27.5 C
Zacatecas
jueves, 25 abril, 2024
spot_img

Para degustar un texto

Más Leídas

- Publicidad -

Por: CARLOS FLORES* •

La Gualdra 368 / Promoción de la lectura

- Publicidad -

 

 

Para un lector con cierta trayectoria no existe nada mejor que disfrutar un buen libro, sumergirse en sus páginas y entrar en la historia para formar parte de ella, compartiendo las experiencias de los personajes, sus pensamientos, sus penas, alegrías, frustraciones; siendo cómplice de los crímenes, amoríos y locuras que ahí se narran; nada como conocer otras ciudades u otros mundos, otras costumbres, otras mentalidades, seres o artefactos. El disfrutar de un libro es convertir esa madeja de signos muertos en significados vivos, es darle vida a esa serie de ideas plasmadas en cientos de páginas que cobran vida al entrar en contacto con el lector.

Para un lector con escasa trayectoria esa serie de signos impresos sobre la fina hoja no parece ser algo que se pueda disfrutar, pues los signos pasan por sus ojos y mandan señales al cerebro confusas, inciertas, mezcladas con un estado de ánimo que se cierra al disfrute del texto, ruido en la mente del temprano lector que no está acostumbrado a escuchar la voz del texto o su propia voz lectora.

La mayor parte de los lectores prematuros encontrarán un grave problema: el texto no llega a la mente tan fácil, no puede mandar las señales correctas para que el lector pueda conocer lo que el texto le está diciendo.

La relación entre ver y conocer es un proceso complejo cuando se aplica a la lectura. El ver es darle forma a esos signos que son las palabras escritas, dotarles de un sonido que permita formar ciertas imágenes en el cerebro, hilarlos de tal manera que configuren un sentido en la mente. Ver es un proceso interno. Las palabras llegan al interior del lector, se filtran a través de sus ojos y entran en su mente para dotar de sonidos y significantes.

Conocer implica otro proceso muy distinto. Cuando el lector se apropia de las palabras impresas, tiene que darles un significado, acomodarlas en su mente para construir una estructura que le permita darles sentido. Este proceso implica un

desdoblamiento, pues el lector tiene que reconocer al texto como algo distinto de sí mismo, algo que le está hablando, que lo va guiando a través de esa estructura para llevarlo a un determinado momento.

Para conocer el texto, el lector tiene que experimentar las relaciones que se establecen dentro del texto. Es un paso más allá del ver, pues ya no se trata de lidiar con los signos y su interpretación, sino de entrar en el texto y desenredar la trama, tratar de averiguar cuáles son los movimientos y enmarañados que se dan en el mismo, desde la interacción entre los personajes hasta las ideas que se plantean. Conocer es clarificar el hecho de la narración. Es tratar de discernir lo que en él se dice, encontrar un sentido en el mismo, lo cual conducirá a otro punto más arriba: la comprensión.

Al llegar a este punto, las líneas del texto parecieran difuminarse y dar espacio a un escenario, una pantalla en blanco como la del cinema, donde se proyectarán todas esas palabras, pero no ya como signos, sino acciones, ideas, sentimientos, cosas que como por arte de magia se proyectan en la mente del lector.

- Publicidad -
Artículo anterior
Artículo siguiente

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -