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viernes, 29 marzo, 2024
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Las Quince Letras, una tradicional cantina adquirida por la familia Llamas en 1928

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

■ «Como cantinero me volví psicólogo y el mejor consejero», relata Aníbal, dueño del negocio

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■ Personajes como Carlos Monsivaís, Hugo Gutiérrez Vega y César Costa visitaron el lugar

 

Son innagotables las historias de Aníbal Llamas Zamora, quien trabaja en la cantina tradicional Las Quince Letras. Albañiles, artistas, políticos, taxistas, entre otros personajes, en más de una ocasión la han visitado para degustar sus botanas y bebidas.

Aníbal dice que como cantinero se volvió psicólogo y el mejor consejero. A través de los años, con sólo observar a sus clientes puede identificar quiénes tienen buen carácter, con quién se puede platicar y con quién no.

“Aunque a veces se equivoca uno, pero por lo regular siempre les atino”, dice. De sus clientes aprende de todos los temas, tanto de deporte, de política, de arte, de música y eso es un aprendizaje diario.

Reconoce que en ocasiones no puede entablar una larga conversación con un cliente porque debe atender mesas y servir bebidas. “Está bien conocer gente, con que no lleguen artistas como yo (dice entre risas) aunque a veces no se puede escuchar como quisiera, hasta se enojan, pero así es”, comenta.

También platica que artistas lo visitaron. Recuerda al ya fallecido escritor Carlos Monsivaís, el escritor Hugo Gutiérrez Vega, el cantante de rock César Costa, artistas de telenovelas, y el productor “El Güero” Castro, de Televisa. Una noche la cantante Ely Guerra pasó casi ocho horas cantando a los clientes.

Algo que caracteriza a esta cantina de otras es la camaradería que hay entre trabajadores y clientes, así como el ambiente que se logra con la convivencia sana noche a noche, con el conjunto norteño Los Rurales de Zacatecas.

Además de que sus trabajadores siempre se han caracterizado por cuidar de los clientes, pues hay quien olvida pertenencias como carteras, identificaciones, teléfonos celulares y siempre se les entrega a los dueños en sus manos, dice orgulloso.

Cuenta que llegó a Zacatecas hace 13 años, cuando ya sus padres atendían la cantina. Aníbal tenía la idea de poner un restaurante, pues se considera buen cocinero pero su madr le pidió que ayudará en el negocio.

Primero se negó, pues no le atraía la idea de atender la cantina pero al ver que ya la exigencia era demasiada para sus padres, decidió trabajar. A su llegada, impulsó el negocio con botana y nuevas bebidas. “Un día me dijo mi madre que me tenía trabajando a la fuerza, pero yo le dije que ya me estaba gustando”, comparte Aníbal.

Recuerda que la cantina fue adquirida por su abuelo, Rafael Llamas González (QEPD), en 1928 y desde ese entonces es propiedad de la familia Llamas, hace 4 generaciones. Al inicio fue un tendajón que se llamó “El Torito” porque estaba en el entonces llamado Callejón del Toro, número 28.

También se vendían bebidas por copeo y otros menesteres. En 1974 fue reinaugurada como cantina, siendo ahora los nuevos encargados de ella, su madre doña Otilia Zamora y su padre don Aníbal Llamas (QEPD).

Aníbal señala que de sus clientes aprende de todos los temas, tanto de deporte, de política, arte y música

Ese cambio, dice, implicó que ya se permitiera la entrada a las mujeres. Entre ellas las primeras arriesgadas fueron Juana Gallo, de quien por cierto se guarda su bastón de madera en una de las vitrinas de la cantina.

En los años 50 a los 90 visitaban regularmente la cantina burócratas de gobierno, turistas, trabajadores de dependencias federales y se vendían botellas cerradas, y solamente aquellas personas de buena posicion económica tomaban en vaso.

El resto “a pico y pala”, es decir, dándole un trago a la botella y otro al refresco, dependiendo de la bebida, menciona Aníbal. Solamente se tenían dos mesas para las personas que consumían en vaso.

El aspecto cultural lo dio Juan Zezati Jiménez, junto con Alfonso López Monreal. El primer mural que se colocó fue uno elaborado por el reconocido y destacado artista zacatecano Antonio Pintor Rodríguez, aunque no lo concluyó.

Con el paso de los años se han recibido donaciones de obra de destacados artistas y se han adquirido otras piezas. En sus murales se puede encontrar obra de Manuel Felguérez, Ismael Guardado, Alfonso Monreal, Pedro Valtierra, Pedro Coronel, entre otros.

Se han grabado producciones de telenovelas, de películas, y se han presentado montajes de teatro y cuenta cuentos en la cantina. Además se motiva a los creadores con concursos de fotografía, de grabado y ex libris.

“Una anécdota de mi padre fue que un cliente que se quería morir porque estaba malo de los nervios pidió una caja de muerto a la funeraria Palomino. La dejaron en la cantina, pero pidió otra de metal.

Ahí estaban como adorno, llegaban clientes y se metían en ellas. Un día le dije a mi padre que se metiera a calarla. Se metió, le cerraron y lo sacaron a darle unas vueltas a la manzana y el gritaba enojado. Después las donaron a un asilo”, menciona.

Espera que su hijo que trabaja en la cantina sea la quinta generación en encargarse del negocio, pues los hijos de sus hermanos tienen diferentes carreras, y no se sabe quién pueda hacerse cargo de la cantina.

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