18.8 C
Zacatecas
jueves, 25 abril, 2024
spot_img

En ti lo escribo

Más Leídas

- Publicidad -

Por: Humberto Mayorga •

La Gualdra 375 / Río de palabras

- Publicidad -

 

Son las seis de la mañana. Los sonidos aparecen. A lo lejos se escucha un autobús. Debe llevar trayectoria al sur. Poco imagino a los pasajeros. Me recuerda alguna canción, hacia al sur hay un lugar de nuevos y anchos horizontes, donde el cielo con el mar… No escucho al tren. Hoy no hay tren de las seis. Pienso en pretérito. Veo los pasajeros de entonces, todos con una historia. Todos buscando su destino. Espera, ya escucho el silbido. A veces el silbido no es aturdidor. Se convierte en una sinfonía si bien sabes escucharla. Las vías del tren allá, el silbido acá, algún claxon de compañía. Todo queda silencio a excepción de las teclas del móvil. Encuentro más armonía en ello. Me levanto y dirijo mi cuerpo a la ventana. Puedo adivinar el azul del cielo, el cielo azulado. Todo empieza a clarear, también se ve el lucero de la mañana. Se extrañan los viajes de carretera donde el volante, la música y la nueva mañana se encuentran. Hablaré en futuro. Vienen más viajes de ésos, donde todo tiene sentido. Es miércoles 21 de noviembre. Las luces de la ciudad están por desaparecer. Buenos días.

Otra vez las seis. Hoy logré dormir más o al menos, no desperté tan de madrugada. Eran las cinco de la mañana cuando abrí los ojos. Siempre que abro los ojos me encuentro frente a un rectángulo de luz que anuncia el amanecer. A lo lejos se escucha el tren. A lo cerca se escucha mi respiración. Vivo. No hay tic tac ni tango entre las cortinas. Está mi corazón delator, puedo sentir que mueve las cuatro capas de tela que cubren mi cuerpo. Tomo el celular, te escribo. Hace frío. Es obvio que hace. Te pienso a mi lado, es entonces que la humedad bajo mi bóxer me estremece. Decido levantarme para vaciar la incertidumbre. Voy hacia la ventana y con ambas manos toco la superficie de los vidrios. Esta vez no están helados, tampoco empañados. Contemplo algunas ramas de los árboles, apenas si se mueven con mesura, como si algo quisieran decir al viento para que llegue hasta mi oído, luego a tu oído. Qué bien se siente vivir, despertar y que la primera imagen que llegue al cerebro sea una imagen poética, tu imagen, la de tu cuerpo aquí, tu rostro aquí, tu voz aquí, el beso aquí. Yo en ti. Qué bien se siente amar por demás la vida. Despertar y saber que no importa el frío que haga cuando el sentimiento rebasa la voluntad de levantarse. Se me ha vuelto costumbre, una buena costumbre que no diré hoy. Quizá mañana o tal vez nunca. Quizá sólo se quede en mí. Es jueves 22 de noviembre ¿Qué tiempo está allá? Muy buenos días. Aquí hace frío.

Son las siete cincuenta. Tiempo atrás tomé el volante. El paisaje es semidesértico. Se disfruta. Hay una zona donde la neblina se reúne con algunos trotamundos. Todo se confunden entre el paisaje amarillento. El viaje inicia. El calor en el interior de automóvil casi me obliga a quitarme el abrigo. Traigo de fondo algo de jazz alegre para endulzar tu oído. Disfruto el paisaje y la salida del sol, pienso entonces en la belleza de la vida, del mundo. Lo mucho que vale la pena tanto, todo y tú. Te imagino aquí a mi lado, mucho de la vida conmigo. Es 23 de noviembre. Espérame frente a la calle Ilusión, aquélla donde sé que puedo crear un mundo de historias contigo.

Son las tres treinta y tres de la mañana. A lo lejos veo tu silueta bajo un farol. Tal vez sea un once, doce o quince de marzo. Se escucha el silbido del tren, un motor que arranca entre las sombras, el vuelo de la mañana que se ve entre las nubes y un par de alas pacientes de pintar camino.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_375 

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -