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jueves, 28 marzo, 2024
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La participación de la juventud en contra de la corrupción es indispensable

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Por: La Jornada Zacatecas •

El preámbulo de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción advierte que ésta constituye una amenaza para la estabilidad y seguridad de las sociedades, pues socava las instituciones y los valores de la democracia, de la ética y de la justicia, y compromete el desarrollo sostenible y el imperio de la ley. También se puede decir que el comportamiento moralmente bueno permite la consecución del bien común y alienta el progreso de las colectividades, de tal modo que la conducta éticamente correcta de autoridades e individuos debe interesar a todos los integrantes de la sociedad.

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Si asumimos que el comportamiento moralmente bueno debe tener su origen en la formación de las personas y en la profunda conciencia del bien, y que es muy deseable que la conducta recta nazca de las más íntimas convicciones, pues ellas constituyen la base sólida que sustenta la práctica de las virtudes, es muy lamentable tener que reconocer que en nuestro país la corrupción ha llegado a niveles que hacían necesaria desde hace años una reacción enérgica como la asumida por AMLO y su gobierno frente al robo de combustible, sin dejar de lado la necesidad de contar con diversos medios de control y fiscalización que desanimen a quienes se alejan o pretenden alejarse de las exigencias que imponen los principios éticos.

Muchos estudiosos del tema afirman que la participación ciudadana permite que autoridades y ciudadanos actúen de cara a la sociedad, de modo transparente y en sintonía con las verdaderas necesidades que deben satisfacerse para lograr los fines del Estado, que ello constituye un medio idóneo de control de la corrupción, o mejor dicho, un instrumento que alienta los comportamientos deseables y desanima a los deshonestos, que permite una toma de conciencia sobre los valores y virtudes fundamentales sobre los que se asienta la vida social, además de que favorece que la ciudadanía sea la primera fiscalizadora del actuar público sobre la base de la conciencia recta.

Por lo anterior es que resultan muy lamentables las informaciones que dan cuenta de diversas prácticas que son, o parecen ser corruptas, en diversas instituciones educativas del país, en donde se concentra una buena parte de la reserva moral de nuestra nación: la juventud. Son muchos los ejemplos que se pueden tomar para demostrar que entre los jóvenes se pueden esperar las respuestas más espontaneas y enérgicas contra las injusticias y a favor de las causas más nobles, por lo que la proliferación de practicas corruptas en las instituciones educativas debe ser especialmente condenada y combatida por sus propias autoridades y la sociedad en su conjunto. Por ello es muy importante que los elementos sanos en esas instituciones procuren convencer a los jóvenes de que su participación contra la corrupción en sus centros de estudio constituye un medio idóneo para alentar la práctica de los valores éticos y cívicos, y mucho más aun, para educar a las personas, autoridades o ciudadanos en los aspectos morales que implica la vida en sociedad y en democracia. México necesita, más que nunca, la participción de sus jóvenes en el combate al cáncer de la corrupción.

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