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viernes, 29 marzo, 2024
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La poesía es un refugio: Nadia López García

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Por: Armando Salgado •

La Gualdra 371 / Entrevistas / Poesía

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Nadia López García (Tlaxiaco, Oaxaca, 1992). Es autora del poemario Ñu´ú Vixo /Tierra Mojada. Además, fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía del 2015 al 2017. Ha publicado en distintos medios como Tierra Adentro, Punto de partida, Periódico de Poesía, Tema y Variaciones de Literatura, La Jornada, EstePaís, Círculo de poesía, Palimpsesto, Sibila, entre otros. Obtuvo el Premio a la Creación Literaria en Lenguas Originarias, Cenzontle 2017. Su Facebook es Nadia Ñuu Savi. Su propuesta poética señala los paradigmas establecidos en la cotidianidad, y forja con sinceridad una propia voz que nombra el mundo con asombro, justicia y rebeldía.

 

Armando Salgado: Eres originaria del estado de Oaxaca, ¿qué representó para ti crecer en esas tierras mixtecas?, ¿hubo algún hecho que marcara tu forma de ver el mundo?

Nadia López García: Soy originaria de la comunidad de Caballo Rucio en Santa María Yucuhiti, Tlaxiaco, Oaxaca. Sin embargo, estuve ahí muy poco tiempo de mi vida, ya que desde antes de que yo naciera y hasta que tenía casi 8 años, mis padres migraron a San Quintín, Baja California. Entonces mi infancia fue una infancia de tránsito, de camino, de migración; fue hasta mis 8 que regresamos a Oaxaca y estuve en la Mixteca y en una comunidad chatina. Para mí crecer en espacios tan distintos, con una gran diversidad y sobre todo rodeada de aquello que no permanece, pues cambiamos mucho de lugar, de hecho, mi primaria la hice como en 5 escuelas, me hizo buscar un lugar que sí permaneciera, algo que ni el cambio ni la distancia pudiera quitarme y eso fue la poesía. Hubo varios hechos que cambiaron mi forma de ver el mundo, de situarme en él, que me transformaron. Quizá el más profundo fue conocer la historia de mi madre, todo el dolor que cargaba en sus espaldas, ella es una mujer que fue monolingüe hasta los 15 años y que no concluyó su educación primaria por no poder hablar español, que sufrió golpes y castigos por hablar la lengua mixteca, razón por la que decidió que en casa nunca se escuchara la lengua de la lluvia.

 

AS: ¿Tu infancia estuvo cercana a los libros o cómo fue que arribaste al poema?, ¿cuáles han sido tus influencias?, ¿qué representa para ti el rescate de las lenguas indígenas y su difusión?

NLG: Mi infancia estuvo cercana a los libros y a la lectura porque cuando era pequeña -bueno, aún ahora de grande- hablaba demasiado y en clase no podía evitar platicar con mis compañeras y recuerdo que también me gustaba mucho cantar mientras hacia los trabajos, entonces mi maestro me castigaba, me dejaba encerrada en el salón durante el recreo y me decía que leyera algo del libro de “Lecturas” y que cuando él regresara le tenía que contar todo lo que había leído. Así comencé a devorarme todos los libros de la SEP, mis primeros libros. A la poesía llegué por la oralidad, por los sonidos, además cuando eres niño la poesía es algo implícito al juego, al descubrimiento en el lenguaje, de ahí que uno de mis intereses y pasiones sea la poesía para y con niñas y niños. Llegué a la poesía escrita en lenguas originarias cuando tenía 17 años. Primeramente, leí a Natalia Toledo e Irma Pineda, dos poetas que aprecio y admiro mucho, aunque las leí en su versión al español, pude reconocer que venían de una lengua más lejana que el español y supe que podemos escribir en nuestras lenguas. Ellas son mis influencias, también Álvaro Mutis, Octavio Paz, Rosario Castellanos, Idea Vilariño y otros. Es compleja la última pregunta, no sé si sea un rescate, más bien no sé si esa sea la palabra adecuada, respecto a la difusión, creo que es primordial. Por mucho tiempo se ha violentado a las lenguas y a sus hablantes por desconocerlas, por pensarlas inferiores, pienso que entre más las compartamos, entre más las hablemos, éstas tienes mucho más camino por recorrer y podemos, en un futuro, tener a personas que se interesen por ellas y las aprendan y desde lo comunitario es necesario seguir hablándolas, enseñarlas a los niños, no dejar que mueran.

 

AS: Recibiste el Premio Nacional de la Juventud de manos del presidente de la República en 2018, es la máxima distinción que el gobierno mexicano le entrega a un joven por su trayectoria, ¿qué le compartirías a una joven, quien día a día tiene que desgastarse tres veces más al intentar levantar la mano, al hacerse sitio entre la discriminación cotidiana o la desigualdad de género?

NLG: Sabes, tengo muchas emociones encontradas respecto a este premio. Fue la primera vez que concursé, lo hice para poder financiar un proyecto de poesía para niños que tengo muchos años queriendo realizar y compartir, pero no calculé los costos de esto. Yo me equivoqué, recibí un premio de una de las personas que más ha lastimado al pueblo y por el mismo protocolo tuve que agradecer el premio, decir palabras de agradecimiento que yo no había escrito. Fui ingenua, inconsciente, me equivoqué. Hubo costos muy altos por este hecho, dejé de creer en mí, me sentí con una deuda que jamás podría pagar, sentí que le fallé a mi comunidad y a mucha gente, hubo señalamientos y juicios, todos valiosos y respetables, pero llegó un momento en el que ya no pude más con la presión, con las decisiones y desaparecí un tiempo, pensé en dejar de escribir, en apartarme de todo. Sigo aprendiendo de los errores, me refugié en mi comunidad, dialogué con los mayores y trato de seguir adelante, de aprender de todas las equivocaciones. Pero, y quizá es esto lo que puedo decirles a los jóvenes, la vida es aprendizaje, es necesario no tener miedo, ser valientes y siempre decir lo que pensamos, somos jóvenes, muchas veces sin experiencia ante situaciones que quizá nos rebasarán, por ello es necesario jamás alejarnos de nuestra comunidad, es necesario que aprendamos a pedir consejo y también es necesario volar, volar sin miedo. Muchas veces nacemos en entornos con muchas carencias, donde el machismo es una constante, donde quizá siempre se nos enseñó a callar y aceptar la voluntad de alguien más, ello no debe ser nuestro futuro, es necesario replantearnos cuál es nuestro camino y caminar hacia allá. Vivimos en un sistema injusto donde pareciera que ya está diseñado nuestro futuro, según el lugar donde nazcas, la familia que tengas. Es necesario saber que podemos cambiar eso, debemos exigir y también trabajar para lograrlo.

 

AS: Publicaste Ñu´ú Vixo /Tierra mojada, en 2018, que originalmente fue escrito en mixteco, ¿qué trazos hay él?, ¿cómo fue que lo concebiste?, ¿dónde se puede conseguir?

NLG: Aquí debo hacer una anotación, no todo el libro fue concebido originalmente en tu´un savi, -hay dos poemas, y pueden darse cuenta al leer la versión en español- que nacieron en español y yo los traduje al mixteco. Lo cual no es raro, sobre todo en mi persona que a diferencia de casi todos los poetas en lenguas originarias que su primera lengua fue aquélla de su comunidad, en mi caso mi primera lengua fue el español, también ahí apunto algo sobre el bilingüismo, desde mi pensamiento y consideración ser bilingües es justamente eso, habitar en dos mundos, en dos lenguas y desde ellos crear, viajar de una a la otra. En Ñu´ú vixo abundan las mujeres, aquéllas que se quedan a la espera durante la migración, que viven en la tiricia, que buscan reconocer su sexualidad, aquéllas que se arriesgan a escribir y ser pájaros. Lo concebí en mi mente por mucho tiempo atrás, yo vengo de una casa llena de mujeres, tanto porque los varones se han ido de esta tierra o porque han migrado. Las voces que están en mi memoria son de mujeres, de mis tías, abuelas, madre, las mujeres de mi pueblo a quienes debo mucho. El libro puede encontrarse en la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México o con Pluralia Ediciones.

 

AS: Obtuviste el Premio Cenzontle en 2017; al respecto mencionaste en una entrevista que las mujeres de tu cultura no tocan el tema erótico ni la sexualidad, debido al machismo, ¿cómo trasladas ese sentido de ruptura a la poesía, y a otras prácticas culturales, para transgredir esa realidad y construir otras formas de vida más incluyentes y sobre todo, más libres?

NLG: La poesía es libertad, ante todo. En la poesía encontré la posibilidad de decir lo que quizá en el día a día me era complicado, encontré que podía hablar de la sexualidad, de los deseos, del erotismo, dibujar futuros posibles, futuros en los cuales todas las mujeres puedan decidir sus deseos sin miedos, sin temores. Esa libertad de la palabra me llevó a la práctica, a saber, que la literatura no sólo es un reflejo de lo que vivimos, sino que también podemos trazar futuros posibles y deseables. Ante toda la violencia, individualización, sinrazón que vivimos nos queda la palabra, es ella nuestra mayor arma, por eso creo en la poesía, la busco.

 

 

AS: ¿Qué hace Nadia López García en un día cotidiano?, ¿qué asideros acostumbra para no dejarse absorber por esta vertiginosa realidad?

NLG: Uy, depende en dónde esté. Creo que esa infancia de movimiento me persigue hasta ahora, vivo entre Oaxaca, la Mixteca y Ciudad de México, si no ando por algún estado o en los Estados Unidos, donde voy muy seguido por trabajo con paisanos. En la Ciudad de México donde estoy ahora mismo, despierto a las 5:30 de la mañana y duermo entre las 11 o 12 de la noche. El día corre entre regar mis plantas, revisarlas por la madrugada cuando están más quietas, las cuido mucho porque me recuerdan a mi casa, tengo desde te de limón hasta bugambilias en mi balcón y dentro del departamento. Me gusta mucho cocinar, así que tomo mucho tiempo en preparar mis alimentos, posteriormente voy hacia mi trabajo, hago lo que tengo que hacer, leo, escribo y camino mucho. Trato de que ello sea constante: leer, escribir y caminar. Hay ocasiones que me bajo del transporte antes, para caminar y poder pensar, mirar a la gente y escribir cosas mentalmente que después olvido. Es fácil dejarse absorber por esta ciudad tan cambiante y rápida, por eso la poesía es un refugio, una casa con ventanas por donde la claridad del mundo, en ocasiones, se deja ver.

 

 

 

KUE´E TACHI

Yu´u kuaki´vi kue´e tachi,

kinuú tokó me ra ke´e me tsa´a.

Kumani savi.

 

Me pa kachi ñá´an koo iin má´na,

yee kutu´uu staa ra cafe

yee kutu´uu mee koo kachi.

Me pa kachi koo chaa ñá´an

mee nanalu kuaku koo ña´an,

nutsikaá ra yu´ú.

 

Vichi kachi me siví antivi,

mee saa ñá´án,

ntiki tsaa.

Tu´un me nchacha

me ñu´ú vixo.

 

VIENTO MALO

Me entró por la boca el viento malo,

bajó por mis caderas y tocó mis pies.

Hace falta más lluvia.

 

Mi padre dice que las mujeres no soñamos,

que aprenda de tortillas y café

que aprenda a guardar silencio.

Dice que ninguna mujer escribe,

soy la niña que lloró la ausencia,

la lejanía y el miedo.

 

Hoy digo mi nombre en lo alto,

soy una mujer pájaro,

semilla que florece.

Las palabras son mis alas,

mi tierra mojada.

 

De Ñu´ú Vixo /Tierra Mojada [Pluralia, 2018]

 

 

CIRUELO

El árbol había resistido la sequía,

el casi eterno vendaval

y aquella plaga

que lo despojó de toda grandeza.

Pese a ello y con obstinación de roble

permaneció en pie.

 

Vivió como un barco encallado,

una casa de juegos

para la niña que fui.

Quizá por ello mi madre

-en contra de su obsesión

por llenar el patio sólo de árboles

majestuosos, fuertes y sanos-

le concedió más vida.

 

Por meses creí

que ella premiaría la perseverancia

del ciruelo,

su voluntad para seguir anclado

a este mundo.

Pero me equivocaba,

la prórroga llegó a su fin:

A veces la voluntad no es suficiente,

la escuché decir,

mientras el árbol era derribado.

 

Nadie supo en casa

por qué no protesté, ni pude llorar

como tampoco supieron

que por años odié al ciruelo,

lo desprecié

por no haber resistido

la mano de mi madre,

por ser árbol

y no quedarse.

 

[Inédito]

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-371

 

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