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miércoles, 24 abril, 2024
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El amor en los tiempos de AMLOVE

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Por primera vez en la vida acudí a una concentración multitudinaria convocada para escuchar a un presidente de la República Mexicana (en 1962, me correspondió acudir a Palacio Nacional como niño aplicado de la novena zona escolar de Zacatecas y ser recibido por el presidente en turno, don Adolfo López Mateos) y contra todo lo que había previsto, resultó ser toda una experiencia con tonos gratificantes y alegóricos con gentes de todos los estratos sociales y extractos políticos.

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Sentía cierto calambre porque no había la seguridad ostentosa, aplastante y ofensiva que los gobernantes anteriores arrojaban sobre la población bajo consignas de protección y seguridad nacional. La multitud se fue congregando y tomando su lugar. Quizá por haber llegado puntual, tuve la fortuna de que una señorita que repartía gafetes de invitados a las delegaciones que venían de diversos lugares del estado tuvo a bien proporcionarme uno antes de que llegara a las zonas de preferencia. Cuando llegué a la recepción del equipo que se llama “Servidores de la Nación”, se ofrecieron llevarme a una zona de preferencia donde había discapacitados y ancianos en las que tuve la “suerte” de ser el primero en ser rechazado por cupo lleno. Luego, el gafete de invitado me abrió la puerta de la sección de la izquierda privilegiada. Al buscar un lugar cercano al templete, una señorita me indicó que estaba reservado a las personalidades.

-¿Es usted diputado, presidente municipal o representante de partido? Me preguntaron al mismo tiempo mi anfitriona y otra señorita.
-No. Respondí.
-¿Entonces? Volvió a preguntar mi interlocutora.
-Soy un libre pensador. Le informé.
-Ah, qué lindo. Dijo una de ellas, dando por concluido el trámite de identificación mientras me ayudaba a encontrar un asiento lo más lejano a los lugares de privilegio.

Traté de encontrar a alguien conocido y no, quién sabe. Después me enteré que había muuuuucho “chapulín” y me extrañó no ver a gente que identifico como militante de izquierda. De hecho, había a mi alrededor algunas caras que he visto promover y promoverse bajo el escudo del pri. Pero se sentían las ganas de ver a nuestro presidente y en lo particular, me sentía emocionado, porque jamás en mi participación ciudadana había votado por un triunfador. Toda la vida había sido de los apabullados y defraudados votantes de la izquierda delirante de antes o la izquierda light de los últimos años.

Después de una larga espera, llegó Andrés Manuel y se tardó más de media hora en cruzar una valla que no era mayor de cincuenta metros. Saludaba a todo el mundo, firmaba autógrafos, escuchaba reclamos, alabanzas, poemas, recibía documentos y nunca perdía la sonrisa ni la compostura. Qué grato es constatar que no tenemos un presidente hiperlactante que por su investidura sienta que la virgen le habla y que traiga a su lado un montón de guaruras madreadores. Iba seguido del gobernador de Zacatecas quien mantenía una actitud abierta y sonriente saludando a la ciudadanía. Deberían aprender nuestras vedettes políticas que se sienten paridos por un hada.

Después, todo cambió. Vino la ocupación del templete y la presentación de las personalidades. Cuando habló el gobernador para dar la bienvenida al presidente hubo aplausos y una rechifla irreverente. Independientemente de las posturas sobre esta figura política, es de admirarse la manera en que aguantó los improperios colectivos de la multitud y completó su discurso. Con el transcurso del tiempo fue notorio que había un ejército de reventadores sembrados en las tribunas para atosigar al gober de una manera corriente y grosera. Por otra parte, la minoría matraquera de la CNC hizo un contrapeso titubeante contra los reventadores. Pero hay que reconocerle al mandatario estatal su estoicidad.

Después vinieron los funcionarios que expusieron los programas sobre precios de garantía y apoyo al campo, mientras la muchedumbre esperaba las palabras de Andrés Manuel. Fue grato escuchar los programas que van dirigidos al campo en el sendero de la Cuarta Transformación en voz de sus titulares, por desgracia con el sonido turbio de los porristas y reventadores.

Cuando habló el presidente hubo un gran cambio de actitud de la gente, menos la de los grotescos (ahí fue donde se hizo notorio el oficio tenebroso de los que fueron llevados solamente a fastidiar). Rescato el mensaje sobre los programas expuestos en apoyo al campo, altamente loable, los apoyos a los adultos mayores, a las mujeres, a los jóvenes desempleados y a los estudiantes. Ahí sí, mis respetos, no me equivoqué cuando hace alrededor de treinta años pensé que aquel muchacho revoltoso macaneado por andar tomando instalaciones petroleras, merecía un seguimiento político más allá de simpatías partidistas.

Rescato, además de lo que él constató después de lo expuestos por los funcionarios, que vamos a tener tres universidades más; que se seguirá apoyando a la UAZ a pesar de su pasado y con “cuentas claras y chocolate espeso”, pero sobre todo por su invitación a mirar hacia el futuro en un marco de tolerancia olvidando viejos agravios y teniendo como cruz y espada un respeto a todos los adversarios políticos en un esquema de honestidad, participando en la cruzada contra la corrupción como punto de partida hacia la Cuarta Transformación, sin olvidar las palabras de don Vicente Guerrero: “La Patria Es Primero”.

Y como ciudadano, me cae que ahí estaré apoyando con mi granito de arena. Me canso, ganso. ■

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