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viernes, 29 marzo, 2024
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Días de vino y rosas

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

En esta columna se acostumbra, por regla general, de cosas que se cree que valen la pena por su aportación a disciplinas que uno cree que valen la pena para la aportación de acciones que valgan la pena para una supervivencia sana y gratificante. Si hay actividades educativas, lúdicas, culturales, por regla general van acompañadas por la idea de cambiar, mejorar y fortalecer el aprendizaje de la honorable ciudadanía con el impulso y reforzamiento de valores que tienen que ver con la filantropía, la bonhomía y los buenos modos, en general. Las acciones ciudadanas que derivan de ahí siempre son bien recibidas por el resto de los ciudadanos y quienes las practican, por regla general viven vidas agradables y agraciadas.

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Pero por lo que se ve, parece que a muy pocas personas les importan y no se les da el seguimiento que se debiera en el peregrinar del mundo analítico y peor aún, el administrativo y en esos recovecos se pierde lo que nace de la interacción de la cotidianidad de aquellos que suelen hacer educación, arte, ciencia e ideología, lo que aportaría muchas conclusiones constructivas para la cimentación y el diseño y del futuro promisorio que todos esperan. Así que este trabajo va destinado más que nada a las personas que se interesan por las cosas buenas de su entorno.

El mes que recién terminó contuvo muchas fechas importantes que tuvieron que ver con asuntos que interesan a quien esto escribe, La Mujer, La Primavera, Don Benito, La Tierra, El Teatro… y otros más que mejor ni se enumeran porque se vive en una época en la que todo lo que es importante y trascendental tiene un día en el calendario y el resto del año para ser ignorado u olvidado. Sin embargo, se proyectan actitudes que tienen que ver más con la pachanga y el vacilón lejos de fortalecer lo que estos conceptos significan.

El Día Internacional de la Mujer se conmemora como si los derechos que se han conseguido en su emancipación sean motivo festivo y se olvida que lo que se busca es la visión de una especie sin problemas de género donde derechos y obligaciones sean compartidos en armonía, en donde la mención de estos acontecimientos ni siquiera tenga lugar. Entonces, es claro que esta búsqueda no es vacilada y esta Revolución no ha terminado. Claro, hay que considerar que los procesos educativos adecuados son determinantes en esta búsqueda y hay que aplicarlos con atingencia.

La Primavera, ah, estación idealizada porque lo que antes se vivía cotidianamente simplemente ya no se encuentra. Hoy, día, hay mucho concreto, piedra, mugre, humo, autos, gente, humo, ruido, chismes. ¿A quién le importa la primavera? El concepto pudiera reconsiderarse incluyendo a la gente como factor importante para crear muchas primaveras más agraciadas en los años venideros. Sin dudar, se puede decir que la primavera se está perdiendo.

¿Y Don Benito, el gran republicano? Bien, gracias. A pesar de ser el ícono del señor presidente y de que este año se le reconoce como el patriota, estadista, constituyente y tantas cualidades que lo pintan como el enemigo público número uno de la monarquía y el clero. A cada vez menos gente le importa que él haya continuado con los intentos libertarios que iniciaron otros incomprendidos aquel septiembre de 1810. Pocos países son tan injustos con el trato histórico a sus próceres; que el futuro no pase la factura, pues hoy se venera a legiones de mamarrachos que poco o nada aportan a lo que es útil.

La Tierra, Madre Tierra, merece todos los tratados posibles, pero de respeto. Se ha olvidado. Todo lo que se hace en su subsuelo, superficie y espacio parece que fue diseñado por mentalidades enfermas y diabólicas para hacerla inhabitable y destruirla irremediablemente sin que alguien tenga la conciencia clara de lo que está pasando en medio de una humanidad obesa y desenfrenada que solo piensa en autocomplacerse y vivir empecinada en no vivir. La desgracia es que el planeta agoniza y nadie parece darse cuenta. Pero no os preocupéis, estimado lector, todo indica que en Zacatecas no pasa nada.

El Día Mundial del Teatro conduce a mandarle un saludo amoroso a esta disciplina. Esta pasión activa enseña a fingir, a engañar, a crear escenarios ficticios, a vivir realidades que no corresponden a la realidad, a revivir momentos de lo imaginario, hacer realidad cualquier fantasía, a ayudar a soñar sin dormir, a vivir la felicidad aplastado por la tristeza y el contrario. Vivir todo en un momento sin pestañear ni despeinarse. Si se es espectador, acudir con gusto a que le pinten un mundo diferente. Y para quien lo practica, el mundo y la vida son tan solo elementos indispensables para vivir empecinados en una superación personal inacabable, en un universo de creatividad inimaginable, en un encuentro inacabable con la realidad y sus imposibilidades. Con la ventaja de que al aprender enseña, al enseñar educa y al educar libera. ¡Feliz Día del Teatro! ■

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