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martes, 16 abril, 2024
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La invasión del agua negra

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

El “Diario de México” fue un periódico que se publicó de 1805 a 1817. Su contenido era literario y, de acuerdo a José Luis Martínez en su libro “La expresión nacional”: “A partir de estas fechas puede afirmarse que, cuando menos, la mitad de la literatura mexicana está, más que contenida, olvidada en periódicos y revistas cuyo volumen es impresionante y cuyo contenido es la expresión más justa de nuestra vida literaria”. Pero esos periódicos viejos no sólo contienen la literatura nacional, también guardan las polémicas políticasque tuvieron lugar a lo largo del siglo XIX. Elías José Paltien “La política del disenso” compila una serie muy interesante de artículos publicados en los diarios “El Universal”, “El Tiempo”, “El Monitor Republicano”, “El Siglo XIX” donde se puede seguir en detalle la controversia entre liberales y conservadores alrededor de la monarquía. La idea de la antología se condensa en la siguiente cita: “El mérito de los monarquistas radicaría menos en la consistencia política e ideológica de su programa (cuyos basamentos eran precarios) como en su habilidad para empujar a sus opositores a confrontar sus propios límites, revelando el fondo de contingencia (irracionalidad) de las premisas sobre las que se funda el concepto liberal republicano”. De tal manera que la vindicación de la posición conservadora, en un país donde incluso los curas se declaran liberales, consiste en indicar que desde ella se pueden apreciar las aporías que pasan desapercibidas para un adicto al régimen. De manera general, cuando existe antagonismo, se ponen en cuestión los fundamentos de legitimidad de un gobierno, pero cuando triunfa una perspectiva, con la consiguiente restauración de su prestigio, las ideas se vuelven hegemónicas e inatacables. ¿Quién pone en cuestión la necesidad de las votaciones hoy día en México?, ¿o de la división de poderes?, pocos, o nadie porque existe un consenso sobre el diseño constitucional, pero en el XIX, hacia 1840, existían muchos que veían en la forma republicana un fracaso y exigían explorar nuevas ideas acerca de cómo construir el Estado nacional. Justificar esa exigencia llevó a los conservadores a innovar en el plano de las ideas porque desafiaron la idea misma de “soberanía popular”, muy en boga en México y Europa, pero tampoco tenían respuestas para las innumerables cuestiones suscitadas alrededor de su propia propuesta. La situación se prestaba a ser resuelta, no por las ideas y los acuerdos, porque lo que podía argumentarse con coherencia era la absoluta perversidad y malevolencia de la otra propuesta, sino por la violencia. Pero esta solución daba razón a los conservadores más que a los liberales, si es que aquellos hubiesen seguido los pasos que llevaron a Carl Schmitt a construir su concepto de lo político. Toda la discusión se llevó a cabo en los diarios, por lo que está sometida a la voraz crítica de los ratones si nadie se apercibe de su valor histórico y político. Histórico porque permite seguir el devenir de las ideas y posiciones, lo que lleva a una reconstrucción de los eventos que nos han hecho lo que somos, político porque permite a los lectores de esos debates notar la radical contingencia del estado presente de cosas lo que abre la posibilidad de cuestionamientos, mejoras y frustraciones. No es raro entonces que muchos gobiernos, proclamados por ellos mismos y sus seguidores, como la última y definitiva verdad que instituye el bien y la belleza en la Tierra, prefieran mantener en el olvido esos archivos. O si el azar los destruye mejor: se podrá hacer una declaración de contrición por el descuido, pero lo perdido así se queda. Una nota en “La Jornada Zacatecas” (03/06/19) comienza un debate interesante: el director de la Unidad de Derecho de la UAZ, Dr. Juan Carlos Guerrero, asegura que los libros que fueron encontrados en un contenedor de basura de la Unidad que dirige sí pertenecían a la biblioteca, pero fueron dados de baja porque estaban dañados por aguas negras. En el contenedor había cerca de 1000 libros, empaquetados en bolsas negras reforzadas con cinta adhesiva, la mayoría de ellos en perfecto estado como se puede comprobar si se examinan los que rescató la dirección de bibliotecas de la UAZ, y varios de ellos casi nuevos. Esta acción fue apenas el prólogo. Para el 11 de marzo, de nuevo en “La Jornada Zacatecas”, podemos leer que el acervo del extinto Instituto de Investigaciones Históricas fue vendido por kilo a una recicladora de papel. Derivado de la última reforma universitaria ese instituto pasó a formar parte de la Unidad de Historia, que al parecer desdeñó los diarios o no le importaron, por lo que alguien tomó la decisión de reciclarlos. Al menos el libro de Eduardo Remedi “Desde el murmullo” está basado en los periódicos que siguieron el conflicto universitario de 1977 y años subsiguientes; de entre los restantes historiadores de la UAZ el uso de periódicos locales para dar cuenta de la historia del siglo pasado es muy limitado, prefieren los conventos del XVIII. Los funcionarios adujeron que todo fue de acuerdo a los procedimientos legales y que los archivos estaban dañados y duplicados. El rector aceptó que fue un error. ■

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