los libros viejos les encuentra en forma permanente nuevos lectores y evita así que tengan como destino un rincón oscuro y húmedo en alguna casa.

Carlos y su esposa consideran que las obras literarias, así se hayan escrito en otro siglo nunca envejecen, y leer tampoco pasa de moda

“Libros Rodantes nace por una necesidad no sólo de alimentar la barriga, sino el alma. Éramos lectores, comprábamos libros, pero veía que había una demanda de lecturas que no siempre están al alcance de la población pues los libros son caros” explica Carlos.

Cuenta que trabajó como ayudante en librerías, durante 4 años aproximadamente pero decidió independizarse. Empezó vendiendo sus propios libros, los que ya había leído. Con esas ventas recuperaba algo de la inversión del .libro nuevo que había comprado.

Posteriormente, buscó libros y textos antiguos en bibliotecas personales. Además de hacer intercambio de material. Así, comenzaron a conocer a personas que se dedicaban a la compra y venta de libros.

Eran ellos quienes comenzaron a invitar a Carlos y a su pareja a las ferias de libro en diferentes estados. La intención era vender material que ya no se publica. Barrera considera que este trabajo es un «proceso permanente de aprendizaje» y eso lo obtiene de las personas del rubro con las que tomó contacto.

Por ejemplo, el año pasado consiguió a un cliente-amigo, quien encargó a Carlos un libro de un poeta alemán que escribía poesía funeraria, del año de 1700 y en su reciente visita a Zacatecas una persona adquirió una primera edición del libro “Muerte al atardecer” de Ernest Hemingway.

Opina que para involucrarse en la compra y venta de libro se requiere una especialización para valorar el material que se adquiere y se vende, pues se acude a casa de subastas y con personas expertas en hacer valuaciones, como anticuarios, quienes analizan el tipo de papel y antigüedad.

También se deben cuidar los libros antiguos para evitar que se maltraten, pues se debe evitar la humedad y el contacto con el agua. Aunque el material moderno se puede transportar sin mayor problema en cajas.

Para Carlos, es importante que sigan existiendo personas que se dediquen a rescatar textos antiguos, pues aunque existen nuevas tecnologías donde conseguir textos en Internet, pocas veces se consiguen textos inéditos que no están digitalizados.

“Aunque también le apostamos a la suerte con el material que traemos. Hace unos días teníamos en venta una edición francesa de historia de Antonio Solís de 1858, y llegó una persona y dijo que estaba buscando ese tipo de material y nos encargó material de las épocas de Maximiliano e Iturbide”, cuenta el vendedor.

A diferencia de los lectores, las obras literarias así se hayan escrito en otro siglo nunca envejecen, y leer tampoco pasa de moda. Además, como a tantas personas tener un clásico de la literatura universal quizá no les fue siempre accesible y ahora que lo vintage está en auge encuentran ejemplares que otros dejan en desuso para rememorar, aprender o descubrir algo nuevo.

Lamenta que hay personas que no han diferenciado la venta de libros en la vía pública, lo cual, de acuerdo a legislaciones, como la de la Ciudad de México, un vendedor de libros no debe pagar impuestos como cobro de piso, pues está realizando un fomento a la lectura y a la cultura.

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