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viernes, 19 abril, 2024
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Tecnócratas escalaron en la estructura del poder tras implementarse política neoliberal

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Por: MARTÍN CATALÁN LERMA •

■ Hubo una pérdida de fe en el Estado como medio para resolver problemas: Enríquez

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■ Predomina nueva racionalidad; en el centro de las decisiones está la iniciativa privada

 

La implementación de la política económica neoliberal implicó la transformación de la élite política mexicana, la integración de una red de grupos de poder y el establecimiento de un proyecto transexenal y transnacional, opinó Isaac Enríquez Pérez, posdoctorante en la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).

“El Estado mexicano se encuentra fragmentado, socavado, desde arriba, desde abajo, desde afuera y desde adentro, por una serie de actores políticos, socioeconómicos en distintos niveles, que ejercen influencia sobre la manera en que se toman las decisiones y sobre la manera en que representan espacios públicos en una territorialidad subdesarrollada como esta”, expuso.

Asimismo, dijo que las transformaciones globales han llevado a la necesidad de reconocer que el poder se dislocó de la esfera política, debido a que uno de los efectos de la globalización es que el poder ya no necesariamente recae en el Estado y la praxis política, sino que el poder se diseminó y se dispersó en la medida en que se transformó el capitalismo en términos estructurales y organizacionales.

Universidades como Harvard, Yale y Chicago desempeñan un papel de formación de élites político-tecnocráticas

En México, las transformaciones del capitalismo se tradujeron un desmonte del Estado desarrollista, una pérdida de fe en el Estado como medio para resolver los problemas sociales, y en consecuencia predominó una nueva racionalidad que coloca en el centro de las decisiones públicas a la iniciativa privada.

Enríquez Pérez explicó que ese cambio en el modelo económico estuvo aparejado a un cambio en los actores y en los agentes que toman las decisiones en el ámbito de las políticas públicas. Al existir ese dislocamiento entre el poder y la política, son actores y agentes que se encuentran en esferas supranacionales y transterritoriales los que ahora inciden en el perfil de las políticas públicas.

“Esto se compagina con una élite político-tecnocrática que se gestó en estas naciones subdesarrolladas y que más allá de la idea de que impusieron a México ciertas directrices de políticas públicas, desde afuera, en realidad esa élite político-tecnocrática se compenetró y adquirió un alto compromiso e incluso protagonizó las decisiones que se tomaron en México desde los organismos internacionales, a través de comunidades ecosistémicas en las cuales convergen centros de investigación o universidades que inciden directamente en las políticas públicas”, comentó.

Universidades como Harvard, Yale, Chicago, entre otras, además de establecer agendas de investigación, desempeñan un papel de formación de esas élites político-tecnocráticas que comparten códigos de comunicación y una ideología.

En esos espacios para la toma de decisiones, dijo Enríquez Pérez, intervienen redes empresariales globales, los mercados financieros y organizaciones no gubernamentales internacionales, a partir de los cuales se define y filtra su ideología de desarrollo.

En ese sentido, cuestionó que la academia en América Latina carezca de discurso que incida directamente en el diseño de políticas públicas como sí lo hizo en ciertos momentos, en concreto en la década de los 60 y 70 del siglo pasado, cuando existió un movimiento que apuntó a una autonomía sistémica en lo que respecta a las políticas públicas.

En consecuencia, señaló que en los países latinoamericanos hay una asimilación acrítica que coincide con el perfil y el comportamiento de la élite político-tecnocrática que hegemonizó el proceso de toma de decisiones desde la desde la década de los 80 del siglo pasado hasta ahora.

Se refirió al perfil de esa élite político-tecnocrática y explicó que hay una distinción respecto a la antigua élite que se caracterizó por una vocación hasta cierto punto nacionalista que, con el ascenso de camarillas y nuevos cuadros que se distanciaron del nacionalismo revolucionario.

Enríquez Pérez, quien impartió la conferencia “Perfiles, comportamiento y transformaciones de las élites políticas mexicanas en la encrucijada de la crisis de Estado: variaciones entorno a las configuraciones de las estrategias de desarrollo”, expuso que entre 1946 y finales de la década de los 70, detrás de las decisiones de la élite en ese momento estaba el objetivo de que el Estado fuera el eje de su racionalidad.

Sin embargo, a partir de la implementación del neoliberalismo, la élite se transformó en su perfil y ahora fueron tecnócratas quienes escalaron en la estructura del poder político de México, en un escenario internacional que les favoreció, pues hubo un descrédito de las políticas de inspiración keynesiana en todo el mundo.

Así, “la ideología de esta nueva élite que se perfiló en aquellos años, surge con una crítica a las políticas de orientación estatista, una crítica que se fundamentó en responsabilizar al Estado de esa crisis que se presentó desde el comienzo de la década de los 70. Su teoría tenía como función retraer al Estado de la actividad económica y reducirla a su mínima expresión”.

En ese momento Enríquez Pérez indicó que las jóvenes élites político-tecnocráticas eran financiadas por el Banco de México y algunos otros por organismos internacionales, quienes adquirieron esa ideología económica y a la postre ocuparon ciertas posiciones en conveniencia con la antigua élite política de orientación nacionalista, especialmente en la Secretaría de Hacienda, del Banco de México y de la Secretaría de Gobernación.

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