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miércoles, 17 abril, 2024
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Narrar nuestro devenir: Maira Colín

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Por: Armando Salgado •

La Gualdra 381 / Entrevistas / Poesía

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Maira Colín (CDMX, 1978). Ganó el XVIII Concurso Literario de Prosa y Poesía «Timón de Oro», el Premio Nacional de Ensayo Político José Revueltas 2014 y el Premio Nacional de Poesía Bartolomé Delgado de León 2017. Ha publicado el libro de cuentos Atrapados en la red (Selector, 2010), el libro infantil El misterio de los animales (Matrushka, 2011) y la novela Salida de emergencia (La Cifra Editorial, 2016). Fue becaria del Fondo para la Cultura y las Artes en el género de novela (FONCA). Mentí cuando te dije que seríamos felices para siempre (Bonobos Editores, 2018) es su primer libro de poesía. Maira Colín se instala en los escenarios de la poesía mexicana con este libro que explora de forma contundente la cotidianidad del hogar, compartiendo además de sus improntas el gusto por la vida al lado de los suyos, y por supuesto con el lector, desde esas complicidades colectivas.

 

Armando Salgado: Te mentí cuando te dije que seríamos felices para siempre (Bonobos Editores, 2018), sin duda, es un título demoledor. ¿Qué provocó en ti escribirlo desde los escenarios domésticos?, ¿es autobiográfico en cierto modo?

Maira Colín: El libro es completamente autobiográfico. Las relaciones de pareja son complejas y, en ese sentido, los lugares que uno habita encarnan, toman voz. Quería dejar constancia de que la casa que mi pareja y yo habitamos fue cómplice y juez del tránsito que compartimos encerrados entre esas cuatro paredes. Lo doméstico no es sólo el ámbito de lo privado, es ahí donde se gesta el mundo común.

 

AS: Sobre el mismo libro, ¿por qué elegiste escribir un libro de poesía cuando cada vez se lee menos, según encuestas y otros datos?

MC: Voy a sonar tremendamente aburrida y llena de lugares comunes, pero pocas frases en la vida me han cimbrado tanto como aquello que dijo Heidegger sobre que “la poesía es la casa del ser”. Cuando conocí a Daniel Miranda Terrés comprendí a cabalidad lo que quería decir esa frase y quise hacer mía esa posibilidad. Fue de su mano que pude lograrlo. Es la poesía la mayor de las artes y es, también, la única vía que tenemos para realmente cambiar el mundo. Y, quizás ingenuamente, quiero participar de ese cambio.

 

AS: ¿Cómo articulas tu escritura por distintos géneros además de dirigirla a diversos públicos?, ¿cómo tomaste esa decisión?, ¿qué autores lees que circunden, al igual que tú, por territorios semejantes?

MC: Tomé la decisión de escribir desde que descubrí a Juan García Ponce. Cuando leí sus cuentos completos, supe que me quería dedicar a escribir. Creo que la literatura es uno de los dispositivos que ofrecen mayor fidelidad para narrar nuestro devenir. Me parece fascinante poder ejercer la escritura e interactuar con el mundo a través de ella. Me gustan todos los géneros, aspiro a tener obras que valgan la pena en cada uno de ellos. Cuando pienso en una escritora todo terreno, pienso en Joyce Carol Oates, quien ha conquistado el mundo desde el ensayo, la poesía y la narrativa. Ha conquistado el mundo para luego sumergirse en la cotidianidad de su vida académica, su esposo, sus gatos.

 

AS: Como creadora, ¿qué consideras primordial en los ajustes a las políticas culturales ante los cambios por el nuevo gobierno?, ¿qué corresponde a los creadores asumir cuando de estímulos se trata?

MC: A los creadores los conmino a no hacer caso omiso del mandato más importante que tenemos como generación: acabar con la corrupción y la impunidad. Gritan a todo pulmón en un foro mal planeado que no deben dejar de recibir las subvenciones de Estado, pero no piden mecanismos de transparencia para la asignación de los recursos. Es de sorprenderse hasta el asco cómo se han otorgado los estímulos, por ejemplo, de jóvenes creadores en la disciplina de letras. Ojalá aceptemos nuestro papel histórico y cambiemos lo que la clase política y los medios de comunicación se han negado a hacer; ojalá estemos dispuestos a perder los privilegios que nos otorga este orden social lleno de simulaciones y simulacros.

AS: Como mujer, y ante distintos movimientos que propician reajustes de paradigmas, ¿qué elementos consideras fundamentales para favorecer una sociedad más justa, diversa y equitativa?, ¿la literatura tiene un papel esencial en esta deconstrucción?

MC: Judith Butler, en su libro Dar cuenta de sí mismo, plantea que el acto de nacer devela que todos: mujeres, hombres, gays, lesbianas, trans y aquél que pasa por el tránsito de nacer, viene al mundo en las mismas condiciones de vulnerabilidad. Esa vulnerabilidad tiene que ver, exclusivamente, con el hecho de que necesitamos de un otro para sobrevivir, no con clase y condición social o cualquier otra variable. Hablo de la supervivencia desde la que un recién nacido requiere de la subsidiaridad de un otro para poder seguir en este mundo. Si fuéramos capaces de ver esta ética, si fuéramos capaces de ver que para dar cuenta de nosotros mismos siempre interviene un otro y sus cuidados, la violencia que ejercemos de unos hacia otros sería imposible. Pero como el mundo hoy no está dispuesto a esa mirada, por lo menos me gustaría decir que todo aquel movimiento social que apele al conflicto está única y exclusivamente abonando al poder del capital y en nada modifica nuestro entorno ni las condiciones en las que vivimos. Por ejemplo, el llamado feminismo hegemónico, lugar desde el que se le ha hecho el caldo gordo a las transnacionales que venden las playeras de “the future is female” y que, en varios casos, ha abonado a cualquier espacio que auspicie las venganzas personales disfrazadas de justicia social, generando así más clicks a los medios de comunicación y nulos cambios en la violencia que se ejerce contra las mujeres o los cuerpos feminizados. La poesía es fundamental para cambiar el mundo porque es el único espacio donde el lenguaje se subvierte, donde esta metafísica de mierda pierde sentido y nos ofrece algo otro que no se constriñe a la miseria en la que estamos enfrascados.

 

AS: Leí los 10 peores momentos de tu vida publicados en la revista Nexos. Para saber más de ti y complementar el ejercicio anterior, ¿podrías compartirnos los 10 mejores momentos de Maira Colín?

 

MC: Ya no creo en los listados (se ríe de sí misma). Ahora solo sé que mi clan y mi hogar me hacen muy feliz porque sé que desde ahí, genuinamente, estamos cambiando el mundo.

 

NO SÉ de dónde me sale esta respiración pausada
ni el por qué de los pulmones cansados

Mi cuerpo se llena del aire viciado de la alcoba

Te miro en medio de la luz desordenada de mañana
Tu semblante es muy distinto al mío Sonríes
Destello vivo en la mirada

Hace días que no vas a tu casa
Traes puesto un calcetín roto y no tienes zapatos

Demasiadas noches has dormido en esta cama
La casa ya no es la misma
La puerta se pregunta si no habrás de irte nunca

AHORA DUERMES todos los días a mi lado

Lo primero que haces es tender la cama
No puedes con la idea de que nuestro lecho esté revuelto

Me dices que las sábanas puestas en su lugar son como agua quieta

Pienso en el agua estancada de las presas que al fallar
arrasan con lo que hay a su paso
Esa agua de laguna que colma los pulmones
de los que se atreven a surcarla

Peleamos

Entre dos que se aman cualquier agua es un naufragio

SALIMOS A caminar al parque, hemos ido con mi hijo
¡Los dos corren tan rápido!
Mis ojos se llenan de sus carcajadas
Los juegos enfilados en un andador de concreto;
los perros que van hacia uno y otro lado
El sol de la tarde pasa ligero
sobre el rojo y el verde de la resbaladilla

Sin avisar, mi hijo se queda a jugar con otros niños
Tú me llamas y extiendes las manos
como un árbol con sus ramas al cielo.

Te miro profundo como hago con los extraños
Finalmente sonrío

La luz de la tarde nos arropa

Con asombro advierto que tus silencios duran cada vez menos

NUESTRA CASA es esas dos o tres personas
que invitamos a ver el futbol
Los vasos vacíos El humo de madrugada

Es ese coche que nunca quise que compraras
y que no tiene rueda de repuesto

El anillo de plata ensombrecida que perdí hace un tiempo

Nuestra casa es el ojo resplandeciente de un perro ciego

Los juguetes regados

Las flores a las que nadie les cambia el agua

El borde luminoso de un abismo

NUESTRA CASA fija la mirada en ti cuando recoges
los platos, cuando lavas la ropa
Tose a la mitad de tu labor en completo desacuerdo

Se burla de la rutina de nuestras mascotas
Del truco gastado de despedirnos de beso por las mañanas

Nuestra casa es un espacio sin sombras

Nos mira de lejos Hace sonar un discreto aplauso

A veces creo que nos odia

Mentí cuando te dije que seríamos felices para siempre

 

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