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viernes, 29 marzo, 2024
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Riesgo ferroviario y aporofobia gubernamental

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Por: La Jornada Zacatecas •

Los ferrocarriles se construyeron con enorme esfuerzo público durante décadas. Desde las primeras redes en el porfiriato, hasta los avances en las siguientes décadas donde recursos públicos y la sangre de trabajadores mexicanos (y chinos) quedó en el tendido de las vías férreas. Pero en pocos años la jugosa venta de los mismos, a empresarios amigos de los gobernantes en turno, creó enormes fortunas que, para nada ha regresado a la inversión de las mismas. Con la venta de Ferrocarriles Nacionales se eliminó un medio de transporte de personas y mercancía de cientos de poblaciones rurales, pero no importó a los empresarios y gobiernos neoliberales esta afectación social que sólo persiguieron utilidades privadas. La rentabilidad social de Ferrocarriles Nacionales fue desechada. ¿Y por qué no importó eliminar dicha rentabilidad social? Por una situación que se verá repetida en toda la administración de este medio de transporte: aporofobia. El desprecio a los pobres. Se eliminó el servicio de transporte de personas (violando el contrato de venta) porque la población atendida era pobre y rural.

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Con el crecimiento de las manchas urbanas, las vías fueron quedando en medio de asentamientos humanos. Pero la mayoría de dichos asentamientos son de comunidades y colonias populares. Eh ahí el motivo del desinterés de invertir en asegurar las vías o cambiar el tendido fuera de zonas pobladas: aporofobia. Atropellamientos, descarrilamientos, ruido y riesgos son sufridos por sectores populares. ¿Qué ocurriría si los afectados en su mayoría hubieran sido asentamientos de la élite? Algo parecido a lo que ocurrió con la alcantarilla de la Avenida México que pasaba junto a La Florida: hasta que una persona influyente se quejó de las llantas tronadas que causaba esa alcantarilla, el municipio se dignó a ir a repararla. El mismo comportamiento es con las vías férreas. Mientras los afectados son pobres, parece que nada pasa. Son invisibles y sus voces inaudibles.

En el caso de las vías de Zacatecas, desde hace años, la empresa de Larrea debió invertir en construir vías por fuera de las zonas habitadas. Y el Estado obligarlo a hacerlo. ¿El interés de este multimillonario vale más que la seguridad de la población por donde cruzan los trenes generando inseguridad y riesgo? La aporofobia con las cual se han conducido las autoridades hasta el momento debe dejar de ocurrir con el cambio de este gobierno que, suponemos, es de compatibilidad de intereses con los sectores populares. Así como el rescate de bancos con recursos públicos, ¿ahora tendremos inversión de vías férreas a costa de los impuestos? Las opíparas ganancias de Larrea y compañía deben invertirse en mejorar la infraestructura ferroviaria, además de cumplir con el contrato de venta de esa infraestructura nacional que implicaba activar a la brevedad el servicio de transporte humano. En suma, debemos cuestionar ahora mismo todos los criterios aporofóbicos con los que han actuado los gobiernos de las últimas tres décadas e iniciar acciones en clave de justicia como equidad.

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