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viernes, 19 abril, 2024
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La cita de las fechas. [Homero Aridjis traductor de la Tierra baldía de Eliot]

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Por: RAFAEL CALDERÓN •

La Gualdra 378 / Literatura

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Para leer el poema la “Tierra baldía”, de T. S. Eliot no bastan una ni dos lecturas sino varias y finalmente reconocer que inicia con la entrada de la primavera y su división deja sentir el germen épico de su estructura. Algunas traducciones de este poema, en nuestro idioma, realmente son memorables; otras ahí están en el dulce recuerdo, conmemoran fechas de identidad desde el momento que se publican. Podemos decir que algunas resultan esenciales, como aquélla que realizó el poeta michoacano Homero Aridjis, en 1965, a los 25 años.

Durante décadas la versión realizada por Ángel Flores –para ser más precisos en la década de los 30 del siglo XX– es una lectura deslumbrante. Pero la historia alrededor del poema de Eliot registra que en la década de los 60’s un poeta mexicano entonces muy joven, se hizo acompañar de Betty Ferber, y juntos llevaron a cabo la traducción del poema que su autor T. S. Eliot había publicado en 1922. El resultado de la traducción fue publicada en las páginas de la Revista Bellas Artes y es la que sirvió de homenaje a Eliot, que recién había fallecer en enero de 1965.

Ya han pasado varias décadas de la muerte de Eliot, y Homero Aridjis ha rebasado 75 años con su vertiente bien cimentada: su presencia se eleva entre la existencia del poeta y su actividad casi secreta de traductor. Podemos asegurar que vale la pena volver la mirada a la lectura de aquella versión del poema de Eliot y recordar que se han cumplido aquel cometido: es una versión única, aunque pareciera estar olvidada.

Creo es necesario desempolvarla, comprender su presencia, situar la evolución del tiempo transcurrido y ubicar su vigencia en la lengua española y transmitir su vitalidad para reconocer que esa traducción que contribuye a la lectura del poema en la tradición de la poesía de la lengua castellana. Para poder leerla en su versión mexicana, tan original como única, he podido constatar el acierto y el gusto por la poesía que corren parejo por las venas de Lucía Rivadeneyra; ya que ella fue quien me acercó una copia. En este sentido, reconozco que su mirada no tiene frontera. Más bien muestra voluntad para poner una copia ante mis ojos y así dejar que el Olimpo de los justos jueces ilumine la lectura y volver a consolidarse en la versión rigurosa de Aridjis con sus 420 líneas ni más ni menos y recordar que el poema y su perspectiva panorámica terminan con la invocación de los upanisad.

Digo esto con la convicción de que Rivadeneyra radica desde siempre en la Ciudad de México y es mi enlace para acceder a la versión que comento y poder llevar a buen puerto la lectura. Así como revivir el pasado y leer este conjurado aroma de las fechas que otorgan sentido y fortaleza y decir “que los dioses del Olimpo hagan que llegue a sus ojos T. S. Eliot en la versión aridjiana, y, luego de leerla…” que, como ritmo sonoro del lenguaje, lo dice certeramente. Reconociendo en todo momento el acierto inconfundible de Aridjis al llevar a buen puerto el resultado de una obra compleja y volver a decir que registra esa poderosa influencia en la poesía moderna; decir que aquel paréntesis de identidad mexicana no se ha cerrado, otros la continúan, pero que suceda hoy día sin negar la versión de Aridjis.

La lectura en la versión de Ángel Flores o Enrique Munguía o José María Valverde por sí sola resulta memorable. Ahora quiero creer que la que realizó Aridjis bien puede reconocérsele ese lado maravilloso, por el eco que transmite en más de un aspecto, como el deslumbramiento de su musicalidad y de sus imágenes que son una realidad muy propia de nuestra lengua. Cada línea o verso remite al encuentro con todo lo que encierra: se acumulan imágenes por un gesto, una frase y sólo entonces poder sentir esa asfixia que late en sus líneas y por los hechos de su entonación para que sea familiar en la tradición mexicana, y se vuelva precisa y única. Sorprende el ritmo: nos hace viajar por el tiempo, los distintos sucesos y por las eventualidades de la vida para decir lo que gira o encierra tanto el poema como la vida del poeta, porque es posiblemente que sea parte de su identidad autobiográfica. En esto Aridjis acierta: su traducción se vuelve parte de ese reflejo sobresaliente.

Es el poema la “Tierra baldía” una obra mayor. El acierto de su estilo de rupturas y la conversación interrumpida sigue maravillando –desde luego– recuerda esa simultaneidad de sonidos por las citas de otras lenguas y por la que se indaga su fuerza hasta sentir la voz y al mismo tiempo por el resultado de sus versos, pero dejando sentir en varios momentos la influencia de Ezra Pound. Su autoridad para corregirlo es determinante y en síntesis el poema lo deja presente como efecto maravilloso para todo el lector curioso o arriesgado por leerlo.

Para continuar con el tema de las traducciones de Aridjis recordaré la noticia respecto de “Tierra baldía” sabiendo que es referencia obligada y sirve para situar aquel homenaje. Dice la Revista Bellas Artes en el número 1, del mes de enero-febrero del año de 1965: “Traducciones: Homero Aridjis, auxiliado por su esposa, Betty Ferber, ha traducido especialmente para la entrega primera de esta revista ´The waste land´ [Tierra baldía], uno de los grandes poemas del siglo XX; apareció también en la entrega primera de la revista que dirigió T. S. Eliot: ´The Criterion´ (octubre de 1922, Londres), junto con trabajos de George Saintsbury, Dostoyevski, Hermann Hesse, Valéry Larbaud, et al.; la Hogarh Press lo editó por separado en 1923. Ernst Robert Curtius, quien entre los primeros traductores del poema lo puso en Alemán en la ´Neue Schweizer Rundschau´ (1927), quien además es autor de una interpretación [Vide ´T. S. Eliot´, ensayo recogido en: ´Kritische Essays zur europaische literatur´ (Francke Verlacg-Berna, 1954). Hay traducción al castellano de Eduardo Valenti: ´Ensayos críticos acerca de la literatura europea´, 2 tomos. Ed. Seix Barral, Barcelona, 1939] lucida del ´Waste Land´ -´La obra principal de Eliot-´, asegura que ´el lector necesita algún tiempo para que el sentido del poema se le abra por completo´. Pasadas generaciones (Octavio G. Barreda, Enrique Munguía, Rodolfo Usigli, Ángel Flores…) nos dejaron sus traducciones de la poesía de Eliot; con la muerte del poeta, la última generación continúa esa grata tarea que no habrá de terminar: poner al día las traducciones de Eliot. Aridjis traduce también ´Estampe´ [Estampa]. Isabel Fraire responde por ´Mr. Apollinax, Conversation galante, Rapsody on a windy night´ [El señor Apollinax, Conversación galante y Rapsodia en una noche con viento]”, por su importancia se deduce que hay que resolver que así era aquel número de Homenaje a T. S. Eliot. Cualquiera de los posibles escenarios es un camino de pasión con la poesía. Pero tratándose de Homero implícitamente genera esa respuesta: bebe la fuente de la tradición inglesa y de ésta nutrió su propia poesía para reconocerse dentro y fuera, sumar a su favor la actividad de traductor; por ésta, la escritura de poesía se convierte en la parte esencial de su vida. Es una huella ineludible para reconocer el estilo alegórico señalado por Le Clézio cuando afirma que para él “la poesía, es sin duda, la última forma de combate”.

He aquí un fragmento, del primera apartado, que llama: El entierro de los muertos:

 

Abril es el mes más cruel; engendra
lilas de la tierra muerta, mezcla
memorias y anhelos, remueve
raíces perezosas con lluvias primaverales.
El invierno nos mantuvo cálidos cubriendo
la tierra con olvidadiza nieve, nutriendo
una pequeña vida con tubérculos secos.
Nos sorprendió el verano, llegando sobre el Starnbergesee
con un chubasco; nos detuvimos bajo la columnata
y seguimos bajo el sol, hacia el Hofgarten,
y tomamos café, y hablamos durante una hora
Bin gar keine Russin, stamm`aus Litauen, echt deutsch.
Y cuando éramos niños, quedándonos con mi primo,
el archiduque, él me saco en trineo,
y yo tenía miedo, y él dijo: Marie,
Marie, sujétate bien. Y nos fuimos hacia abajo.
En las montañas, allí te sientes libre.
Leo gran parte de la noche y en invierno me marcho al sur.

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