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martes, 23 abril, 2024
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■ El Mirador de Heródoto Sindicalismo y visión integral, el reto para el futuro de la UAZ

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Por: UZIEL GUTIÉRREZ DE LA ISLA* •

El sindicalismo tiene como obligación pensar su papel frente al futuro de las universidades públicas. Un tema que debe incluirse en esta parte de la agenda es evaluar la eficacia de las huelgas aisladas como medio de lucha.

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Arturo Alcalde Justiniani,
Sindicalismo universitario: 25 años después

 

Una tradición institucional en las universidades del país, en el contexto de la democracia, es la revisión contractual que se realiza anualmente como parte de la evolución académico-laboral. La UAZ no está exenta de tal actividad; cada año en torno a la primera quincena de febrero realiza su protocolo ante sus sindicatos: el de Personal Académico de la UAZ (SPAUAZ), y el de Trabajadores de la UAZ (STUAZ). El ejercicio se lleva a cabo para analizar el estado que guarda cada convenio institucional en relación con la prosperidad del país y su marco económico en las instancias federales y estales. En pocas palabras, analizan cómo convenir las mejoras para los agremiados en torno al desarrollo de sus actividades encaminadas a contribuir con el objetivo institucional y la formación de profesionistas, a fin de resolver los problemas de la sociedad.

Tomo al SPAUAZ como el modelo de sindicato universitario, señalando sus antecedentes y, de manera representativa, acotando su quehacer en el hoy y su perspectiva a corto plazo para cumplir con los objetivos de la agrupación. Esta institución gremial nace oficialmente el 30 de abril de 1975, con un objetivo claro en la integración para promover la mejora continua del trabajo académico y las condiciones laborales existentes hasta esa fecha.

Han fungido como secretarios generales de los sucesivos comités ejecutivos del SPAUAZ los académicos que a continuación se citan: Raymundo Cárdenas Hernández; Aquiles González Navarro; Amador Castañeda García; Javier Valadez Becerra; Rogelio Cárdenas Hernández; José Luis Pinedo Vega; Armando Reveles Delijorge; Javier Colmenares López; Arturo Rivera Trejo/ José Ángel Ávila Castillo —en ese periodo la duración del cargo cambió de dos a tres años—; Enrique Romo González; Benjamín Romo Moreno; Arturo Burnes Ortiz; José Francisco Román Gutiérrez; Sergio Delgado Rodríguez; Antonio Guzmán Fernández; José Crescenciano Sánchez Pérez y el actual, Pedro Martínez Arteaga.

Como estudiante viví la etapa fundacional del SPAUAZ, aunque no muy consciente dada la calidad de alumno. Sin embargo, al ingresar como docente en 1983, fui fedatario de los beneficios logrados por ese sindicalismo inicial en el que se practicaba, a pesar de las diferencias filosóficas, una genuina integración gremial y combatiente. Gracias a esas prácticas de reflexión y análisis de las situaciones nacionales, internacionales y locales ante políticas oficiales de topes salariales y la disminución del poder adquisitivo, había que resarcir la pérdida de ingresos. Las movilizaciones y las significativas estrategias de los líderes, pero sobre todo la participación de los sindicalizados en las marchas, plantones y huelgas, lograron prestaciones como los bonos para vivienda, libros, despensa, prima vacacional, prima de antigüedad, aguinaldo de dos meses, seguro de educación para hijos de maestros fallecidos, servicio médico y medicamentos con particulares, pensión por viudez, gratificación por jubilación y otras más.

A partir de 1990 vivimos un deterioro a nivel gremial; la integración al sistema de salud del ISSSTE, la disminución de los días de aguinaldo y la pérdida paulatina de otras prestaciones, desde mi punto de vista transformaron al sindicalismo en una relación obrero-patrón en la que muchas veces la atención y la formación de los estudiantes es un aspecto secundario. Aumentaron los profesionistas con dobles cargas de trabajo en diferentes instituciones: la universitaria, la gubernamental y para otros tantos la atención de sus consultorios o bufetes de atención privada. Los académicos dedicados y orgullos universitarios vieron la aparición de corrientes políticas, grupos con poca identidad institucional y una mentalidad de acaparamiento de intereses materiales más que éticos y profesionales, que fueron deteriorando aquel SPAUAZ que si bien era un sindicato pequeño, contaba con una importante capacidad de integración que resultaba de una fuerte conciencia sindical, promotora de cohesión, de identidad, de unidad.

El problema económico actual de la universidad es similar al de otras épocas; entre los jubilados encontramos muchas historias y relatos al respecto, pero lo que ha cambiado es la pérdida de interés en la integración para fines comunes.

Ciertamente el problema fundamental se puede justificar como la falta de respaldo financiero para una numerosa parte de la plantilla docente que no justifica su materia de trabajo. La SEP solo autoriza el pago de cierta cantidad de horas docentes y la Universidad debe pagar otra cantidad que no tiene el respaldo financiero correspondiente. El crecimiento en la población estudiantil y el aumento en el número de programas es suficiente para demonstrar la necesidad de docentes, trabajadores y espacios para el correcto desarrollo.

Y el apoyo vendrá, a fe mía que vendrá, pero la UAZ en general y los sindicatos están obligados a diseñar estrategias de acciones para justificar y legitimar la materia laboral existente y el retorno a la esencia de nuestra alma mater: la formación académica. Eso no se podrá lograr sin una institución unida y con visión de futuro, con lealtad a sus principios. Hoy más que nunca los universitarios debemos reflexionar en el futuro de Zacatecas, nuestro terruño, y de México, nuestra nación.
Así se observa el mundo desde el Mirador de Heródoto. ■

*Cronista de la UAZ.
[email protected]
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