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jueves, 28 marzo, 2024
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Los bustos de Juárez, AMLO, la animación a la lectura y la formación de lectores

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 379 / Promoción de la lectura

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En las últimas dos semanas el trabajo escultórico de Amado Montalvo ha sido objeto de burlas, críticas y asombro. Las develaciones de los bustos de Benito Juárez y Andrés Manuel López Obrador sacaron a Montalvo del anonimato. Sin embargo su celebridad no es nada honrosa, por el contrario, es seguro que pasará a la posteridad en una fama matizada por el ridículo. Creo que este caso nos puede dar mucha luz en torno a un tema que constantemente está en debate dentro de la formación de lectores: la animación a la lectura.

Montalvo es un escultor, así lo deja ver su técnica y obra, hecho fuera de la academia, de la formación, del taller. Seguramente familiares y amigos celebran sus creaciones. Quizá las críticas que recibió en su círculo cercano son, como en algunos casos similares que conozco, producto de la envidia, mala leche y ese deporte nacional que es joder al prójimo. De manera paralela a Montalvo encontramos ejemplos en la formación de lectores. Personas con empeño, con ganas y cuya única herramienta es la animación a la lectura con un marcado sesgo hacia el juego.

La animación a la lectura bien aplicada es, según Montserrat Sarto, una herramienta didáctica hacia el desarrollo de diversas habilidades que se ponen en práctica al leer: memoria, capacidad de relación y asociación, pensamiento lógico, entre otras. Sin embargo, cuando se implementa una estrategia de animación a la lectura sin tener claros los propósitos cognitivos que se persiguen, es altamente probable que el juego sea el centro de la actividad, dejando a la lectura y al libro como dos elementos accesorios del primero. Tal situación ya ha sido advertida hace más de quince años por Graciela Montes.

La práctica común de estrategias de animación a la lectura son, por lo general, tienen la siguiente secuencia: consulta del manual donde aparece la estrategia; lectura del fragmento literario o del texto a trabajar (sólo ese fragmento), preparación del material (fotocopias para colorear, acopio de colores, hojas, lápices, etc.). Una vez que se preparó la estrategia, el esquema es como sigue: actividad de presentación, actividad de lectura, actividad creativa (colorear, dibujar, recortar, bailar, pocas veces escribir), presentación de los trabajos y evaluación de la actividad, cuando la hay. En ningún momento se guió a los lectores por el camino hacia desarrollo de las habilidades mencionadas arriba.

Cuando concluyen este tipo de reuniones, quien coordina muestra su satisfacción porque los asistentes “se fueron contentos”. Éstos mismos irán forjando una concepción de la lectura despojada de esfuerzos intelectuales, evitarán libros que exijan un conocimiento del mundo más amplio, un dominio léxico mayor, más referentes culturales y literarios. Al final tendremos una persona que lee, pero no es capaz de desarrollar un pensamiento crítico exigente, tampoco denotará en su persona todas las virtudes que se dicen de la lectura. Al final, igual que Montalvo, el producto será una caricatura de lo que se pretende.

 

 

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